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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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HE VISTO COSAS QUE VOSOTROS NO CREERÍAIS




     Todo este dolor se diluirá como el llanto en la lluvia. Un día, nos levantaremos y descubriremos que el tiempo, como siempre, ha desempeñado su función, la más ingrata.
     Pero todas esas chispas fugaces que se han apagado fueron personas: cada una de ellas tuvo, por unos breves instantes, antes de que se cerrasen, el universo infinito ante sus ojos.
     Un día, el tiempo y la lluvia habrán jugado su parte en este macabro devenir sin memoria.
    Cuando llegue ese día, recordad que, incluso bajo la lluvia, las lágrimas son saladas y están hechas de otra pasta. No os endurezcáis, no olvidéis. No permitáis que, cayendo, encuentren solo una tierra yerma.
                                                                                                                                                                                                                                                                                           (S. G. I., Madrid, 31 de marzo de 2020)


Stańczyk, Jan Matejko
Stańczyk, Jan Matejko


Como lágrimas en la lluvia, Blade Runner (Ridley Scott)


DÉJÀ VU

piedra de molino


Ayer tuve reunión de vecinos… En mi cabeza, mientras algunos, irreductibles, vuelven a la carga por enésima vez con los asuntos de siempre —¡en cada reunión durante los tres últimos años¡), solo hay espacio para Paolo Migone y su monólogo sobre la suegra.

Alcuni hanno nel cervello le cassertte C90: sempre le stesse cose, sempre le stesse cose…

Dio, abbi pietà di me e fa crollare le mura del condominio su tutti noi. ¡Muoia Sansone con tutti i filistei!

Solomon Joseph Solomon, Sansón
Solomon Joseph Solomon, Sansón (1887)


Paolo Migone, La suocera


Dead can dance, Echolalia

OTRA DOSIS DE IGNOMINIA EN EL TELEDIARIO

Salome Guadalupe Ingelmo - Templo Bel - Palmira
Templo de Bel, Palmira (Siria), 1996


Misión arqueológica italiana (Pisa-Bolonia) en Tell Afis, Siria 1996.
Si en Pisa me descubrí a mí misma, en Siria, en Palmira, descubrí a Dios.
De Siria, amén de su salvaje pero serena belleza —la belleza reposada de los años, del silencio en su desierto sin horizonte—, en mi memoria, sobre todo, la sobrecogedora hospitalidad de sus gentes, siempre solícitas con el peregrino. Esa hospitalidad a la que hoy no correspondemos.
Han pasado, por encima de todos nosotros, muchos años. Siria en 96… ¿Dónde estaréis hoy, compañeros?


Salome Guadalupe Ingelmo - Norias de Hama
Norias de Hama
Salome Guadalupe Ingelmo - Qal'at Sim'an - Iglesia de san Simón Estilita
Qal'at Sim'an, Iglesia de san Simón Estilita

La última mirada de Zenobia sobre Palmira, Herbert Gustave Schmalz
La última mirada de Zenobia sobre Palmira, Herbert Gustave Schmalz


The Cranberries, Zombie




SHOWING NO MERCY



Parece ser que Borges abandonó a su primera esposa despidiéndose a la francesa. Es decir, sin despedirse siquiera. Cuentan sus biógrafos que, saliendo ya por la puerta de casa como un día cualquiera, su mujer le preguntó, a sabiendas de que el plato le gustaba especialmente, si le apetecía cocido para la comida. Y él, sencillamente, con un cuajo espectacular, respondió que sí. No volvió para el almuerzo. Sencillamente no regresó nunca más. Había dado por concluido el matrimonio.
Supongo que su esposa habría considerado un detalle por su parte que la hiciese partícipe de sus planes. Imagino que esa pobre mujer hubiese agradecido saber que podía ahorrarse la molestia de poner su puchero al fuego. Especialmente porque algunos platos exigen una preparación lenta y laboriosa. En ellos invirtió una tanto mimo y esperanzas, tantas energías y afecto. Para verlos, después, desaprovechados y gélidos, correr descuidadamente por el sumidero.


La cocinera, discípulo de Murillo


Kings of Leon, Closer




QUISIERA SER COMO JASON BOURNE



Quisiera ser como Jason Bourne, que reparte hostias como panes con soltura y sin remordimiento. No deja que los malos abusen de él o de una conciencia pésimamente entendida. Quien la hace, la paga. Si lo buscan, lo encuentran. Sin exageraciones, sin revanchas. Ecuánime. Simplemente acción-reacción, en su justa medida.
Quisiera ser como Jason Bourne, que se cae como cada hijo de vecino, sí; pero cuando sucede, lo hace de pie, como los gatos. Y se levanta. Da igual lo grande que haya sido el trastazo: él, como si tal cosa, se levanta.
Quisiera ser como Jason Bourne, que se entiende con todo el mundo porque habla todas las lenguas aunque no recuerde haberlas aprendido. Yo ni siquiera logro entenderme con quienes comparten mi lengua materna. Y no es que no lo intente, que voluntad de diálogo me sobra. Sin embargo, a menudo sospecho que chapurreo otro idioma, uno con el que no consigo capturar el único interés que me interesa.
Quisiera ser como Jason Bourne, al que las heridas le resbalan. No es que el tipo haya nacido con la camisa, como dicen en Italia —lo suyo no es cuestión de simple suerte—; muy por el contrario, todos lo persiguen con aviesas intenciones. Lo hieren. Lo hieren con saña. Apenas nadie muestra piedad por él: lo acosan como a un animal, casi parece que intentasen privarlo de su condición humana. Y, sin embargo, sus heridas restañan a una velocidad envidiable. Sus cicatrices no lo marcan, ni siquiera lo afean.
Quisiera ser como Jason Bourne. Seguro que también él se siente terriblemente solo cuando analiza su situación, y probablemente se acurrucará hecho un ovillo buscando el consuelo que los demás le niegan. Posiblemente Jason Bourne también llore cuando nadie lo ve; pero, a él, en público, los regueros de rímel no lo convierten jamás en un patético oso panda. Nunca sucumbe al desaliento.
Quisiera ser como Jason Bourne: impermeable, inmune, indestructible. Aunque yo, sin embargo, soy simplemente humana. Pero todavía no estoy muerta.


Judith, Gabriel Ferrier


Pink, I'm not dead


SI LA MANO CEDE



SACRIFICIO
No puedes morirte todos los días:
se necesita demasiada energía.
Pero ya no te queda nada por dar.
Ni que perder.
De ti, ni un gramo.
Has de conformarte con perecer en silencio,
discretamente,
al compás del crac interior
—que al parecer solo tú oyes
o solo a ti interesa—;
doblegarte —puño en el estómago—
más sorprendida que sumisa.
Después, un descenso lento,
laxo,
de cadáver exanguinado.
Pobre ovejita lucera
con el cuello cercenado.
                                               S. G. I. Madrid, 10 julio 2019


Agnus Dei, Zurbaran
Agnus Dei, Zurbaran
 
Pink, “Sober” (Funhouse Tour Live in Australia 2009)

DE PROFUNDIS: CARTAS DESDE LA CELDA

Hervás, Puerto de Honduras



Ciertas tardes, a la caída del sol, uno sufre la puesta de corazón. Los antiguos sostenían que el astro, al ocultarse cada día, realizaba un peligroso viaje nocturno por el reino oscuro del inframundo, donde le acechaban numerosos peligros de los que, finalmente, salía ileso. Que moría y resucitaba con cada jornada, héroe imprevisiblemente reforzado.
Quizá, tras haber transitado la más honda ignominia institucionalizada, nosotros también resurjamos victoriosos. Quizá. Pero hoy, a la caída del sol, cuando uno sufre la puesta de corazón, esta sombría mazmorra, reservada sólo para una mayoría no privilegiada, parece carecer de fondo.


                                                                                                                                                                                                                                     S. G. I., Madrid, 8 de octubre de 2018



Interior de una prisión, Francisco de Goya
Interior de una prisión, por Francisco de Goya


Fantasia on a Theme by Thomas Tallis, por Ralph Vaughan Williams

CHURRAS CON MERINAS O EL CULO CON LAS TÉMPORAS



Que obtengas un título en una universidad pública sin reunir ninguno de los requisitos que al resto de ciudadanos se les exige sólo por pertenecer a un partido concreto, ostentar un determinado cargo u ofrecer prebendas o peculio, violando así las reglas del juego limpio y corrompiendo una institución respetable ‒que a veces alberga individuos merecedores de bien poco respeto‒, despreciando y perjudicando al resto de estudiantes ‒los que sí lo son y no reciben trato de favor‒, no se puede considerar prevaricación ‒y una sinvergonzonería inconmensurable que, con cara de cemento típica de quien no conoce qué es el pudor ni el honor, se proclama, mediante argumentos falaces y estúpidos, la norma‒, sino un hecho “anecdótico”. Todo lo anterior no es bochornoso ni constitutivo de delito ni motivo de dimisión para un cargo público, aunque resulta escandaloso e intolerable un hurto menor más triste que indignante. Por supuesto, siempre que uno se haya revelado tan torpe de abandonar tras de sí pruebas grabadas que las mentes más mezquinas usarán llegado el momento de la carnicería, una vez se abra la veda. El trastorno o enfermedad, si es que la hubiera, no merece piedad por parte de los fariseos defensores de la doble moral ‒los que aplaudían y jaleaban nuestros peores vicios: aquellos meramente anecdóticos‒; sino áspero reproche e incluso escarnio público. Porque la hipocresía es gratuita, y cada uno atesora toda la que puede.
Entre tanto, quienes no nutren un mínimo respeto por la cultura ni la educación pública siguen mirando desde el tendido, esperando que quiten a uno para poner a otro. Tanto da cuando no se sabe lo que es la ética ni se tiene integridad. Porque hay líderes, políticos en general, que recuerdan sospechosamente a Marx. Por supuesto, no a Karl sino a Groucho: “estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros”.
Así, suma y sigue, vender un curso de cuatro días en Aravaca como un posgrado en Harvard no es mentir, sino desplegar tal habilidad maquillando la realidad que bien merece ser celebrada con un título de máster en Marketing para añadir al currículum.
Querer recuperar los restos de los propios antepasados asesinados para darles digna sepultura no responde a amor y respeto, sino ‒puro revanchismo e interés‒ al deseo de mantener vivas las aburridas batallas del abuelito para alimentar el rencor entre compatriotas y para embolsarse subvenciones públicas. Pretender exhumar los huesos secuestrados y retenidos obedece no a justicia, sino a la retorcida voluntad de turbar la paz en un lugar de rezo ‒por el alma del dictador, digo yo, ya que se le hace una ofrenda floral diaria‒ y de destruir un monumento ‒al fascismo‒ patrimonio de todos los españoles ‒que sobrevivieron al régimen‒.
Que te acorralen entre cinco en un portal a altas horas de la madrugada, te aterroricen y te usen a voluntad contra la tuya como si fueses una muñeca hinchable no es violación, sino abuso.
Y así, como decía, suma y sigue.
En este país, a mí modesto juicio, tenemos serios problemas con las definiciones. Y con la escala de valores.


La muerte de Séneca por Manuel Domínguez y Sánchez
La muerte de Séneca, Manuel Domínguez y Sánchez

Billy Joel, Honesty


Feliz Navidad



En estas fechas tan entrañables, el más cálido abrazo.



Carol of the Bells

Cielos de Hervás: Amanece en la noche oscura del alma






Non monti, anime di monti
sono queste pallide guglie, irrigidite
in volontà d'ascesa. E noi strisciamo
sull'ignota fermezza: a palmo a palmo
Antonia Pozzi, Dolomiti


“El pueblo de mi padre dice que cuando nacieron el Sol y su hermana la Luna, su madre murió. El Sol le ofreció a la Tierra el cuerpo de su madre, del cual surgió la vida. Y de su pecho extrajo las estrellas y las lanzó hacia el cielo nocturno en memoria de su espíritu. Ahí tiene el monumento a los Cameron. Y también a mis padres”[1].

Por fortuna vive en uno de esos pocos sitios donde la contaminación lumínica aún no impide contemplar las estrellas. Mira hacia arriba y sonríe inconscientemente. Cree haber descifrado el mensaje uniendo los puntos luminosos. When the real mountain men are Kings…”[2], confirma la voz del MP3. Se dice que, en efecto, sin duda, ése es el cielo de nuestros padres. Antes de emprender el camino se concede unos segundos para admirar el prodigioso espectáculo. Apenas unos segundos; el trayecto es largo y las cumbres esperan. Aún reina la noche cuando abandona definitivamente el jardín y cierra tras de sí la cancela.

Transcurrida casi una hora de marcha, súbitamente el cielo se incendia. Amanece. Ante ella se despliega en
todo su esplendor una nueva creación. Una cada nuevo día. Se detiene a presenciar, en reverente silencio, el milagro que se renueva una y otra vez con cada amanecer. Cada día el mismo. Y cada día único y diferente. Lo que hasta hace unos instantes eran sólo sombras confusas se perfilan como enormes montañas de contornos rotundos y nítidos, cuya majestuosidad el ojo no abarca.

Mira hacia lo alto, hacia donde su voluntad aspira. Desde aquí abajo, llegar a ellas parece casi imposible. Ansiosa, dirige su vista hacia las cumbres: enormes y lejanas. Inalcanzables e inaccesibles… sólo en apariencia. Porque ella sabe –la experiencia se lo dice– que en pocas horas habrá tocado el cielo. Con la práctica ha aprendido que cada cosa requiere su tiempo, que la disciplina todo lo puede. En unas horas, ni siquiera tantas, estará allí arriba, en esa meta que hace apenas un suspiro parecía remota. Y ya no importará nada de lo dejará abajo. Porque es el ahora lo único que cuenta. Quedarán atrás amarguras, desencantos y traiciones. Arriba, lejos del mezquino mundo, mecida por el viento y protegida por las ramas, será ingrávida e intocable. En el camino, habrá aprendido a conocerse a sí misma. En el camino, se habrá vuelto recia como lo pinos que coronan las cumbres y generosa como los castaños que cobijan audaces vuelos. Pues Ella –el mejor ejemplo–, con níveo traje nupcial en invierno o vestida de invicto verde en verano, siempre acoge maternal al peregrino.

Mientras, abajo quedará el hombre. El hombre, que siempre defrauda. El hombre que, en su torpeza, sólo sabe construir efímeros paraísos artificiales. Por eso las chispas iluminan el cielo nocturno imitando burdamente el cielo estrellado. Es el resultado del devastador fuego que avanza sobre las cabezas de los bomberos y agentes forestales. El descomunal esfuerzo físico ya no conduce por las fértiles sendas del conocimiento interior, sino por las áridas veredas de difícil acceso en las que han sido encendidas las llamas para que su extinción resulte más compleja. Tal vez, incluso, para poner en peligro las vidas de semejantes que en nada se parecen. La recompensa de esos rostros curtidos y tiznados, de esos individuos esforzados, devastados por el agotamiento y el desconsuelo, en el mejor de los casos, consistirá en salvar el resto del monte y regresar a casa enteros.

Ante la infamia, ante la traición perpetrada una y otra vez por unos pocos y la indiferencia de la mayoría, sólo impotencia. También rabia. En respuesta, tras el extraordinario resplandor, el estremecedor alarido hiende el cielo y retumba entre las paredes rocosas, ahora desnudas y carbonizadas. Sus compuertas se abren y, de lo alto, deja caer el agua para refrescar la reciente herida. Un nuevo diluvio. Tal vez una noble advertencia que el hombre, sordo como siempre a todo lo trascendente, no sabe interpretar. Igual que hormigas, allá abajo, corren a refugiarse. Y como las hormigas, bajo la inmensidad del cielo, podrían ser aplastados un día. Aunque, en su inconsciente arrogancia, siguen abusando de la paciencia infinita.

Contra el cielo, contra el mismo cielo de nuestros padres, se recortan las montañas. Ellas se alzaban aquí mucho antes de nuestra llegada. Y aquí seguirán –incluso a pesar nuestro– cuando nosotros ya no estemos. Son las mismas que vieron los romanos al pisar estas extrañas tierra. Muchos, los mismos árboles –en pié aun viejos– que daban sombra a mi bisabuelo cuando se dirigía a la Chorrera por una senda hoy intransitable. Porque el hombre, en su estupidez e ignorancia, se va confinando entre estrechas fronteras. En lugar de derruirlos, construye muros. Y en vez de abrir caminos, se los cierra.

Hacia el cielo se alzan voluntades y aspiraciones; pero también humo y pavesas. Pues el hombre, en su recalcitrante mezquindad, busca obstinado el suelo: la satisfacción fácil, inmediata y pasajera. Se deja deslumbrar por el ilusorio fulgor del espejismo, del vil metal o la complaciente soberbia.

Y cuando, a fuerza de tropezar obstinadamente sobre la misma piedra, ya no quede nada, será un fundido en negro.

***

Este verano los incendios se han sucedido uno tras otro por toda la geografía española. El territorio extremeño no ha constituido una excepción. En concreto, en el término municipal de Hervás, sólo a finales de agosto, tres incendios en días consecutivos: la noche del 24, en fincas privadas de La Solanilla; la tarde del 25, entre Hervás y Aldeanuela del Camino y, finalmente, la noche del 26, en lo alto de la sierra –un fuego aparentemente con varios focos que se inició hacia media noche sin la intervención de rayos, y en cuya extinción seguramente no colaboró el fuerte viento–. Veníamos, ya, de otro incendio declarado el 9 de agosto en las proximidades del Pinajarro. Aciago recuento del que no podemos sentirnos orgullosos.

***

Contra el cielo de nuestros padres se recortan las llamas y sobre los montes de nuestros hijos se acumula la estéril ceniza negra. Ésta, si no hacemos algo, seguirá siendo nuestra sombría herencia. 




[1] De la película El último mohicano, adaptación cinematográfica de la homónima novela de James Fenimore Cooper rodada en 1992 por Michel Mann.
[2] De la canción Mountain men, de Jethro Tull.



Salomé Guadalupe Ingelmo, “Cielos de Hervás: Amanece en la noche oscura del alma”, en Cielos de Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández García coords., Dirección General de Turismo Junta de Extremadura – Fundación Xavier de Salas eds., 2017, pp. 226-231.


Loreena McKennitt - The Dark Night Of The Soul 
 

Con la cabeza en las nubes: VII Encuentro de Blogueros. Cielos de Extremadura



Os dejo el programa del VII Encuentro de Blogueros (2017), que se celebrará el próximo día 25 de noviembre en la Fundación Xavier de Salas (Trujillo) gracias a la excelente organización a cargo de nuestros compañeros José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández García.

Me cuenta un pajarito que el aforo está prácticamente completo. Deseando compartir con vosotros ese día y ascender de la mano a los cielos.   


VII Encuentro de Blogueros 2017, Fundación Xavier de Salas, Trujillo
Encuentro de Blogueros, Fundación Xavier de Salas (Trujillo)



Beneath a Phrygian Sky Loreena Mckennitt

CI VEDIAMO DA MARIO PRIMA O POI






A Salomé Guadalupe Ingelmo

Hay veces que las semillas se incendian,
que arrasan con los edenes marchitos
y atraviesan la demencia del día
sin temor de las insurrecciones en el costado letal de la noche.
Y desnudan toda la sangre, y la tienden al sol para nutrir la genista
a pesar de las ventanas amordazadas y de los barcos enjaulados lejos de la marea.
Hay estaciones de agua que estallan en la boca de las mariposas,
y parece que el mar se alarga como las manos de un niño
para acariciar el conejo crecido de la galera.
Y aunque nadie ve pasar a las hormigas bajo la lluvia,
llueve alegremente contra la luz de los semáforos y de los baricentros. Llueve
y las hormigas pasan y el incendio llega hasta la raíz del alba.
Y no importa que al otro lado del hemisferio derecho, los señores blancos no entiendan.
Ituzaingó, 17 de Noviembre de 2017



Sí, es cierto: “Certe notti, se sei fortunato, buissi alla porta di chi è come te”. Ya lo decía Ligabue allá por el 1995. Y lo sigue sosteniendo. Porque los viejos roqueros, como los viejos poetas, nunca mueren.



Áyax y Casandra, Solomon Joseph Solomon


Luciano Ligabue,  Certe notti (Torino 2006)


Luciano Ligabue, Certe notti (Monza, 2016)

CON OÍDOS Y OJOS ABIERTOS



Qal’at Sim’an o Iglesia de san Simón Estilita. Complejo cristiano del siglo V, Patrimonio de la Humanidad desde 2011. Siria 1996.

 
Simón el estilita pasó treinta y siete años subido a una columna en medio del desierto sirio. Como llegado un cierto punto la distancia del suelo no le pareció suficiente, decidió hacerse construir otra aún más alta. Y así sucesivamente.
Según dicen, la penitencia del santo era signo de humildad. Algunos, inocentemente, creen que su existencia debió de resultar muy dura, pues sólo disponía de una superficie de apenas cuatro pies para dormir y pasar el día procurando no caerse. Pero lo cierto es que Simón había encontrado el retiro perfecto, su remanso de paz. Y allí, aislado del panorama que contemplaba sólo ocasionalmente desde lo alto, estaba a salvo. Porque hasta allí no llegaban los cantos de sirena del maligno. Aunque tampoco los del hombre, claro. No podían alcanzarle las voces del mundo: ni los gritos de los niños hambrientos ni los sollozos de los ancianos desprotegidos ni las súplicas desesperadas de los padres impotentes. Allí, en su torre de orgullo o su parapeto de cobardía, estaba a salvo de todo. Sobre todo de sus propias debilidades y miedos. De sus compromisos. De sus semejantes y las cotidianas miserias: de su propia humanidad,
De hecho, si Jesús, salvando tiempo y distancia, hubiese acertado a pasar por allí, en efecto habría clamado en el árido desierto lanzando una semilla estéril. Pues, desde su posición, el impasible santo no habría escuchado las fraternales enseñanzas.
Simón, turbado por los vulgares asuntos humanos, decidió retirarse al desierto para vivir en continua penitencia. O lo que es lo mismo, en continua ausencia. Allí, después de morar en una cisterna seca y una cueva, importunado por las voces de la numerable gente que por admiración le visitaba ‒apartándole de la vida contemplativa y la oración y acercándole a la tentación‒, decidió que le construyeran una columna de tres metros de altura, luego una de siete y por último otra de diecisiete.

Pero ahora, hermanos, no es tiempo de ascetas, sino de santos más humanos sin los oídos llenos de cera.


 Raquel Forner
Presagio, por Raquel Forner

 
David Bowie, Cat people (Putting Out Fire). Video de Bruno Aveillan

SIEG HEIL



El fascismo hace uso del chantaje sin pudor. El fascismo toma rehenes. El fascismo pretende siempre imponer sus reglas por la fuerza y no por la razón. El fascismo no entiende de bandos ni partidos. El fascismo no es honra ni siquiera para los suyos, si es que realmente lo fueron. El fascismo no le hace ascos a nada y, cual Cronos sin escrúpulos, acaba alimentándose sin empacho de sus propios hijos. Pero junto con ese abominable banquete, consume también su propio tiempo. Y en esa loca carrera sin vuelta atrás, se precipita hacia el despeñadero.


A lo mejor es que no hemos evolucionado tanto como queremos creen. A lo mejor es que las trincheras siguen abiertas.
 


David Olère_El ogro de las SS
David Olère, El ogro de las SS


Ismael Serrano, Al Bando Vencido


Ismael Serrano, Papa cuentame otra vez

SULLO STESSO VAGONE



           Texto Finalista del IV Premio Internacional de Poesía Jovellanos 2017 (“Sullo stesso vagone”, El mejor poema del mundo 2017, Ediciones Nobel, Oviedo: 2017, pp. 98-102)





Salvador Dalí, El escritorio antropomórfico




Kaleo, Way Down We Go


Los verdaderos protagonistas estan aquí