.

.

DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

CÓMO ACTUAR EN PRESENCIA DE ABEJAS


No es extraño que los senderistas encuentren durante sus salidas por la montaña panales de abejas colocados cerca del camino que deben transitar. Normalmente las colonias de abejas son acotadas convenientemente. Y si su propietario es una persona responsable, señalizará correctamente las colonias con carteles lo suficientemente grandes como para que nos percatemos desde lejos de su presencia.
En general, lo más juicioso es evitar circular cerca de los panales. No obstante, en algunas ocasiones puede resultar irremediable. Por eso hoy daremos unos cuantos consejos prácticos sobre cómo comportarnos entonces.
Para empezar deberíamos tener claro que las abejas no son animales agresivos. La abeja no clavará su aguijón a menos que se sienta agredida. Es lógico que este animal use su única arma sólo para defenderse, ya que le costará la vida. El aguijón de la abeja es un ovipositor modificado, por lo que cuando lo clava con él pierde también una parte de sus órganos abdominales.
Las abejas son insectos laboriosos, ordenados y abnegados. Las distinguen cualidades admirables a las que además se une un considerable atractivo. Si os fijáis detenidamente, descubriréis que su abundante vellosidad las convierte en el insecto más similar a los mamíferos, por los que el hombre suele sentir una especial debilidad. Si perdéis un poco de tiempo en observarlas detalladamente, descubriréis que producen una especial ternura, que son casi como peluches en miniatura.
Las abejas son animales utilísimos que nos abastecen de la miel, jalea, polen y propóleo, productos con múltiples propiedades beneficiosas. Estos insectos han convivido con nosotros desde tiempos inmemoriales. Utilizamos su cera para hacer velas y en los últimos años incluso sus picaduras están siendo usadas con fines medicinales (para curar por ejemplo reuma, lumbago o ciática). Por todo ello deberían merecernos un respeto. No tienen que ser temidas y tanto menos odiadas. No obstante, hay que ser prudentes en su presencia para evitar que puedan llegar a malinterpretar nuestras intenciones.
Si una abeja nos pica, el pequeño saquito con veneno que va unido a su aguijón hará que sintamos un dolor considerable. Si somos alérgicos a él, la situación puede volverse peligrosa. Quien sufre de anafilaxia podría arriesgar incluso la vida si fuese picado. Por tanto, quienes son conscientes de sufrir este problema deberían llevar siempre encima un kit con su tratamiento y sus correspondientes instrucciones médicas para inyectarse llegado el caso.
Los riesgos que corremos al tratar con ellas aumentan considerablemente si circulamos cerca de sus panales y por ello deberemos extremar las precauciones. Debemos tener en cuenta que si las abejas interpretan que amenazamos la seguridad de sus panales, no nos picará una, sino muchas al mismo tiempo.
La medida más básica si nos vemos obligados a pasar cerca de uno o varios panales es caminar con mucha calma, sin hacer aspavientos ni movimientos bruscos. Debéis mantener la tranquilidad incluso si las abejas se os acercan. Si deciden posarse sobre vosotros, no opongáis resistencia. En definitiva, dejadlas hacer todo lo que quieran sin reaccionar. Sobre todo nada de manotazos para intentar espantarlas, pues eso podría desencadenar el ataque.
Ayudará también a evitar un exceso de atenciones por su parte el no hacer uso de perfumes demasiado intensos ni llevar ropa de colores muy vivos.
Si por algún motivo comenzasen a picaros, alejaos lo antes posible de la zona, pero siempre sin aspavientos. Al picar, la abeja libera una feromona que incita al resto de miembros de la comunidad a picar también.
Evitad abrir la boca para gritar; las picaduras en la lengua y laringe pueden cuasar la asfixia.
Si habéis sido picados ya por una baja, podréis evitar el dolor si lográis detectar el punto en el que se encuentra el aguijón y lo desprendéis delicadamente (si no lo manipuláis correctamente, podéis colaborar a que el veneno actúe aún más rápido) antes de que el veneno de su saquito pase a vuestro organismo.
Si eso no es posible, podréis reducir el dolor aplicando barro en la zona afectada. Si tenéis a mano hielo, puede actuar como anestésico y reducir la hinchazón. Contra el dolor también es útil el vinagre o el amoniaco

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los verdaderos protagonistas estan aquí