Masacre de Wounded Knee, 29 de diciembre de 1890 |
Así resulta muy fácil llenarse la boca de "Patria". Las palabras vacías no suponen ningún esfuerzo y donde no existe dignidad ni honor no cabe el compromiso.
Que se lo cuenten a todos los afroamericanos, hispanos, asiáticos e indios nativos —y mira que, con sus famosas películas del Oeste, dejaron pocos y bien jodiditos— que dieron sus vidas por un país consagrado a amamantar únicamente a sus hijos predilectos, los supremacistas de siempre; al poderoso hombre blanco, encarnado ahora en un descendiente de inmigrantes cuyo único mérito consiste en haber heredado una fortuna familiar amasada gracias, una vez más, al sudor de otras frentes: a un lucrativo negocio de prostitución puesto en pie por su emprendedor abuelo alemán. Un racista que, olvidando sus humildes orígenes, reprodujo el mismo patrón imperialista y se compró no una sino dos mujeres —me refiero únicamente a sus esposas oficiales, no a todas aquellas a las que ha acosado, obviamente— del este de Europa, modelos.
Porque las razas inferiores —y ahí, por supuesto, habríamos de incluir a todo el sexo femenino, independientemente de su color— también tienen su utilidad. Lo importante es que no olviden jamás cuál es su papel y el lugar que les corresponde en una sociedad ordenada y respetable. Creo que lo dice la Sagrada Biblia.
Elizabeth Christ y Friedrich Trump |
Peones orientales durante la construcción del ferrocarril en Estados Unidos |
Esclavos durante la recogida de algodón en una plantación de Estados Unidos |
Richard Ansdell, La caza del esclavo |
We were all wounded at Wounded Knee, Redbone
Lithium, Evanescence
Bury my heart at Wounded Knee, Buffy Sainte-Marie
El avance de la "civilización" está lleno de genocidios.
ResponderEliminarAbrazos.
Es que, en efecto, a veces llamamos progreso a la involución... Tiene tela. Besos
EliminarExplotación y explotación. No cesa, es la vieja historia del hombre. Lo inexplicable es que muchos de los explotados aplauden. Lamentable, muy triste.
ResponderEliminarSaludos
Ya sabes, por terrible que parezca, al final el buey se acostumbra al yugo y ya no sabe vivir sin él. Besos.
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