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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

SOLANA DE ANDRÉS A 21 DE DICIEMBRE. CÓMO VESTIRNOS PARA SUBIR A LA MONTAÑA EN ESTAS FECHAS

El recorrido de hoy nos servirá como pretexto para analizar los problemas que podréis encontrar recorriendo la pista que discurre por encima de la Heidi. Antesdeayer, un día en el que cómo los habitantes de Hervás habrán podido observar hacía bastante más frío que hoy, me acerqué al Pinajarro (para ser exactos a la cascada que hay algo más adelante) y pude comprobar el estado de la pista superior en ese sector de la montaña. Quizá mañana os cuelgue algunas fotos del Pinajarro y analicemos muy someramente los inconvenientes de esa ruta en este periodo.
Lo que me interesa realmente es que tengáis bastante claro cómo deberéis vestiros para transitar a esa altura en estos momentos. Por supuesto también os daré un par de indicaciones sobre los riesgos principales en esta ruta en concreto. Aunque mi consejo es que no la afrontéis en invierno si no estáis perfectamente seguros de haber entendido a dónde vais y de que estáis en condiciones física y mentalmente para hacerlo. Esto lo podrá valorar correctamente sólo quien ya la haya recorrido con buen tiempo y esté al corriente de su dureza. No obstante, debéis tener en cuenta que el invierno la vuelve aún más exigente. Las rutas que habéis recorrido con buen tiempo os desgastarán muchísimo más en invierno, y eso es algo que no se puede perder de vista. Os exigirán muchísimo más en la físico, pero es que además, al comprobar que no avanzáis al ritmo que esperabais y que vuestro cuerpo se resiente más de lo previsto, os desgastarán mucho más también psicológicamente.
Dos cosas fundamentales que debéis tener en cuenta y que van estrechamente ligadas es que en este periodo, en contra de lo que quizá mucha gente crea, os deshidrataréis fácilmente, ya que estos recorridos exigentes realizados con todo el equipo que lleváis encima os impondrán un esfuerzo considerable. Evidentemente en buena medida esa fuerte deshidratación se debe a que le estáis exigiendo muchísimo a vuestro cuerpo.
Por otro lado existe la incomodidad añadida de que ejecutareis calados casi todo el trayecto. Por eso es fundamental el uso de la ropa técnica que impida que todo ese sudor que habéis generado por el esfuerzo entre en contacto con las bajísimas temperaturas del ambiente. Es únicamente eso lo evita que pilléis lo que no está escrito. Por eso nada de desabrocharse las prendas porque en determinados momentos me siento muy sudado. Uno se aguanta y punto. En cuanto abráis una brecha aunque sea mínima en ese sistema tan bien calculado (por eso es importante pensar tan bien cómo colocar los estratos de ropa que llevaremos encima) habremos puesto en peligro nuestra caminata: no sería raro que empezásemos a notar el frío mortal que provoca la ropa calada en contacto con las ráfagas de aire gélido, y entonces tendríamos que abandonar. Debéis recordar siempre que estáis ejecutando un recorrido muy largo y que habréis de ser prudentes (con el detalle de la ropa como con tantos otros) durante bastantes horas.
Os recuerdo además que ahora se hace de noche muy pronto. El problema no es sólo la pérdida de visibilidad (os recomiendo llevar siempre una linterna dínamo): debéis saber que las condiciones térmicas empiezan a cambiar muchísimo de las 14:00 en adelante. No es extraño, por ejemplo, que donde a la ida no habéis encontrado hielo sino sólo humedad, a la vuelta sí haya placas que os pueden hacer resbalar.
Hoy os voy a dar la información que considero esencial casi telegráficamente. Creo que es lo que procede. Os vuelvo a rogar que no emprendáis esta ruta si no estáis en perfectas condiciones físicas, no os equipáis convenientemente y no sois plenamente conscientes de lo que estáis haciendo. Habrá quien se diga “¿si te preocupa que la gente corra algún peligro yendo hasta allí, por qué hablas de este recorrido, que es casi como alentarles?”. Lo hago sencillamente porque creo que prevenir es mejor que curar: describiendo la realidad espero asustar lo suficiente a quienes no deberían tomar esta ruta y dar unas indicaciones que pueden ser de utilidad a quienes sí están en condiciones, por su físico y experiencias previas, de hacerlo. De todas formas, mis indicaciones no son más que eso. Lo importante en la montaña es razonar, usar la cabeza y estar atentos constantemente, observar cuanto nos rodea, porque de ello puede depender nuestra propia seguridad. No debemos relajarnos jamás hasta haber vuelto al pueblo. Recordad que la mayor parte de los accidentes se producen por exceso de confianza o falta de atención. Ya sé que estar atentos exige luchar contra un cansancio que a veces puede ser monstruoso, pero hay que hacerlo.

ROPA
Yo hoy llevaba
por arriba, de dentro hacia fuera:
camiseta técnica interior para deportes de invierno
2 camisetas técnicas exteriores de manga larga
chaqueta técnica
forro polar muy grueso
2 anoraks (si, he dicho dos, uno encima del otro)
braga polar
gorro de lana
2 capuchas impermeables
Por abajo, de dentro hacia fuera:
ropa interior larga técnica para deportes de invierno
pantalón técnico grueso
pantalón de esquí
3 pares de calcetines
botas cortaviento y repele agua
Iba bien, pero no me sobraba nada Y debéis tener en cuenta que la lluvia que nos ha caído durante todo el día ha hecho que las temperaturas subiesen ligeramente. Quienes lleváis gafas debéis tener claro que si camináis por la montaña bajo la lluvia (siempre convenientemente equipados), veréis muy poco o nada según la cantidad de agua que caiga. Ciertamente en la ruta que afrontamos hoy para quien no lleve gafas las circunstancias no serán mucho más favorables, ya que el viento nos azota en buena parte del trayecto no sólo con la lluvia, sino con la nieve y hielo arrancados de la montaña, así que llevaremos los ojos llenos de agua y nieve, las pestañas, permanentemente caladas... En fin.
El consejo para quienes llevéis gafas es que no os coloquéis la braga polar cubriéndoos la nariz. Si lo hacéis, en breve no veréis nada, ya que el vaho se condensará en los cristales y allí permanecerá durante todo el trayecto. Ajustaos bien el cierre justo por encima del labio superior, pegadito a la nariz pero no cubriendo ésta. Así os protegeréis la garganta del aire gélido que a menudo parece quemarnos los bronquios y veréis perfectamente.
A aquellas de vosotras que tengáis el pelo largo os resultará especialmente cómodo haceros un moño. Éste actuará como tope para el gorro de lana y evitará que tengáis que ajustároslo cada dos por tres. Así las orejas irán siempre bien protegidas.

COSMÉTICA
Evidentemente a la montaña no es el caso de ir maquilladas, resultaría un engorro. Con estos fríos es obligado protegerse los labios. Por cuento respecta a la cara, yo evitaría usar crema: os impide transpirar correctamente y resulta muy incómodo. Si no veis que es absolutamente necesario (comprendo que a algunas personas la piel se les corta con extrema facilidad), esperad a volver a casa para daros una buena crema hidratante: a base de miel, almendras o algo así.

A QUÉ DEBEMOS PRESTAR ESPECIAL ATENCIÓN
Aparte de la ropa hay algo fundamental que deberemos tener siempre en cuenta, no quedarnos sin agua. Cómo os decía antes, en este periodo nos deshidratamos fácilmente. Ya vimos en su día que este recorrido en particular es muy pobre en puntos dónde podáis abasteceros. Tenéis el pilón-piscina de la Heidi y, una vez entrados en la pista de la Solana de Andrés (sobre la ruta se puede consultar la entrada colgada en verano), sólo otro pilón de este tipo (hay un tercero, pero estuvo seco en verano y lo sigue estando ahora. Evidentemente el Ayuntamiento tendría que preocuparse bastante más de mantener en buen estado las fuentes).
Sin embargo en este periodo hay un factor que juega a nuestro favor. Cuando ya discurramos muy cerca de las cumbres observaremos algunas escorrentías. Aunque esa agua procedente de la nieve derretida discurra por el suelo, os aseguro que la podéis beber con mucha más tranquilidad que la que sale del grifo de casa. Por otro lado, en caso de necesidad, también sería posible derretir un poco de nieve.
La nieve es, por tanto, un buen aliado por cuanto respecta al agua. Pero se convierte también nuestro principal enemigo: el mayor riesgo en esta ruta son las placas de hielo generadas por la congelación de la nieve acumulada sobre el camino. En los puntos donde el agua de las escorrentías atraviesa la pista, la nieve acumulada se hiela y se vuelve extremadamente resbaladiza. Resulta muy peligroso porque a menudo la superficie parece nieve, pero en realidad debajo hay hielo. Uno cree que puede pisar con precaución, pero más o menos tranquilo, y no es así. Yo os recomiendo que durante todo el trayecto circuléis por el centro de la pista, sin embargo es estos tramos deberéis abandonarla y pisar por la cuneta. Ya sé que ahí también se ha acumulado nieve, y que hay piedras y retama y zarzas y no se camina bien, y el agua de deshielo ha generado charcos… Todo eso es verdad, pero mucho mejor es pincharse, arañarse o incluso mojarse las botas (siempre que no llegue al punto de que nos arriesguemos después a que se nos congelen los pies) que despeñarse. A lo mejor creéis que exagero, pero no es así. En estos puntos donde las placas de hielo son tan traicioneras (las distinguiréis a poca experiencia que tengáis. Lógicamente coinciden con los pequeños tramos encementados para minimizar los efectos de la escorrentía sobre la pista) Incluso caminando con mucho cuidado y con botas de muy buen agarre, si circulaseis por la pista resbalaríais seguramente. Dada la pendiente, si resbaláis lo hacéis hacia el precipicio. Aunque la pista es relativamente ancha, os advierto que a veces podéis deslizaros por más de un metro de distancia. Esto os da una idea de lo que pueden ser las consecuencias. Yo misma hoy, aún imaginándome este problema y yendo con extremo cuidado, me he quedado a unos treinta centímetros del precipicio. Parecen muchos centímetros, pero cuando ves que no te frenas, ya no lo percibes igual.
Es muy importante que tengáis en cuenta cómo reaccionar si os sucede algo así. Lo natural cuando uno se da cuenta de que se sigue deslizando y no se para ni tiene a qué agarrarse, es mover brazos y piernas. NO HAY QUE HACERLO. Eso en el mejor de los casos os desestabilizaría y os haría caer al suelo. En el peor, seguramente aceleraría vuestra marcha y os mandaría derechos al precipicio. Mantened la calma (ya sé que no es fácil y por eso os repito siempre que en la montaña es fundamental tener la cabeza fría), separad piernas y brazos intentando mantener la verticalidad (si habéis practicado algún tipo de arte marcial en la que os hayan enseñado a visualizar internamente vuestro baricentro, puede resultar útil) y no efectuéis ningún movimiento, jamás nada de aspavientos. Por su puesto, si sois creyentes, no viene nada mal pedir un poco de ayuda para frenarse a tiempo.
Para esos puntos especialmente conflictivos quizá no vendría mar llevar unos crampones. El problema es que hay que cargar con ellos hasta allí arriba y, dadas las fortísimas pendientes de esta ruta, la idea produce escalofríos. Cierto es que yo soy poquita cosa (recia, pero poquita cosa al fin y al cabo), así que quizá para otros ese peso añadido no resulte tan traumático.

PARA LOS AFICIONADOS A LA FOTOGRAFÍA
En este trayecto os resultará dificilísimo sacar fotos. Incluso si no encontráis lluvia, debéis tener en cuanta que casi todo el tiempo os azotará un viento fortísimo que a veces amenaza con llevarse volando la cámara y también a vosotros. Además ese viento arrastra nieve y pedazos de hielo de la montaña. Éstos os golpean la cara, pero también acaban sobre el objetivo de vuestra cámara… La única solución para evitar gotas en las fotos es limpiar constantemente y ser muy rápidos. Sin embargo, cómo hay muy poca luz, esto último no es siempre tan sencillo

EQUIPÉMONOS PARA SUBIR AL PINAJARRO O RECORRER LA HEIDI CON EL INVIERNO EN PUERTAS

Cierto es que no muchos se lanzan hacia el Pinajarro o emprende cualquier otra ruta larga a la ligera, pero como con la llegada del otoño veo salir por la montaña a personas que claramente no llevan ni el equipo mínimo indispensables y oigo noticias preocupantes año tras año, me he decidido a dedicar unas pocas líneas a indicaros cómo están las cosas por allí arriba en estos momentos. No os robaré mucho tiempo, sólo el suficiente para describiros lo que llevo yo en mis salidas en esta época del año. Claramente esto no quiere decir que debáis llevar exactamente el mismo equipo ni muchísimo menos, pero sí os servirá para tener una idea más clara que lo que os vais a encontrar y de cómo afrontar las inclemencias del tiempo.
En los días más despejados, lo más normal es que podáis salir del pueblo con ropa técnica. Unos pantalones técnicos, camiseta técnica de manga larga y chaqueta técnica encima puede ser suficiente. En la mochila debería ir un forro polar grueso, una chaqueta de trekking paravientos e impermeable y unos buenos guantes (personalmente prefiero los polares si no llueve; me dan una sensación de mayor calidez que los de esquí a los que recurro cuando hay riesgo de mojaduras). Mi consejo, especialmente si salís temprano, es que llevéis puesto un gorro de lana desde el principio, porque las orejillas pueden llegar a sufrir bastante, y una braga polar bien ajustada al cuello.
Al respecto de la chaqueta táctica, os recomiendo que os quede ligeramente grande. Lo importante es que la goma de ajuste inferior llegue por debajo del traserillo. Aunque haga un frío que pela, si camináis a buena marcha, sudaréis bastante, sobre todo si subís por la Solanilla, que es considerablemente empinada. La camiseta técnica expulsará hacia fuera ese sudor, evitando que notéis la piel empapada. Entonces el sudor topará con la chaqueta técnica. Una chaqueta técnica es un invento fantástico que evitará que ese sudor se quede frío a causa de la temperatura exterior. Al cabo de muchos kilómetros, el sudor se condensará entre vuestro cuerpo y la chaqueta y acabará escurriendo y acumulándose en la goma de cierre inferior. Por eso es mucho mejor que esta goma no quede a la altura de los riñones.
No obstante, hacia los mil metros de altura, especialmente en las zonas de umbría de la pista Heidi, empezaréis a notar un cierto frío incluso a través de la chaqueta técnica. Si el día está muy despejado y hace sol, lo más normal es que podáis continuar de esa guisa hasta los 1200 metros de altura o un poco más arriba, pero de ahí en adelante se hará necesario un nuevo estrato de ropa. En la práctica esto significa que tendréis que poneros el forro polar al abandonar la Heidi y tomar la pista superior (sobre el trayecto hacia el Pinajarro se puede consultar la correspondiente entrada). Si vuestra intención no es subir al Pinajarro sino recorrer la Heidi, os prevengo que en dirección a San Gregorio encontraréis largos tramos en los que el viento puede llegar a ser muy fuerte. Allí también tendréis que circular con el forro polar. Además conviene que tengáis en cuenta que, al atravesar los arroyos que discurren por la pista, hay buenas posibilidades de que lleguéis a mojaros las botas, especialmente ahora que la pista está cortada a la altura de Arroyo Forero (sobre esta noticia se puede consultar la sección Ultimísima hora).
Un consejo útil para las chicas: cuando compréis el forro polar, no caigáis en la tentación de adquirir el que os queda mejor, sino el que resulte más cómodo y práctico. Esto a menudo significa comprar uno de caballero de la talla S o M. Los de señora suelen llevar pinzas para el pecho y quedan más entallados. Lógicamente ese corte hace que estemos monísimas con ellos, pero no nos ofrece la misma movilidad que un saco sin formas como suelen ser los de chico, y ello puede resultar muy importante durante una emergencia: si me tengo que agarrar a algún sitio con una cierta premura, conviene que no me tire la sisa. Como no me canso de repetir, lo más importante es la seguridad. Una vez que hayamos bajado, tendremos todo el tiempo para arreglarnos; para cada cosa hay un momento. Además tampoco viene mal que el forro polar no quede demasiado ajustado, que se cree una pequeña cámara de aire entre él y la chaqueta táctica, lo que también permitirá que no llevéis el sudor pegado al cuerpo.
A medida que nos acerquemos a la plataforma del Pinajarro, dependiendo de cómo esté el día, sacaremos o no la chaqueta paravientos. Y desde luego va a ser muy difícil que no necesitemos los guantes en el último kilómetro largo encementado, en el que el frío suele ser especialmente intenso y se acumula el hielo. Por supuesto estoy hablando de lo que advierto en este momento, con días soleados en los que en el pueblo no hace demasiado frío. No obstante, diría que lo más normal es que dentro de muy poco sea ya necesario el forro polar desde el comienzo de la marcha y otro estrato más de ropa en la mochila.
En los pies son aconsejables dos pares de calcetines para trekking y unas buenas botas de senderismo, con una suela lo suficientemente alta y con buen agarre. Si el tiempo empeora, no estará de más que sean impermeables.
Resumiendo por cuanto respecta a la ropa, lo más importante es cubrirse por capas y evitar que esos estratos desaprovechen las cualidades de la ropa táctica. Si me coloco como primera capa una de lana o algodón, que se empapa, pesa y mantiene el sudor pegado al cuerpo, no sirve de nada o sirve de mucho menos la chaqueta táctica que me coloco encima.
No creo que el resto del contenido de vuestra mochila deba variar demasiado respecto a lo que lleváis en ella en verano. Diría que lo más importante es el agua, si fuese necesario, algún alimento ligero (como barritas energéticas) y, ahora que anochece muy temprano y demasiado rápido, una linterna dínamo por si no hubiésemos calculado bien las horas de luz o algún imprevisto nos impidiese avanzar a la velocidad calculada. No obstante, ya sabéis que hay que evitar por todos los medios que la noche nos pille arriba, muy especialmente ahora que las temperaturas bajan muchísimo. Por eso es fundamental que calculéis bien el momento en el que debéis emprender el regreso.
Debéis tener en cuenta que la fuente desde la que parte la pista superior que nos conduce hasta el Pinajarro sigue seca. Como vimos en su día al hablar de la Heidi, a menos de un kilómetro encontréis la siguiente fuente. Si la cantidad de agua que transportáis no fuese suficiente para llegar hasta la que precede a las que encontraréis en la plataforma del Pinajarro, es aconsejable que sigáis por la pista para recoger agua y volváis después sobre vuestros pasos para desviaros hacia el Pinajarro. A pasar de que ahora el riesgo de deshidratación es infinitamente menos intenso que en verano, os aconsejo que llevéis un litro o litro y medio de agua y vayáis repostando cuando resulte necesario.
Por último indicaros que en estos momentos a las 7:15-7:30, si el día no está nublado, se ve lo suficiente como para emprender la marcha. Si no conocemos bien el camino es preferible salir un poco más tarde, cuando la visibilidad sea total.
No creo que aquellos de vosotros que hayáis caminado por estos parajes con buen tiempo necesitéis más comentarios por el momento. No obstante, como con la llegada de los fríos nos son pocas las noticias que nos informan de la desafortunada pérdida de vidas humanas a menudo debidas a imprudencias, en breve me animaré a recordar un par de principios básicos que habría que seguir cuando decidimos caminar por la montaña en este periodo del año. Todos ellos resultan bastante evidentes, pero aún así siguen muriendo excursionistas cada año, así que quizá no esté de más recordarlos una vez más.

PARA QUIENES SALÍS AL MONTE CON VUESTROS COMPAÑEROS DE CUATRO PATAS, EXTREMAD LAS PRECAUCIONES CONTRA LAS SALAMANDRAS

Para empezar desearía puntualizar que las salamandras son seres adorables y muy atractivos. No hay por qué temerlas; son animalitos inofensivos que evitan al ser humano y demasiado a menudo perecen aplastados bajo los neumáticos de los coches. No son agresivas, pero tienen la desgracia (o fortuna para ellos, pues en realidad carecen de otra defensa contra los depredadores) de poseer glándulas venenosas. La secreción lechosa que rezuma la piel de la salamandra es irritante si se pone en contacto con ojos o boca, aunque no resulta peligroso para el hombre.
Es un privilegio verlas, pues se suelen esconden bajo la hojarasca húmeda. Pero esto no quiere decir que no descansen en el sotobosque que nosotros recorremos durante nuestras caminatas. Nuestros perros, que conservan aún una parte de sus instintos s pesar de la domesticación a la que han sido sometidos durante milenios por el hombre, muy a menudo son capaces de detectar su presencia incluso sin verlas. No es raro que entonces efectúen movimientos anómalos alrededor de la hojarasca en la que se esconden, una especie de danza circular entre curiosa y frenética. Quizá pretenden marcar su presencia, pero el problema es que algunos perros no se conforman con eso y deciden degustar uno de estos animalitos. Las consecuencias pueden ser fatales: conozco algunos casos de perros de pequeñas dimensiones muertos en estas circunstancias. Conviene indicar que algunos de ellos eran perros de Hervás, perros de pueblo. Esto demuestra claramente que esa teoría según la cual sólo los perros de ciudad han perdido una buena parte de sus instintos y son incapaces de discernir los peligros, no es correcta.
De aquí en adelante hasta que se acerquen los calores del verano y la sequía impida la presencia de las salamandras, mi consejo es que a la menor actitud extraña por parte de vuestros perros, os aseguréis de apartarlos de la zona en la que es probable que haya una escondida. No obstante, al mismo tiempo os rogaría que procuraseis proteger a estos bellos animales que además de ser una joya de la naturaleza ayudan a reducir la población de insectos molestos.

CON LA MONTERÍA DE JABALÍ CELEBRADA AYER SE CIERRA LA TEMPORADA DE CAZA DE ESTE ESPLÉNDIDO ANIMAL SOBRE LA PISTA HEIDI

Los amantes del Pinajarro y la Heidi estamos de suerte: el sábado y el domingo se celebraron las dos últimas partidas de caza mayor de jabalí en las montañas de Hervás. Como venía siendo habitual todos los fines de semana desde que se abrió la veda, ambas se desarrollaron a lo largo de la pista Heidi y de la pista superior que conduce al Pinajarro. Afortunadamente no hubo percances que destacar. Los cazadores que participaron en la montería del domingo clausuraron el día con una comida comunitaria en la que prepararon una parte de las piezas y en la que seguramente se divirtieron mucho. Nos congratulamos por ello y porque los senderistas de nuevo podremos transitar por las pistas los fines de semana sin preocupación alguna. No nos cabe duda de que si a alguien le asalta la tentación de no respetar las normas, ahí estarán nuestros amigos los forestales para combatir a los furtivos. Me consta que ya hoy también la Guardia Civil vigilaba que no hubiese movimientos sospechosos en la zona.
Sólo una petición que hacer: en mi última subida hacia el Pinajarro he encontrado no pocos restos de papel de aluminio y película adherente para envolver alimentos a los bordes de la Pista Heidi... Señores cazadores, les rogaría que tuviesen un poco más de cuidado con estos detalles que no son de poca importancia, ya que estos restos no son biodegradables. Y quizá algunos de ustedes se digan “esta mujer la tiene cogida con nosotros”. Pues no exactamente. Es cierto que preferiría que los bichos pasasen a mejor vida de muerte natural, pero intento respetar y, en la medida de lo posible, comprender lo que me es ajeno (siempre que se atenga a las normas del juego). Algunos de ustedes saben bien que, cada vez que les encuentro, les saludo cordialmente, a pesar de que su presencia significa que yo deberé cambiar de ruta (lo que cuando ya llevas una buena ristra de quilómetros en las piernas, no hace demasiada gracia). Me dirijo a ustedes sencillamente porque no son muchos quienes transitan esos parajes, y he podido comprobar que los restos han aparecido desde que se vienen celebrando cacerías cada fin de semana.
Llevan ustedes unos morrales bellísimos de cuero que yo les cambiaría sin pensármelo dos veces por mi mochila; no cuesta nada meter el papelito que envolvía el tentempié en esa joya que se cuelgan al hombro y llevárselo de vuelta al pueblo. Entre otras cosas porque el papelito no pesa y además suben ustedes a la montaña en coche. Todos debemos un respeto a la naturaleza, especialmente los que disfrutamos de su generosidad de una forma u otra.

PISTA HEIDI CORTADA POR OBRAS

Todos aquellos que normalmente circuláis por la pista debéis saber que en este momento está cortada a la altura del arroyo Forero. Cuando digo que está cortada no me refiero a que hayan colocado los habituales carteles de “cortado por obras”, sino que unos pocos metros están intransitables: literalmente la pista ha desparecido. Si os veis obligados a recorrer toda la pista a pesar de ello (como me ha ocurrido a mí hoy), tendréis que saltar con mucho cuidado entre la maquinaria pesada, piedras y tierra removida y atravesar el arroyo procurando no resbalar y caer al agua (terriblemente fría en este periodo). Aunque no tengo muy claro que os permitan hacerlo quienes trabajan allí durante la semana por vuestra propia seguridad. Tengamos paciencia, pues el mantenimiento de la pista es importante especialmente en los puntos en los que los arroyos la atraviesan, y más aún ahora que allí arriba están llegando los fríos intensos y el hielo en las zonas umbrías.
Me parece importante mencionarlo, ya que hoy he podido comprobar que incluso muchos cazadores no están al corriente, aunque en este periodo salen muy frecuentemente por la zona

LAS INVASIONES BÁRBARAS NO RESPETAN LA POESÍA DE LO ETERNO

Un día, hace más o menos un mes, a los pies del Pinajarro surgieron, como las setas con los primeros rayos de sol tras una jornada lluviosa, unas barandillas y unos bancos de madera ―un mobiliario rústico, pero un mobiliario al fin y al cabo― en medio de los orgullosos pinos y los piornos ariscos. Las inmortales piedras comenzaron a mirar aquellos objetos desconocidos que pretendían suplantarlas con resquemor, y los pájaros evitaban posarse sobre ellos.
Si te abstraes del paisaje, si no piensas lo cerca que te encuentras de las nubes, si te olvidas de asomarte al precipicio y mirar hacia abajo, de contemplar el pueblo diminuto en la difuminada frontera donde se funden cielo y tierra, te parece estar en el merendero de San Andrés. Brilla el sol, pero el viento silva entre los troncos melancólicos de los pinos, cubiertos ya por las barbas invernales de los líquenes, con voz quejumbrosa. Sobre los róseos pétalos de los crocus el rocío salado y tibio resbala resignado.
Amar consiste también en aceptar a quienes o a lo que amamos tal y como es. Sobre todo en respetarlo y no obstinarnos en quebrantar su naturaleza.
Yo me limito a describir lo que veo y a compartir con vosotros lo que siento. Que cada uno escuche a su corazón y su cabeza y,
defendiendo su derecho ―me atrevería a decir su obligación― a tener un juicio independiente, extraiga sus propias conclusiones.








ABIERTA LA VEDA: CONSEJOS ÚTILES PARA NO ACABAR COLGANDO COMO UN TROFEO EN ALGÚN SALÓN


El desenlace de mi salida de hoy me lleva a abordar un tema que hasta ahora no se me había ocurrido tratar por considerarlo más bien obvio: interacción entre caza y senderismo. Cae por su propio peso que, aunque los aficionados a ambas actividades intenten respetarse mutuamente y convivir pacíficamente, el senderista se verá obligado a evitar a los cazadores por razones de seguridad. Ni que decir tiene que los cazadores, comprendamos o no su afición, no salen a cazar montañeros. Quiero pensar que la mayor parte (por razones obvias excluyo a los furtivos) son no sólo buena gente sino además personas responsables y diestras. Yo misma, a pesar de ser una apasionada amante de los animales, tengo algún amigo cazador, personas equilibradas y bondadosas en el día a día que se demuestran además buenos conocedores de la naturaleza y que, de alguna forma, logran hacer compatible esa afición suya con el amor hacia los seres vivos. Aunque yo no lo pueda entender, siempre he dicho que todos estamos hechos de contradicciones. Seguramente a mí me resultan tan extrañas las de los demás como a ellos las mías. ¿Que si me gustaría que nadie sintiese el impulso de tirarse al monte con una escopeta al hombro? Por supuesto. Pero también soy consciente de que algunos de los animales que criamos para alimentarnos mueren e incluso viven con dolor. Como soy consciente de que para que yo pueda comprar un filete en el mercado, alguien me tiene que estar haciendo el trabajo sucio. Y a ese alguien le debo una gratitud inmensa, porque a mí me resultaría extremadamente difícil matar cuanto me como.
Vaya por delante, por tanto, que esto no pretende ser en ningún momento un alegato contra la caza y mucho menos contra los cazadores No obstante, como todos sabemos bien, inconscientes los hay en todos los lugares (también, es de suponer, entre los senderistas). Eso por no mencionar los accidentes que se pueden producir por el cansancio, la reducida visibilidad en según qué terrenos, la variable imprevisible que introduce el estar tratando con animales, etc. Todo ello exige que el senderista se aleje de las zonas en las que usualmente se practica la caza, cualquier persona razonable lo sabe sien sin necesidad de que yo venga a decírselo. Sin embargo hoy, que me he visto inmersa de forma involuntaria en una batida a la bajada del Pinajarro, me he dicho “y si el senderista no está en disposición de alejarse de los cazadores, si se encuentra en una situación de este tipo, rodeado de decenas de personas armadas, de perros que ladran insistentemente y, en el peor de los casos, si uno tiene la pésima suerte de toparse con algún animal herido dispuesto a vengarse sobre el primero que encuentre, ¿sabrá qué hacer para minimizar los riesgos? Por si no es así, aquí os dejo alguna sugerencia.
1.Si observáis carteles que os hagan pensar que estáis transitando un lugar en el que podría haber cazadores u oís disparos, no hagáis caso omiso y abandonad la zona inmediatamente. Ya sé que fastidia muchísimo cuando las circunstancias te impiden finalizar el recorrido que tenías previsto y que quizá os toque volver sobre vuestros pasos después de haber recorrido muchos kilómetros “para nada” (lo que molesta aún más cuando observas que los cazadores llegan en coche totalmente frescos y sin ningún esfuerzo), pero naturales mosqueos aparte, lo realmente importante es regresar a casa de una pieza.
2.Si, como me ha sucedido hoy a mí, ya os encontráis en medio del fregado:
2.1. Evitad el pánico pero alejaos cuanto antes. No corráis, pero tampoco perdáis el tiempo.
2.2. Transitad a ser posible siempre las pistas o caminos. El objetivo principal es moverse en zona despejada para que nos puedan ver bien. Si nos convertimos sólo en un ruido entre la maleza, podría resultar muy peligroso.
2.3. Si tenéis la costumbre, como es mi caso, de usar en vuestras salidas ropa de colores poco llamativos o que se mimeticen con el paisaje (lo que normalmente, si nos movemos con cautela, nos permite observar más fácilmente la fauna), no estará de más que llevéis durante la estación de caza algo de colores vivos con lo que llamar la atención. Un pañuelo rojo puede ser una buena opción, os ocupará poco espacio en la mochila y os lo podréis colocar fácilmente en cualquier momento.
2.4. Haced notar vuestra presencia a los cazadores apenas os sea posible. Seguramente ellos harán correr la voz entre sus compañeros de que hay alguien ajeno a la montería transitando por la zona, de forma que se aumentará la prudencia a la hora de disparar.
2.5. Si tuvieseis la pésima suerte de encontraros con un jabalí herido, la única opción es evitarlo como se pueda. Los animales salvajes que normalmente podréis encontrar no atacan si no es para defenderse, porque se sienten agredidos de alguna forma (lo que ocurre es que nosotros a veces no somos conscientes de haberles hecho sentir acorralados). De hecho, normalmente el impulso natural de una animal herido será el de huir. Sin embargo, en el transcurso de la cacería al jabalí no se le permite hacer esto, se le hostiga insistentemente. Obviamente el resultado es que el animal se enfurece cada vez más y arremete contra quienes le rodean, ya sean perros u hombres. Convendría tener claro que un jabalí adulto, a pesar de su enorme envergadura, es muchísimo más veloz de lo que uno podría imaginar y que sus colmillos son como cuchillas: si envisten, no es infrecuente que el desgraciado al que pille por medio acabe con una pierna abierta. Para que el lector se haga una idea, mi bisabuelo paterno, cazador profesional especializado en el jabalí, aconsejaba siempre a los neófitos que si erraban el disparo o éste rebotaba contra el animal (porque además hay que saber a qué parte conviene disparar y más entonces, que no se mataban moscas a cañonazos precisamente), no intentasen suerte una segunda vez, sino que soltasen la escopeta y se subiesen rápidamente a un árbol. Eso sí, hay que escoger un árbol lo suficientemente robusto, porque si un adulto de buen tamaño y enfurecido (lo que sucede también frecuentemente con las hembras acompañada por sus rayones, que sencillamente intentan proteger a los pequeños) echa a correr monte abajo, es perfectamente capaz de llevarse por delante árboles jóvenes
Para quien piense que tanta precaución resulta superflua, que al fin y al cabo quienes participan en estas monterías seguramente serán experimentados aficionados a cuyo control nada puede escapar, diré que la de hoy (que se ha desarrollado en la pista de la Tejea, pista Heidi y la pista superior que nos conduce al Pinajarro. Como veis, zonas que nosotros transitamos constantemente) se ha saldado con dos perros muertos, algunos más lesionado, y un cazador herido en una pierna por el ataque de un jabalí. Como os repito a menudo, la seguridad en la montaña debe ser nuestro primer objetivo, más importante aún que disfrutar al máximo, y la seguridad pasa siempre por no confiarse jamás. La mayor parte de los accidentes se producen en terreno fácil, por despistes, porque bajamos la guardia. Jamás hay que salir con miedo, pero sí con humildad y prudencia.

ARROYO BALOZANO

Hoy nos disponemos a visitar un de los arroyos más caudalosos que pasa por Hervás. A pesar de encontrarse en un paraje especialmente hermoso, no parece ser muy conocido por los habitantes del pueblo. Quizá por eso la última vez que lo he visitado ya no era posible acercarse al cauce: la maleza ha engullido por completo la última parte del camino que debemos recorrer para llegar hasta el borde del agua. No obstante, aconsejo vivamente esta visita. Es otra muestra de que al senderista suele atraerle más el camino que el objetivo en sí. De hecho, creo que la pista que nos conduce hasta el Balozano es una de las más hermosas que se pueden encontrar en Hervás. Especialmente del otoño a la primavera, aunque su atractivo tampoco es despreciable en verano.

VENTAJAS
1. La belleza de la pista que transitamos, que radica tanto en la variedad vegetal y la frondosidad de sus márgenes como en su aspecto especialmente agreste.
2. Es un recorrido bastante corto que no presenta ningún tipo de riesgo ni complicación.

INCONVENIENTES
1. La ausencia de agua en todo el trayecto.
2. La imposibilidad de llegar hasta el cauce al menos por el momento. Esperemos que alguien se decida a limpiar el último tramo de la pista.
3. La presencia en ese último tramo, justo antes de que el camino desaparezca entre la maleza, de un grupo de panales con sus correspondientes abejas (sobre cómo comportarse si nos vemos obligados a pasar cerca de panales se puede consultar la sección de Consejos prácticos).

CÓMO LLEGAR
Aprovechando que el camino que nos lleva hasta el arroyo Balozano parte de la Pista de la Tejea (la que sale de la carretera de La Garganta, antes de llegar al charco de la Tejea, y se une a la Heidi —motivo por el cual mucha gente la denomina también Heidi—), hoy os enseñaré un truco para evitar del todo la carretera de La Garganta: tomaremos el viejo camino de la Solanilla, que desemboca en la Pista de la Tejea. Era precisamente éste el camino que seguían antiguamente, antes de que se construyesen las pistas, quienes querían acercarse al Pinajarro. Es innegable que se acorta camino, no obstante conviene tener presente que el recorrido es bastante empinado y no todos los pulmones lo toleran demasiado bien.
Desde la Corredera nos dirigimos al Barrio Judío, atravesamos el puente de la Fuente Chiquita y giramos a nuestra derecha. Seguimos adelante por ese camino hasta llegar al Puente de Hierro. Atravesamos las vías del tren y andamos algunos metros más. Observaremos que el camino efectúa una curva cerrada en subida y después se estrecha y encaja entre las paredes de dos fincas. Seguimos de frente esa senda cubierta por gruesas piedras. Escasos metros antes de que el atajo acabe en una finca, nos desviamos a nuestra izquierda. Ya no abandonaremos ese camino hasta desembocar en una pista ancha que es la Pista de la Tejea. La debemos tomar en subida, es decir a nuestra mano derecha.
Nos desviaremos en el primer camino que salga a mano izquierda (antes habremos sobrepasado una bifurcación a mano derecha, a la altura de un cartel de madera ya ilegible), que resulta fácilmente reconocible porque es muy ancho y está flanqueado por robles. Quienes hayan decidido llegar hasta aquí tomando la Pista de la Tejea desde la carretera, observarán que este desvío se encuentra a 2,900 km del ingreso en la carretera de La Garganta.
Superaremos, unos 30 m. más adelante, un desvío estrecho en subida a nuestra derecha. Aproximadamente 1 km después tomamos el camino que sale a nuestra izquierda en ligera bajada. 30 m. más adelante atravesamos un pequeño riachuelo. Unos 70 m. después el camino aparecerá cortado por una enorme portilla de troncos. Quitamos algunos de ellos y seguimos adelante. 60 m. más adelante aparecen ante nosotros los panales de abejas y, si nadie ha despejado el camino para cuando vosotros emprendáis esta ruta, ahí termina nuestro camino.

RECORRIDO TOTAL
Unos 6 km. ida y otros tantos de vuelta.

TIEMPO ESTIMADO
55 min. ida y 45 min. vuelta.

VEGETACIÓN
Mientras caminéis por la Solanilla encontraréis robles a derecha e izquierda. Tampoco faltará algún majuelo. En otoño deberéis tener cuidado de no resbalar sobre las hojas de roble que cubren las piedras del camino.
En el tramo de la Pista de la Tejea que recorreréis podréis disfrutar de retama, roble y algunos frutales. No obstante, la parte más hermosa del camino la encontraremos al abandonar esta pista. Allí se mezclarán especies propias de zonas más secas con otras que exigen bastante humedad (de hecho discurrimos bastante cerca del arroyo): el camino aparece flanqueado por robles, chopos, castaños, rosales silvestres, majuelos, enormes retamas, grandes helechos y gigantescos cardos. Si tenéis la suerte de asistir a la floración de los cardos, gozareis también del espectáculo que ofrecen las abundantes mariposas que acuden a libar de ellos. En este camino es también muy abundante el apreciado hipérico.
A medida que nos vayamos acercando a la portilla, y por tanto al arroyo, comenzaremos a encontrar juncos, saúcos, nogales y grandes avellanos, y la vegetación irá haciéndose más espesa.
























LA MONTAÑA COMO ESCUELA DE SOLIDARIDAD

En múltiples ocasiones hemos mencionado que las largas caminatas refuerzan nuestro carácter y nos hacen conocernos mejor y confiar más en nosotros mismos. Esto podría hacer pensar que el senderismo es una actividad que alimenta el individualismo. Nada más lejos de la realidad. Los recorridos por la montaña tienen la virtud de recordarnos que el hombre es un ser gregario, que ningún individuo es una isla. Los aficionados al trekking saben que una vez emprendemos una marcha, dejamos de pensar en singular para pasar a pensar en el grupo. Dejamos de ser yo para convertirnos en nosotros. Un buen compañero de caminatas está siempre pendiente del resto de miembros que componen su grupo.

Esto en la práctica implica:

1. No dejar jamás atrás a ningún compañero. Debemos saber en todo momento dónde está cada uno de los miembros del grupo.
2. En terreno especialmente difícil (por ejemplo si estamos atravesando un río y es necesario saltar de piedra en piedra, con la consecuente dificultad para mantener el equilibrio), esperar al compañero que nos sigue y mantenernos alerta para echarle una mano si fuese necesario.
3. Si nos acompañan personas que tienen vértigo y nos vemos obligados a caminar al borde de un barranco o por cualquier camino que pueda desencadenar el miedo a las alturas, siempre que sea posible, procuraremos colocarnos entre nuestro compañero y el vacío. Si no es posible evitarle la visión del vacío, para infundir tranquilidad en quien padece este problema a veces puede ser suficiente cogerle de la mano o simplemente hacerle notar que estamos cerca de él.
4. Si estamos atravesando un bosque denso y es necesario abrirse paso entre ramas o maleza, no soltaremos la vegetación hasta que estemos seguros de que quien nos sigue haya tomado las medidas necesarias para que ésta no pueda herirle.
5. Si avanzamos por un terreno bastante removido, debemos caminar correctamente para evitar que los compañeros que nos siguen encuentren mayores dificultades aún.
La lista es infinita y variará según la travesía que estemos abordando y sus particulares condiciones. En realidad no será necesario que nadie nos explique lo que debemos hacer en cada caso para facilitarle la travesía a nuestros compañeros. Bastará con que aprendamos a pensar en todo momento en sus necesidades, que básicamente serán las nuestras, y hagamos cuanto esté en nuestra mano para satisfacerlas.

POR LAS FIESTAS DE HERVÁS SUBIMOS A LA ERMITA DE SAN ANDRÉS… POR UNA ACERA ROJA

Mañana comienzan las fiestas del pueblo. En estas fechas es tradición subir a la ermita de San Andrés para visitar al Santísimo Cristo de la Salud. En las proximidades podremos disfrutar del bacalao rebozado y los pececitos fritos en los chozos de escoba montados para la ocasión. Es por tanto un buen momento para acudir al castañar y realizar el recorrido preferido de los habitantes del pueblo, especialmente de aquellas personas habituadas a caminar un poco todos los días.
Este paisaje, ya considerablemente antropizado, pues está recorrido por la carretera que conduce al Puerto de Honduras, se ha visto ulteriormente modificado por una obra bastante polémica. Hace menos de un año se acabó de construir una acera que discurre por el castañar desde el puente de Pedregoso hasta la Plaza de Toros. Ahora es posible seguir un camino de losas rojas como si quisiésemos emular a Judy Garland. Sólo que Hervás no es la Tierra de Oz, esto no es una película, aquí las losas no son amarillas y desde luego no creo que nos conduzcan a la felicidad.
No somos pocos los que no entendemos la presencia de loseta en medio del monte, máxime cuando esta zona ya era perfectamente transitable gracias a la carretera. No basta por tanto argumentar que se ha tomado la decisión para facilitar los paseos a los muchos vecinos de la tercera edad que suelen subir a San Andrés todos los días. Entre otras cosas, porque para mí quisiera yo la tercera edad de esas personas, muy a menudo parejitas, que es posible encontrar bien temprano en la zona. Basta observar los gemelos de hombres y mujeres, analizar su paso y la gallardía con la que caminan para darse cuenta de que una obra así no les es en absoluto necesaria.
Si la función no es práctica, solo puede quedar otra opción: que sea estética. Y aquí nos enfrentamos de lleno a las principales objeciones levantadas por todos sus detractores, que no son pocos. ¿De verdad creemos lógico y estético colocar una acera de color ladrillo —que contrasta ya de por sí terriblemente con el negro del asfalto de la carretera— en mitad del castañar, uno de los símbolos naturales más característicos de Hervás? Cada uno tendrá su propia respuesta a esta pregunta. Cierto es que muchos lo consideramos una forma de destruir el paisaje no muy distinta de la horrible costumbre de encementar pistas de montaña innecesariamente (lo que nada tiene que ver con encementar puntualmente tramos específicos expuestos a los hielos). Muchos lo consideramos, en definitiva, una auténtica pedrada infligida a la naturaleza.
Si había por fuerza que construir una acera del todo innecesaria, al menos se podría haber hecho respetando los materiales de la zona y procurando que su estética se hubiese amoldado a las necesidades del paisaje, que no hubiese sido tan invasiva ni hubiese provocado un impacto visual tan fuerte. Se podría haber utilizado la piedra o, como mucho, la pizarra, que al menos habría resultado infinitamente más discreta.
Por cierto, aunque la acera está ya acabada, la iluminación está aún por instalar. Porque también se van a colocar farolas. Así, además de ofender la vista de algunos viandantes, molestaremos a los pájaros y murciélagos con la contaminación lumínica que cada día les deja espacios más restringidos, que altera sus ecosistemas al modificar el comportamiento de los insectos de los que se alimentan.

CÓMO ACTUAR EN PRESENCIA DE ABEJAS


No es extraño que los senderistas encuentren durante sus salidas por la montaña panales de abejas colocados cerca del camino que deben transitar. Normalmente las colonias de abejas son acotadas convenientemente. Y si su propietario es una persona responsable, señalizará correctamente las colonias con carteles lo suficientemente grandes como para que nos percatemos desde lejos de su presencia.
En general, lo más juicioso es evitar circular cerca de los panales. No obstante, en algunas ocasiones puede resultar irremediable. Por eso hoy daremos unos cuantos consejos prácticos sobre cómo comportarnos entonces.
Para empezar deberíamos tener claro que las abejas no son animales agresivos. La abeja no clavará su aguijón a menos que se sienta agredida. Es lógico que este animal use su única arma sólo para defenderse, ya que le costará la vida. El aguijón de la abeja es un ovipositor modificado, por lo que cuando lo clava con él pierde también una parte de sus órganos abdominales.
Las abejas son insectos laboriosos, ordenados y abnegados. Las distinguen cualidades admirables a las que además se une un considerable atractivo. Si os fijáis detenidamente, descubriréis que su abundante vellosidad las convierte en el insecto más similar a los mamíferos, por los que el hombre suele sentir una especial debilidad. Si perdéis un poco de tiempo en observarlas detalladamente, descubriréis que producen una especial ternura, que son casi como peluches en miniatura.
Las abejas son animales utilísimos que nos abastecen de la miel, jalea, polen y propóleo, productos con múltiples propiedades beneficiosas. Estos insectos han convivido con nosotros desde tiempos inmemoriales. Utilizamos su cera para hacer velas y en los últimos años incluso sus picaduras están siendo usadas con fines medicinales (para curar por ejemplo reuma, lumbago o ciática). Por todo ello deberían merecernos un respeto. No tienen que ser temidas y tanto menos odiadas. No obstante, hay que ser prudentes en su presencia para evitar que puedan llegar a malinterpretar nuestras intenciones.
Si una abeja nos pica, el pequeño saquito con veneno que va unido a su aguijón hará que sintamos un dolor considerable. Si somos alérgicos a él, la situación puede volverse peligrosa. Quien sufre de anafilaxia podría arriesgar incluso la vida si fuese picado. Por tanto, quienes son conscientes de sufrir este problema deberían llevar siempre encima un kit con su tratamiento y sus correspondientes instrucciones médicas para inyectarse llegado el caso.
Los riesgos que corremos al tratar con ellas aumentan considerablemente si circulamos cerca de sus panales y por ello deberemos extremar las precauciones. Debemos tener en cuenta que si las abejas interpretan que amenazamos la seguridad de sus panales, no nos picará una, sino muchas al mismo tiempo.
La medida más básica si nos vemos obligados a pasar cerca de uno o varios panales es caminar con mucha calma, sin hacer aspavientos ni movimientos bruscos. Debéis mantener la tranquilidad incluso si las abejas se os acercan. Si deciden posarse sobre vosotros, no opongáis resistencia. En definitiva, dejadlas hacer todo lo que quieran sin reaccionar. Sobre todo nada de manotazos para intentar espantarlas, pues eso podría desencadenar el ataque.
Ayudará también a evitar un exceso de atenciones por su parte el no hacer uso de perfumes demasiado intensos ni llevar ropa de colores muy vivos.
Si por algún motivo comenzasen a picaros, alejaos lo antes posible de la zona, pero siempre sin aspavientos. Al picar, la abeja libera una feromona que incita al resto de miembros de la comunidad a picar también.
Evitad abrir la boca para gritar; las picaduras en la lengua y laringe pueden cuasar la asfixia.
Si habéis sido picados ya por una baja, podréis evitar el dolor si lográis detectar el punto en el que se encuentra el aguijón y lo desprendéis delicadamente (si no lo manipuláis correctamente, podéis colaborar a que el veneno actúe aún más rápido) antes de que el veneno de su saquito pase a vuestro organismo.
Si eso no es posible, podréis reducir el dolor aplicando barro en la zona afectada. Si tenéis a mano hielo, puede actuar como anestésico y reducir la hinchazón. Contra el dolor también es útil el vinagre o el amoniaco

UN BREVE PASEO A LOS DEPÓSITOS DE AGUA DE HERVÁS

Para aquellos a los que en general es imposible sacar a pasear ni a rastras, proponemos la visita a los depósitos de agua de los que se abastece Hervás, situados en las cercanías del Puente de Hierro. El paisaje que recorreremos está totalmente humanizado, no disfrutaremos de la montaña y apenas se podrá considerar que hayamos salido del casco urbano. No obstante, resulta una visita curiosa debido a que los tanques tienen el encanto propio de las edificaciones de una cierta antigüedad y, sobre todo, a la curiosa construcción circular anexa, que, al estar semienterrada, evoca las casitas de los hobbit de Tolkien.

CÓMO LLEGAR
Desde La Corredera, tomamos el camino que nos permite llegar a La Chorrera (consultar la correspondiente entrada). Atravesamos las vías del tren y tomamos la primera calleja a nuestra derecha, cuyo ingreso aparece marcado con un mojón verde. A poco más de 100 m. encontraremos los depósitos.

DESVENTAJAS
Apenas salimos del ámbito urbano.

VENTAJAS
1. Las curiosas construcciones que allí nos esperan.
2. A pesar de la cercanía de varias casas, es un paraje relajante. En contra de lo que cabría esperar, al acercarnos no oímos estruendo de bombas u otros aparatos eléctricos. Sólo escuchamos regularmente el fragor del agua que se acumula en los tanques.

Los verdaderos protagonistas estan aquí