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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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She'll put a spell on you

Marie Laveau
Marie Laveau


Hoy, 8 de marzo, vamos a recordar a una gran mujer, Mary Laveau, a quien, según testigos, se vio caminando entre los vivos aún en la década de los treinta del pasado siglo XX, más de cincuenta años después de su defunción, acontecida en junio de 1881. 

Hoy brindo por todas las mujeres que, como Lázaro, se han levantado de su tumba y, contra todo pronóstico, han echado a andar. Por todas aquellas que, incluso con heridas y cicatrices, han sobrevivido a su propia muerte. Porque, en efecto, todo lo que no te mata te hace más fuerte. Y si no lograron aniquilarte la primera vez, puedes estar segura de que ya nada conseguirá fulminarte.


Marie Laveau por Frank Schneider (1920). Replica del original pintado en 1835 por George Caitlin
Marie Laveau por Frank Schneider (1920).
Replica del original pintado en 1835 por George Caitlin


Redbone, The Witch Queen Of New Orleans




Filomena... A nuestro pesar

Madrid al paso de Filomena



En Madrid, un paisaje absolutamente dantesco. El Parque Norte parece mi amado Piamonte. Menos mal que —como diría Totò— soy mujer de mundo: hice tres años de servicio militar en Cuneo; no me asusto fácilmente.
A más de una semana de la nevada, las calles de la capital siguen intransitables. Los vecinos han despejado lo que han podido para el paso más básico de peatones; imposible liberar las carreteras por sus propios medios. Respecto a la administración, ni está ni se la espera. Durante una semana han aguardado a ver si el tibio sol derretía las montañas de nieve; sin embargo, hay que ver cuán poco han tardado en calcular las pérdidas y en tramitar la petición de ayudas al Gobierno... 



Cuneo con 17
Madrid, 2021
 
  

Lo sguardo come il mio, Enrico Ruggeri



Volveremos a encontrarnos

 

Castañar del Duque 2010

El tuyo fue siempre el mejor sustrato; ibas a recogerlo al castañar. 

Que la tierra te sea leve y te acoja con el amor que merece toda una vida de dedicación a los demás. Nos veremos al otro lado. Allí también nos cruzaremos en el monte, temprano, mientras los demás aún duermen. Ambas cambiaremos unas breves palabras y nos despediremos en la niebla con un leve movimiento de cabeza: tú seguirás camino hacia casa, a cuidar de tus plantas y a faenar en la cocina; yo tiraré hacia las cumbres, a reencontrarme con los míos, con todos los que, como tú, partieron antes y ya están esperando.


Gladiolos, Castañar del Duque 2010


Coronach, Jethro Tull 



The shining: ese invento del cambio climático


En las calles de Madrid los padres, improvisados renos, tiran de coloridos trineos en los que transportan a sus hijos. Hay quien se desplaza sobre esquís para comprar el pan y quien practica snowboard en cualquier cuesta. El barrio se ha convertido en improbable escenario para unos austeros juegos de invierno. En la Avenida de la Ilustración, tomada por los viandantes y vetada a los vehículos, se alcanzan los cincuenta centímetros de nieve. Los perros de pequeña alzada desaparecen engullidos por el insidioso algodón gélido, que hoy no parece tan efímero. 

Filomena, otro episodio más fruto del cambio climático que negacionistas como el recalcitrante Trump se obstinan en ignorar, nos zarandea. Revisemos bien nuestro fondo de armario, no vaya a ser que en unos años estos escenarios propios de El día de mañana se vuelven cotidianos.


The shining, El resplandor
Fotograma de El resplandor


El Diluvio de Leon Francois Comerre
El Diluvio, Leon Francois Comerre



Black Sabbath, The Shining


Caro Babbo, Salvaci l'anima. Propósitos de nuevo año


 

Jesus is waiting (“Jesús espera”), cantaba en 1973, paradójicamente cándido, Al Green. Años después, en 1989, Zucchero, en su Madre Dolcissima, que se inspiraba parcialmente en la conocida canción cristiana, alabanza al Señor, reconvertía la frase en un enigmático Jesus is breaking, a menudo considerado —quizá por influjo del título del álbum en el que apareció la canción: “Oro, Incenso e Birra” (“Oro incienso y cerveza”)— una blasfemia, pero al que bien se pudieran conceder otras interpretaciones más profundas.

Y es que Jesus is breaking, en italiano Gesù rompe, una expresión coloquial e incluso vulgar, podría no sugerir que el Mesías toca las pelotas, sino que se ha quebrado, que ha decidido tomarse una pausa o incluso —en un calco del italiano coloquial rompersi (“aburrirse, sentirse hastiado”)— que se exaspera, que está literalmente harto.

¿Se habrá cansado Jesús de aguardar el advenimiento del hombre, del buen hombre?

El fin del año es tiempo de buenos propósitos, de propósitos que casi nunca se cumplen. Pero, como dice José Mota, y si sí… Y si esta vez, por una vez, finalmente, estamos dispuestos a realizar un esfuerzo.

La banalidad pesa poco; no seamos superficiales para evitar que nos arrastre el viento. Abandonemos el materialismo recalcitrante: si hemos de encomendarnos a un dios, que este no sea el mezquino dinero. A veces quien pierde —y quien se pierde— es quien más encuentra —y se encuentra—. Casi sin todo se puede vivir, salvo sin alma. No importa dónde la ubique cada cual. No renunciemos voluntariamente a una de las pocas cosas de valor que poseemos, una que no se nos puede arrebatar por la fuerza.

En cualquier caso, Madre Dolcissima sigue siendo una petición de perdón y consuelo, de amparo e intercesión, sobrecogedora. Especialmente cuando se escucha en un estadio repleto de personas extasiadas que la cantan con fervor al unísono, en un grito desesperado y unánime.

 

Madre Dolcissima
 
Niente di nuovo
Tranne l'affitto per me
Che mi ritrovo
E mi riperdo perché
Non ho più un Dio non ho
E ho perso l'anima
Vago nel vento
Vado però!
Niente di nuovo
Tranne l'affitto per me
Che ci riprovo
E non capisco cos'è
Ti amo perché ne ho bisogno
Non perché ho bisogno di te
Io vago nel vento
Vado però!
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Niente di nuovo man
Tranne l'affitto per me
E non è per caso che
Vengo in ginocchio da te
Madre dolcissima
Carezzami la testa
Che vado nel vento
Vago però!
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Jesus is breaking
Jesus is breaking
Jesus is breaking
Jesus is breaking
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Mama salvami l'anima
Hey Mama salvami l'anima

Zucchero, Madre Dolcissima



 

San Pedro penitente, Murillo
San Pedro penitente, Murillo


Que sea un año realmente nuevo





Water Falls

Water falls and its colors glow
In a river of light it begins to grow
Takes your mind from the things you see
It moves with the spirit that moves in me

And water's free because it's found
Where pools of wonder spin around
The places that are hidden from tomorrow
It's there I'll go when I want to show you
A place without a trace of sorrow


Water Falls,  Triona Ní Dhomhnaill y Nightnoise

FRUTOS DE INVIERNO


caqui Salome Guadalupe Ingelmo
Viejo caqui, aun a su edad, cargado de frutos


Deberían haber sido sus años más serenos, de reposo y certezas: un merecido descanso tras una vida de fatiga. Y sin embargo… para algunos la paz será eterna.
Ahora habrá de ser el Tribunal Supremo quien depure, de existir, responsabilidades por las circunstancias que rodearon las muertes de los 5.979 ancianos fallecido por COVID-19 —1.251 casos confirmados mediante PCR y 4.728 con síntomas compatibles— en residencias de la Comunidad de Madrid durante lo peor de la epidemia. Las pruebas parecen demostrar que el 80% de los afectados, a pesar de estar enfermos, no fueron derivados a los hospitales para ser tratados allí. Únicamente se les dispenso cuidados paliativos, no curativos.
Y ello no porque los centros, a quienes la administración regional dejó abandonados, no hiciesen todo lo posible por ayudar a los residentes; sino porque los responsables regionales de Sanidad, mediante un protocolo que imponía instrucciones con criterios de selección discriminatorios, prohibieron el traslado de pacientes muy dependientes —como los ancianos con demencia moderada o grave—, discapacitados e incluso enfermos oncológicos y de otro tipo debilitados, más especialmente aún si eran de edad avanzada. Aunque de esta cruel criba quedaron exentos quienes disponían de un seguro privado, un salvoconducto que, parece ser, aun en una sociedad democrática, concede más opciones para la vida.
Parece que estas directivas fueron enviadas incluso a los centros de salud, para que los médicos que visitaban a este género de pacientes en sus domicilios evitasen la derivación a los hospitales y recomendasen la atención en el propio hogar
La comunidad se defiende argumentando que ese documento era únicamente un borrador. Algo que ha sido repetidamente desmentido por diversos implicados. Las excusas son inconsistentes: primero era un borrador, luego no se llegó a enviar, después se modificó…
No deja de resultar llamativo que los macabros hechos se hayan producido en una comunidad gobernada por partidos notoriamente contrarios a la regulación de la muerte digna. Es decir, que recurrir a una eutanasia legal por petición del interesado —una necesidad desatendida durante demasiado tiempo, ahondando gratuitamente en el dolor de situaciones de por sí dramáticas— no, porque es asesinar; pero que las administraciones tengan la potestad de decidir arbitrariamente y por motivos espurios sobre la vida o la muerte de los ciudadanos, eso está muy bien.
Aunque no querría malmeter, la siniestra circunstancia —“anécdota, según la señora Ayuso— trae a la memoria otro gobierno de infausto recuerdo y su proyecto de eugenesia: Tercer Reich, con el fin de lograr la “higiene racial”, se emprende, entre otras medidas, la supresión masiva de discapacitados físicos y mentales, enfermos incurables, niños deformes y demás lastres para la sociedad —el programa denominado Aktion T4—. Esterilización y supresión siguiendo, de nuevo, criterios de selección. Pero, claro, cuando lo hacían los nazis era otra cosa.
Curioso que la retirada Esperanza Aguirre no parase de comparar a Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen, con Pablo Iglesias, o viceversa. Según ella, el actual vicepresidente aspiraba, ya en su etapa de opositor, a monopolizar el control de los medios de comunicación para evitar la crítica y la disidencia. El gobierno regional quisiera, pero sencillamente no puede. A la señora Ayuso le crecen los enanos y, tristemente, los cadáveres ya no le caben ni debajo de las alfombras ni dentro de los armarios.
“Vidas indignas de ser vividas”, se las denominaba entonces. Muchos miles murieron en el Aktion T4. Se estima que, entre septiembre de 1939 y el final de la guerra en 1945, unas trescientas mil personas fueron asesinadas en hospitales psiquiátricos de Alemania, Austria, la Polonia ocupada y el protectorado de Bohemia y Moravia. Entre ellos también se cuenta Herta Schreiber, desaparecida con tres años recién cumplidos, que en la foto llora su aciaga suerte. Esa a la que el famoso doctor Asperger la había condenado al recluirla en el pabellón pediátrico de la tétrica clínica Am Spiegelgrund por estar aquejada de encefalitis: “Trastorno severo de la personalidad (¿post-encefalítico?): Retraso motor más severo; idiotez erética —relativo al eretismo, es decir a una actividad muy intensa, y limitada en el tiempo, de un organismo o parte de él—; convulsiones. En casa, la niña debe de ser una carga insoportable para la madre, que ha de cuidar a cinco hermanos sanos. El ingreso permanente en Spiegelgrund parece absolutamente necesario”, había dictaminado el médico.
Porque los números de la tragedia también tienen rostros, no lo olvidemos nunca.



doctor Asperger y Herta Schreiber en clinica Am Spiegelgrund
Doctor Asperger y Herta Schreiber en la clínica Am Spiegelgrund

eutanasia nazi
"Vidas indignas de ser vividas", según el nazismo



Anciano apenado (En la puerta de la eternidad) Vincent van Gogh​ 1890
Anciano apenado (En la puerta de la eternidad), Vincent van Gogh​ 1890


Elton John y Melbourne Symphony Orchestra, Sixty Years On (Sydney, Australia, 14 de diciembre de 1986)

MATAR A UN RUISEÑOR


Atticus recibe el respeto del público negro mientras, derrotado tras demostrar la inocencia de su cliente, abandona la corte.



Atticus Finch, protagonista de Matar a un ruiseñor, sigue siendo, según las encuestas, el héroe preferido de los norteamericanos. Ni Superman ni Batman ni el increible Hulk: Atticus Finch. Atticus Finch, un anónimo abogado de provincias, un tipo conciliador, equilibrado y sereno. Un hombre común, pero no precisamente del montón. Un ciudadano americano corriente, dotado de todas las virtudes que a quien dirige actualmente el país le faltan. Un tipo con el que aún hoy, por lo que parece, muchos estadounidenses se sienten identificados.

Sobre el fondo de la discriminación racial, Harper Lee escribió un bellísimo canto a la pérdida de la inocencia. De aquello hace ya sesenta años, pero pareciera ayer. Hay cosas que no cambian nunca. El fin de la infancia es siempre una tragedia. Crecer implica descubrir que el mundo dista mucho de ser perfecto. Porque, en efecto, dista mucho de ser perfecto, es cierto. No obstante, si las encuestas y las movilizaciones no me engañan, Estados Unidos aún tiene remedio. Sus ciudadanos, algunos de sus ciudadanos, aún tienen salvación. Y si es así, sus instituciones también han de tenerla. Una democracia requiere de igualdad y justicia.

Hay cosas que no cambian nunca, es cierto. Pero hay otras que sí pueden cambiar; basta, simplemente, con quererlo. I've got a dream too. Así que ¿por qué no soñar todos juntos un mundo nuevo?

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Y ese día, no me cabe duda, los mansos heredarán  la tierra. 


Portrait of a Young Man, Sir Joshua Reynolds, Salome Guadalupe Igelmo
Portrait of a Young Man, Sir Joshua Reynolds (1770)




Richie Havens, Freedom (Woodstock, 1969)

Odetta, Sometimes I Feel Like a Motherless Child

YO TAMBIÉN FUI HERIDO EN WOUNDED KNEE

Wounded Knee, Salome Guadalupe Ingelmo
Masacre de Wounded Knee, 29 de diciembre de 1890


Así resulta muy fácil llenarse la boca de "Patria". Las palabras vacías no suponen ningún esfuerzo y donde no existe dignidad ni honor no cabe el compromiso.
Que se lo cuenten a todos los afroamericanos, hispanos, asiáticos e indios nativos —y mira que, con sus famosas películas del Oeste, dejaron pocos y bien jodiditos— que dieron sus vidas por un país consagrado a amamantar únicamente a sus hijos predilectos, los supremacistas de siempre; al poderoso hombre blanco, encarnado ahora en un descendiente de inmigrantes cuyo único mérito consiste en haber heredado una fortuna familiar amasada gracias, una vez más, al sudor de otras frentes: a un lucrativo negocio de prostitución puesto en pie por su emprendedor abuelo alemán. Un racista que, olvidando sus humildes orígenes, reprodujo el mismo patrón imperialista y se compró no una sino dos mujeres —me refiero únicamente a sus esposas oficiales, no a todas aquellas a las que ha acosado, obviamente— del este de Europa, modelos. 
Porque las razas inferiores —y ahí, por supuesto, habríamos de incluir a todo el sexo femenino, independientemente de su color— también tienen su utilidad. Lo importante es que no olviden jamás cuál es su papel y el lugar que les corresponde en una sociedad ordenada y respetable. Creo que lo dice la Sagrada Biblia.


Elizabeth Christ y Friedrich Trump, Salome Guadalupe Ingelmo
Elizabeth Christ y Friedrich Trump

Peones orientales en la construcción del ferrocarril, Salome Guadalupe Ingelmo
Peones orientales durante la construcción del ferrocarril en Estados Unidos

Esclavos negros, plantacion algodon, Salome Guadalupe Ingelmo
Esclavos durante la recogida de algodón en una plantación de Estados Unidos


Richard Ansdell, la caza del esclavo, Salome Guadalupe ingelmo
Richard Ansdell, La caza del esclavo




We were all wounded at Wounded Knee, Redbone 
 

Lithium, Evanescence 
 

Bury my heart at Wounded Knee, Buffy Sainte-Marie

DE JÍBAROS Y MICROCÉFALOS

Cabeza reducida por los jíbaros (Perú)


Esto es lo que sucede cuando un microcéfalo racista, machista e ignorante —un pedazo de jíbaro en toda regla, como decía mi abuela y con perdón de los pobres indios está al mando. 
Trump, como todos los matones cobardes, persistiendo en sus notorias actitudes totalitarias y fascistas, amenaza con su primo el de Zumosol. Así que "cuando empiezan los saqueos, comienzan los tiroteos", ¿no? Que los agentes del Servicio Secreto destinados a la vigilancia de la Casa Blanca están deseando "entrar en acción", aseguraba hace un par de días el muy mameluco.
Yo daría una idea a las fuerzas del orden obligadas a defender a un impresentable así; no sería la primera vez que los instrumentos de represión al servicio del poder se pusiesen de parte de un pueblo al que consideran en posesión de la razón. Propongo que su portavoz dé una rueda de prensa y se dirija a los ciudadanos: "Señoras y señores, nosotros vamos a tomar un café; nos ausentaremos durante una hora o así. Ahí están las llaves, tienen barra libre". Como decía Luisma —de la serie Aída— cuando pretendía pillar a Macu en flagrante adulterio: "me voy muy lejos. O sea que cualquier cosa que tú hagas, yo no la veré. Y, como nadie me dirá nada, jamás me enteraré".
A ver si entonces seguimos siendo tan chulitos.



The Captive, John Simpson (1782–1847)
The Captive, John Simpson (1782–1847)


Fortunate Son, Creedence Clearwater Revival

HACER PIÑA



Recientemente, el 12 de mayo, fue el Día Internacional de la Enfermería. Sin embargo, al menos en España, tienen bien poco que celebrar los profesionales de la sanidad. Están muy necesitados de amparo.
No, no son héroes sin capa. Por mucho que también Banksy haya decidido sumarse al carro. ¿Y quién no? Aunque a pesar de mi edad soy extremadamente inocente, y no dudo que algunos artistas de todas las disciplinas músicos, escritores, artistas plásticos..., anacrónicamente candorosos como yo, se hayan unido a este tipo de homenajes espontáneamente, incluso por pura solidaridad; movidos simplemente por el deseo de demostrar su reconocimiento más sincero y desinteresado.
Pero, seamos honestos: lo que de verdad requieren nuestros sanitarios son menos aplausos y más respeto. Por parte de las instituciones y también del resto. Lo que precisan urgentemente es el apoyo de los ciudadanos. Especialmente cuando, por ejemplo, administraciones indignas, como la Comunidad de Madrid, los mantienen, todavía a 48 horas de que expire el contrato que firmaron en su día a veces perdiendo ofertas mucho más rentables para venir, en la peor de la crisis sanitaria, como voluntarios a esta región, sin conocer su situación laboral. Ahora que, presuntamente, ya no son necesarios. Y recalco "presuntamente", porque solo un idiota se arriesgaría a prescindir de ellos con tanta ligereza, como si el peligro hubiese pasado definitivamente.
Utilizados y vapuleados: me aprovecho de tu generosidad, como siempre. Mucho te quiero perrito, pero de pan poquito. Te traigo y te llevo cuando me parece e interesa, sin tener consideración de tu situación personal. Que seguro que viajas ligero de equipaje; puedes hacer las maletas en menos de 24 horas y buscarte un sitio donde mal dormir los ratos que te queden libres. 
Pero no te preocupes, que si al final hubieses de contagiarte durante el desarrollo de tu profesión, en el cuidado de los enfermos, bien porque bajes la guardia tras tantas horas sin descanso o porque el material médico deficiente y no homologado facilitado por esta misma administración acabe pasando factura —Dejarlo todo en manos de la divina Providencia, por muy creyente y católica que una sea, quizá no parezca la mejor opción. Dios, tan requerido como anda últimamente, puede estar temporalmente ocupado en otras cosas, nosotros, generosos como somos, te haremos un huequecito en nuestros maravillosos hospitales, donde serás atendido por otros sanitarios a los que, como a ti, chantajeamos emocionalmente  para que remedien nuestra incompetencia y desidia por no hablar de otros móviles crematísticos aún más oscuros y abyectos, si es necesario, poniendo a disposición su propia vida.
¿Hasta cuándo vamos a consentir este círculo vicioso? ¿De verdad nos sentimos tan orgullosos de salir a las ocho a aplaudir a los balcones? ¿Sinceramente alguien piensa que así ha cumplido con la obligación moral que nos ata?
No, no son héroes sin capa, sino personas responsables. Modelos de civismo, solidaridad y humanidad. Se ve que estamos tan poco habituados a la ejemplaridad o tenemos tan escaso vocabulario especialmente los medios de comunicación de masas que ya no sabemos definir correctamente. 
El problema es que, reproduciendo el trivial tópico del héroe, banalizamos su esfuerzo. Como siempre, escogemos los pueriles estereotipos. Admirémolos, por el contrario, por lo que realmente son: personas excepcionales, pero personas. Personas que necesitarán en un futuro, que están necesitando ya, a su vez, nuestra ayuda y solidaridad. Si quieres, sigue aplaudiendo cada día a las ocho; pero apoya también, ahora y más adelante, sus justas reivindicaciones. Por ellos y por todos nosotros.
Ahora, después de los reconocimientos públicos, arrimemos el hombro de forma mucho más discreta: sigamos las medidas higiénicas razonables —También quienes aplaudían desde el balcón a las ocho y al tiempo se las saltaban a la torera. Un poco de coherencia, que servirán para reducir contagios, salvaguardando así también el bienestar de nuestros doctores/as y enfermeros/as. De paso, demostremos algo de memoria cuando nos acerquemos a las urnas en el futuro. Y exijamos, después, que se respete nuestra Sanidad y a nuestros sanitarios. El voto no da derecho al despotismo durante cuatro años, ni nos convierte en siervos amordazados.


El cuarto estado, Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901)
El cuarto estado, Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901)


David Bowie, Heroes

HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA



Hay que joderse, uno sale de casa, escrupulosamente pertrechado como Matt Damon en The martian, a primera hora para no molestar a los demás, con la única intención de hacer la compra en santa paz y, mientras, dócil y obediente, guardas cola para entrar en el súper, ya te tienen que reventar el día. No, Joan Manuel, no: creo que, por mucho que nos esforcemos, hoy no va a poder ser. Porque, aunque hayas llegado a pie como es tu costumbre, tienes la desagradable sensación de haberte dejado el DeLorean en alguna parte
     Justo delante, el nostálgico, de unos sesenta y pico, arenga a una ancianita quizá no mucho más mayor que él —la vida, así de cabrona, pasa factura, y no siempre a los que debiera—: “[Bla, bla, bla, bla. Bla]… Estos señoritos todavía pretenden hacer creer que la sanidad pública la han inventado ellos. La sanidad pública —No sé muy bien si por “sanidad pública” entiende los internamientos en cárceles y campos de trabajo (esclavo) y "reeducación" (es decir campos de concentración), el tiro en la nuca en tapias de cementerios y cunetas, la Ley de Vagos y Maleantes o el rapto de niños de familias desafectas al régimen— la inventó Franco, tanto que lo critican. Y ahora, además de meterse con Ayuso, le echan la culpa de lo de los asilos también a Florentino Pérez —por sus inversiones en ese delicado sector tan mal gestionado, como en otros—”. Y más bla, bla, bla, bla.
     Yo mantengo la distancia social —en este caso, no solo por mi proverbial civismo, sino porque no me cabe duda, sin necesidad de test, que podría pegarme algo muy contagioso y realmente indeseado— y un escrupuloso silencio —No hago meditación, pero dispongo de un autocontrol fuera de lo común, fruto de mi muy cultivada disciplina—; la cortesía me impide inmiscuirme en conversaciones ajenas. No obstante, aún así, el tipo me mira de reojo desconfiado, con indicios de culpa; como un cachorro malcriado que acaba de cagarse en la alfombra. Se ve que, aunque la mascarilla solo me deja los ojos al descubierto, no debo de tener muy buena cara. Yo es que soy así de natural: a pesar de mi exquisita educación, cuando se me revuelven las tripas se me nota. Y tanto me hace perder la serenidad que, a pesar de mi memoria de elefante, se me olvida la lista de la compra. Que, aunque la llevo escrita, aprovecho la coyuntura sanitaria para poner en práctica el ejercicio de, con la excusa de no manipular objetos fuera de casa, aprendérmela de memoria. 
    “No, hable usted, hable. Si aquí, para muestra un botón, se puede decir cualquier cosa. Cualquiera. Si este, todavía, es un país libre. Gracias a unos cuantos. Algunos de los cuales, afortunadamente y de milagro, lograron sobrevivir a ese régimen que usted tanto echa en falta”.
     A Madrid, que fue la que más resistió y la última en caer en el 39, no la discriminan, como he escuchado últimamente; en Madrid, lamentablemente, nos significamos solitos.


Arturo Reque Meruvia, Alegoría de Franco y la Cruzada
Alegoría de Franco y la Cruzada, Arturo Reque Meruvia


Al bando vencido, Ismael Serrano




Hoy puede ser un gran día, Joan Manuel Serrat


CIVIL WAR



La foto, capturada unos años atrás en la Garganta de la Buitrera, en Gargantilla, en las proximidades del arroyo Pasafríos, ilustra cómo la naturaleza sabe sacar provecho de la misma muerte. Los huesos mondos no reflejan siquiera el final de la cadena: una vez deshechos, servirán también de abono a las plantas.
     No obstante, algo en mí se revuelve y advierte la necesidad de pedir disculpas; el símil parece indigno y ofensivo para los buitres, esas majestuosas aves, infinitamente más nobles que nuestros políticos.
    Últimamente, cuando cometes la osadía de ver una sesión en el Congreso, te asaltan aún más náuseas de lo habitual. Sobrevuelan los cadáveres oscuros animales carroñeros, de esos que no le hacen ascos a ningún tipo de despojo.
     Mientras inocentes, gentes de bien, mueren antes de tiempo y en vano, el más sórdido e infame "guerracivilismo", el populismo de derechas en general, tristemente, parece más sano y lozano que nunca.
     Parásitos, necrófagos y quienes se alimentan de la putrefacción engordan un poco más cada día, alentados por nuestra tolerancia y tácito consentimiento.

Hoy Europa conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial; pero en España que aún es diferente seguimos a navajazos.


Victor Mikhailovich Vasnetsov After the Battle between Prince Igor Svyatoslavich of Kiev and the Polovtsy
Victor Mikhailovich Vasnetsov, After the Battle between Prince Igor Svyatoslavich of Kiev and the Polovtsy (1880)


Civil War, Slash & Myles Kennedy (Max Sessions)


O en versión más cañera

Civil War, Slash ft.Myles Kennedy & The Conspirators

DOS DE MAYO, DÍA DE LA RESISTENCIA



     La foto fue tomada la mañana del 3 de marzo. Aunque algunos árboles comenzaban a florecer tempranamente, algo hacía presagiar la tragedia. Las torres son cuatro y no dos, pero el ambiente empezaba a evocar el de Mordor.
     Tardaremos mucho en ver la luz en Madrid. No vivimos en la Tierra Media, sino en lo que se diría tierra de nadie. 
     Pero esta ciudad es recia, y por tantas ha pasado. Saldremos una vez más, aunque tampoco ésta indemnes. Hemos perdido muchos hijos e hijas que esta antaño hospitalaria urbe, donde ya todos parecemos extraños, paradójicamente, hizo propios.
     Otrora Madrid se convirtió en un símbolo, un concepto; quizá hoy vuelva a serlo. Defendamos nuevamente sus imaginarios muros y abatamos los mentales. 
     Porque Madrid es tierra de todos. Así que, a oriundos y forasteros, feliz Dos de Mayo, día de la resistencia.


 Joaquín Sorolla Defensa del Parque de Artillería de Monteleón 1884
 Joaquín Sorolla, Defensa del Parque de Artillería de Monteleón (1884)


Pongamos que Hablo de Madrid, JoaquÍn Sabina y Viceversa (1986)

PROTEGER LA BANDADA

Zoo de Madrid Salome Guadalupe Ingelmo


     Protección Civil y Asuntos Sociales están desempeñando una admirable labor en municipios pequeños, me consta. Cuidan del bienestar de los más desprotegidos o vulnerables, empezando por nuestros mayores, para que ellos no tengan que exponerse al contagio: recoger medicinas, acercar víveres.... 
     En las grandes ciudades, sin embargo, el ciudadano se siente mucho más solo y desamparado, abandonado a su suerte o, en el mejor de los casos, dependiente de la solidaridad de vecinos. 
     Sin duda muchos profesionales se han dejado la piel en lugares como Madrid y aún lo siguen haciendo; pero, en tan vastos espacios, los esfuerzos resultan menos visibles y el calor se diluye.   
     Quizá, en estos marcos amplios, las administraciones no siempre sepan coordinar sus valiosísimos recursos humanos, ni protegerlos suficientemente.
     Si algo ha demostrado esta tragedia es que, en los lugares donde aún nos conocemos y reconocemos, allí donde ha sobrevivido el sentimiento de comunidad humana, somos infinitamente más fuertes. 
     Que no se congelen nuestros corazones en palacios de hielo. No burocraticemos jamás la vida ni la muerte.

Jose Garnelo y Alda - Fuenteovejuna
Fuenteovejuna, José Garnelo y Alda


Ain't No Love in the Heart of the City, Bobby "Blue" Bland


Ain't No Love In The Heart Of The City, Paul Carrack


Ain't No Love in the Heart of the City, Whitesnake

EL VERDADERO VIRUS


"El virus viene a sacar lo mejor de nosotros", dijeron.
Lamentablemente, tengo ya una edad: el síndrome de Peter Pan queda un poco lejos. Yo no habito esa realidad paralela fabricada con algodón de caramelo. El mío es otro país, uno bajo en azúcar: uno mucho más crudo y acervo. Como un fruto madurado mal o recolectado antes de tiempo.
Manipulación, descalificaciones, bulos, falacias, vulgar veneno... Abyectos intentos por sacar rédito político a cualquier precio. Incluso a costa de los muertos. Veladas o burdas alusiones a un levantamiento. Olvidamos demasiado pronto las consecuencias de un conflicto bélico. La guerra incivil alarga su sombra negra sobre los tibios cuerpos.
No sé si es mayor la repugnancia o la pena. Quizá nada sirva de nada. Acaso no exista redención posible; tal vez el hombre no tenga remedio.


Tiziano, Cain y Abel
Tiziano, Caín y Abel


Iva Zanicchi, La riva bianca, la riva nera

¡NO SOY UN ANIMAL!

Salomé Guadalupe Ingelmo, Calvario


Si algo sólido ha aportado esta pandemia hasta el momento es un fiel retrato de la naturaleza de cada uno de nosotros. Ya no cabe esconderse tras discursos deliberadamente ambiguos; en esta particular Semana Santa de Pasión, toda ha sido definitivamente revelado. Ha quedado muy claro quién es cada cual. Y yo no albergo ninguna duda al respecto de mi bando. ¡Honor, compañeros!


Fedor Andreevich, El campo maldito. Lugar de ejecución en el Imperio Romano. Los esclavos crucificados (1878)


La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese. BSO de Peter Gabriel (The feeling begins)


Now We Are Free, Hans Zimmer y Lisa Gerrard. BSO de Gladiator, dirigida por Ridley Scott

ESTRATEGIAS



Ahora Donald Trump, el brillante autor de estrategias innovadoras como “una bufandita sobre la boca y a producir”, congela los fondos estadounidenses destinados a la OMS, a la que culpa de haber minimizado los riesgos que entrañaba el COVID19, acusándola de ser responsables de la muerte innecesaria de muchos de sus compatriotas y del agravamiento de las previsibles consecuencias económicas. 

De todos es sabido que la teoría del gas involuntario en el ascensor o en el jacuzzi —es decir, la mejor defensa, un ataque— suele ser el argumento más recurrente entre los regímenes autoritarios y sin capacidad crítica —bien lo sabemos los españoles, a los que se nos vendió esa moto de la autarquía durante el largo franquismo—; pero a estas alturas de la película, viniendo de quien viene y teniendo en cuenta que el individuo en cuestión, en un vano intento por no ralentizar la economía del país, ni siquiera ha tomado medidas para un confinamiento drástico como los responsables de varios estados pedían urgentemente, la desfachatez pasma. 

Se comprende que el tipo ha de pensar en sus propios intereses de cara a la próxima campaña electoral. Aún aspira a rentabilizar de algún modo la tragedia que vive Estados Unidos, a la cabeza mundial en cifras de contagiados y fallecidos. Se propone, cuanto menos, amortiguar el golpe que supondrá para sus potenciales votantes esa trinchera infinita abierta en la conciencia con excavadoras: cuidadosamente rellenada con doble fila de ataúdes en un espacio que se diría suburbial, en los confines de un paisaje apocalíptico que algunos desearían desterrado al olvido cuanto antes. Mi mente rememora, involuntariamente, el desenlace de Gangs of New York, ese cementerio sin lápidas ni nombres. Y me digo que, bien entrados en el siglo XXI, las cosas no han cambiado tanto: el sueño americano y el “progreso” se siguen cimentando sobre los cadáveres de los prescindibles, sobre el sacrificio de los caídos. Pero es hora que ese gran país, si de verdad quiere ser grande, deje de soñar y despierte. Es hora de abandonar los cuentos de hadas y de ofrecer algo más que la espalda a los ciudadanos. Naturalmente, el “país de las libertades” será “libre”, una vez más, de hacer lo que guste en las elecciones; suyas serán las urnas y sus consecuencias. 

Entre tanto, yo propongo a nuestros ciudadanos —el Estado que haga lo que considere más oportuno—, los españoles, que son al tiempo consumidores, que dejen de adquirir productos de empresas norteamericanas: ni tecnológicos ni alimentarios ni de ningún tipo. Un individuo cuenta con la oportunidad de manifestar su opinión de varias formas, y esta me parece la más elocuente y persuasiva. Como a Donald Trump nadie le puede decir lo que tiene que hacer, a mí, a ti y al otro, tampoco. Cerremos el grifo. 

Para finalizar, yo pediría a los políticos que, en lugar de las payasadas, se dediquen a lo suyo, si es que acaso aún tienen claro de lo que va. Para los chistes, para escribirlos y contarlos, ya están los profesionales del humor, que son infinitamente más graciosos y mucho menos torpes. Y esto, por supuesto, va por Trump, por la señora Álvarez de Toledo y por todos sus compañeros —a los del circo integrado por distintas siglas políticas me refiero—. Pues sí, tiene razón ella: escuchando a otros, aprende uno a apreciar hasta a Rajoy. Sobre todo, cuando daba la callada —o el plasma— por respuesta. 



Joaquin Sorolla, Trata de blancas
Joaquin Sorolla, Trata de blancas (1894)


Gangs of New York, desenlace 


U2, The Hands that Built America 

DE VIRUS Y PANDEMIAS

Alien extremeño



¿Comienza la carrera por el control de un mapa estratégico de influencia en el escenario pospandémico? 

Ahora Donald Trump, que al tiempo sigue defendiendo tercamente la necesidad de mantener la producción —se entiende en aquellos sectores privados no estrictamente necesarios— para que la economía no se vea seriamente damnificada y el espejismo del sueño americano no se resquebraje, anuncia el envío de ayuda a Europa. Ahora que él mismo recibe apoyo sanitario de Rusia y China —presunta madre del “virus chino”, como adora llamarlo—. Ahora que su país, abanderado de la sanidad privada, ostenta ya la mayor cifra de contagiados. 

Me pregunto qué será de todos esos norteamericanos que no han podido costearse un seguro privado. Y, aunque no creo en Dios como normalmente se entiende —ya sabéis los que me conocéis desde antiguo, soy “creyente a mi manera”—, rezo por ellos. Hace un par de día, de hecho, leía el caso de una señora que tras ser dada de alta, ha recibido una factura de más de 35.000 dólares por las curas médicas a cuenta del COVID19 —un “bicho” mucho más resistente de lo que vaticinaba el presidente más dicharachero del barrio (me refiero a Barrio Sésamo, para los que tenéis menos edad), mente preclara de nuestra época: en contra de sus pronósticos, no se ha muerto al llegar el mejor tiempo—. Una factura que, dicho sea de paso, la buena mujer no puede ni lejanamente pagar. Imagino que, antes de tramitar su ingreso, los hospitales empezarán a informarse convenientemente sobre los posibles de infectados que no cuenten con seguro médico. 

Este es el mundo que hemos creado. Y todos, por acción u omisión, hemos contribuido a ello. No es distopía, sino sobrecogedor presente. 

Somos testigos, con menor estupor —porque la policía ya no es tonta; hemos visto demasiado y la inocencia, lamentablemente, no dura para siempre— que indignación, del espectáculo que ofrece una Europa ciega, sorda y muda, que repudia y vuelve la espalda a los países más afectados por la epidemia, como Italia y España. Hemos comprobado cómo en el país hermano, cuna del Renacimiento, algunos centros públicos descuelgan la bandera de la UE para colocar en su lugar la de China, que desde el primer momento se ha mostrado solidaria y ha intentado paliar la catástrofe enviando material sanitario y personal médico experimentado. 

Asistimos, sin duda, al finar de una era. El día después resultará imposible fingir que nada ha pasado. Ahí quedarán los numerosos féretros que aún esperan su turno en el Palacio de Hielo para recordárnoslo. Ya no es una película de epidemias; ya no es una ficción. El azote, en todas sus vertientes, es aterradoramente real. 

El escenario podría revelarse muy similar al que dejó el final de la Segunda Guerra Mundial. Asqueada por la depravación e inhumanidad de los regímenes fascistas, Europa protagonizó un giro a la izquierda. Entonces el Partido Comunista Italiano, el PCI, era el más potente al este de Europa. Ante el temor a que la “lacra” del comunismo se extendiese como un cáncer por el viejo continente, Estados Unidos decidió sostener y financiar la naciente oposición, la Democracia Cristiana —sobre estas actividades intervencionistas también abunda mi libro Pasolini: pasión y muerte. Crónica de un asesinato anunciado , especialmente en las páginas 81 y 125—, e intentó después orientar y determinar el destino político del país urdiendo y fomentando, a través de sus servicios secretos, la estrategia del terror y la desinformación que reinó durante los denominados “años de plomo”. Esa de la que fueron víctimas tantos ciudadanos anónimos y menos desconocidos, como Pier Paolo Pasolini. 

Él supo ver antes que nadie, mucho antes de que las pruebas fuesen evidentes, la conexión entre el poder y el terrorismo. A pesar de las consecuencias, denunció la corrupción reinante. Y por eso fue, como sostengo en mi reciente ensayo, asesinado. 

Ahora, más que nunca, se hace evidente que las advertencias del polifacético intelectual sobre el brutal crecimiento del consumismo, sobre la manipulación de los medios de masas y sobre la pérdida de identidad del individuo a esos factores vinculada, como he manifestado en una reciente entrevista, han permanecido ignoradas o subestimadas durante las últimas décadas. 

Ahora que nos mantenemos confinados, a solas con nosotros mismos, muchas personas se preguntan si tienen tanto sentido nuestras existencias. ¿Si yo hubiese de morir mañana, me marcharía en paz? ¿En qué consistió mi vida? ¿Habría servido para algo mi paso por este mundo? ¿Viví a fondo la existencia de un ser humano? ¿Cuáles fueron mis objetivos? 

Puede que hayamos llegado a final de línea. Puede que el virus haya dado la última estocada a un sistema, no me cabe duda, desde hace tiempo acabado y agonizante. El capitalismo salvaje, por su propia esencia, nació, como organismo que se alimenta de sí mismo, de sus miembros más débiles y prescindibles, con fecha de caducidad genéticamente impresa. De sobra lo sabía, pero no tenía reparos en seguir exigiendo el tributo de víctimas inocentes a cambio del beneficio. Lo hace todavía ahora sin pudor, cuando se resiste a que, en una situación sanitaria excepcional, los trabajadores no esenciales, por la seguridad del conjunto, se queden confinados en sus casas. Hace tiempo que no le importa actuar sin careta. Se ha vuelto extremadamente descarado; ya ni siquiera se preocupa de guardar las apariencias. 

Nosotros, con nuestro silencio, con nuestra indulgencia, con nuestra sumisión, se lo hemos consentido. Le hemos hecho creer que no existían límites. Hemos aceptado, indignamente, la marginación, la miseria, el dolor y la muerte a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, eran la marginación, la miseria, el dolor y la muerte de unos pocos: casos aislados y circunstanciales de algunos caídos en desgracia. Así nos consolábamos cínicamente. Sobre todo, si esos pocos estaban lejos, en el tercer mundo, donde solo podían incomodarnos ocasionalmente a través de las pantallas de televisión a la hora del telediario. 

Ahora los sistemas sanitarios colapsados son los de nuestras ciudades, las escenas dantescas no provienen de territorios en guerra endémica y quienes se arriesgan a quedar desatendidos y no regresar a sus hogares —o a quedarse sin hogares a consecuencia de las previsibles secuelas económicas de la catástrofe, que seguramente no asumirá el capital— son familiares o conocidos. 

Despidos, en el mejor de los casos, bajadas de sueldo, mayor precariedad —aún— en el trabajo... Porque el sistema seguirá, como está demostrando ya, intentando extraer el máximo beneficio hasta su último segundo de vida: exprimir hasta la última gota. 

Y todavía tenemos la desfachatez de hablar de parásitos o virus. Como reprochaba Ripley a Burke, alabando la coherencia y lealtad del letal organismo en Alien 2: El regreso, ellos, por lo menos, no se vuelven contra los de su misma especie: “al menos entre ellos no se matan por un maldito porcentaje”.


Usury is a great evil - Jacob Jordaens 1645
La usura es un gran mal, Jacob Jordaens (1645)


Pink Floyd, Money

Los verdaderos protagonistas estan aquí