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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

TORMENTA DE NIEVE SOBRE LA HEIDI A 23 DE DICIEMBRE. PARTE IV Y ÚLTIMA.


                                                                                                          

                                               

MORS TUA VITA MEA


La llamativa Tremella mesenterica crece sobre la rama muerta de roble. Crece ufana, sin conciencia del otro, sin memoria solidaria, sin remordimiento. Bebe cuanto puede del agua que cae del cielo. Se sacia sin pudor, ignorando las hojas secas que tapizan el suelo. Y crece, prospera, se hincha sin medida. Se pavonea en el bosque aún congelado, arropado por un vulgar manto pardo: un modesto paisaje que, no le cabe duda, no la merece. Y cuanto más lo piensa, más se ahueca y enciende. Es sin duda hermosa, pero al tiempo fría y viscosa. Está hecha sólo para la vista; no es más que apariencia. A un leve toque, la ilusión se deshace entre los dedos. 

Es la Tremella mesenterica. Quizá, un hongo de nuestro tiempo.

EL EMBALSE DEL HORCAJO: DESHACIENDO MÁS ENTUERTOS


Ya que hace poco aclarábamos algunas ideas erróneas sobre La Chorrera, no esperemos a la llegada del verano y hagámoslo también con otra meta que se encuentra precisamente de camino a la conocida cascada. En realidad no hay demasiado que decir salvo una cosa, una sólo, pero de no poca importancia: EN EL EMBALSE DEL HORCAJO ESTÁ PROHIBIDO BAÑARSE. Se puede decir más alto, pero no más claro. Un alambre de espino lo rodea y encontraréis carteles en los que se indica que está prohibido atravesar ese límite. Podréis visitar el embalse, pero no meteros en el agua. Es inútil, por tanto, que os acerquéis hasta allí (normalmente en coche, "escachapando" salamandras a diestro y siniestro...) si vuestra intención es refrescaros. Para eso tenéis otros muchos lugares infinitamente más apropiados que un embalse artificial que abastece de agua potable al pueblo. Diría que la prohibición de bañarse en un sitio así resulta lógica. De hecho lo que no me parece tan lógico es que se permita pescar allí algunos días de la semana. Sobre todo habida cuenta de que algunos pescadores usan como cebo piensos y a mí, que consumo dicha agua, nadie me asegura dónde han sido comprados y con qué han sido fabricados. Por otro lado me parece obvio que cuanto más se reduzca el tránsito en la zona, más limpio se podrá mantener el embalse.


Por tanto, por favor, por una cuestión de higiene básica, visitad este paraje si vuestra única intención es conocerlo. Obviamente estoy apelando a vuestra solidaridad y buen juicio; pero para aquellos poquísimos a los que quizá no les importe lo más mínimo el bienestar del prójimo, añadiré que podría resultar peligroso para el eventual bañista: los bordes están llenos de ramas en las que se podría quedar atrapado. ¿Por qué exponerse a un infausto accidente o a recibir una multa cuando hay multitud de lugares en los que poder bañarse con seguridad y dentro de las normas?

Gracias por vuestra colaboración.

LA CHORRERA: DESHACIENDO ENTUERTOS


A la vista de los grupos de personas que una va encontrando a su regreso de La Chorrera a lo largo de todo el año, he decidido introducir esta entrada con el fin de deshacer algunos mitos e ideas erróneas que se han venido creando y alimentando en los últimos tiempos sobre el conocido paraje y sobre el modo de acceder a él. Ideas que, en algunos casos, podrían colocar en un apuro al visitante menos avezado.

Intentaré ser lo más breve, clara y didáctica posible. No obstante, aquí estoy para cuanto podáis necesitar. Y por supuesto se agradecerán todas las puntualizaciones que tengáis a bien proponer.



¿Puedo llegar a La Chorrera en coche?

No. Te haya dicho lo que te haya dicho quien te lo haya dicho, la respuesta es taxativamente no. Siguiendo la ruta tradicional, si has salido de donde estés hospedado con el coche (cosa que yo os rogaría que no hicieseis), habrás de dejarlo frente a la Casa (o Fábrica, como decían antiguamente) de la Luz, unos veinte metros antes. Entonces verás las marcas en las piedras que indican la subida por el monte de roble, el inicio de las Vueltas de la Luz (o las treinta y dos vueltas).

Por supuesto hay más formas de llegar a La Chorrera, aunque no sean las habituales y no mucha gente recurra a ellas. No obstante, tampoco ninguna de las otras os permitiría llegar hasta allí con coche. Es un paraje afortunadamente inaccesible para las carreteras, lo que la ha salvado del deterioro que han sufrido progresivamente lugares como La Tejea, que sigue siendo muy hermosa pero se muestra cada vez más sucia.



¿Qué es la Casa de La Luz?

En contra de lo que algunos de vosotros pensáis, no vais a encontrar allí torres eléctricas particularmente llamativas o cosas por el estilo. Veréis sencillamente un caserón antiguo (que no es visitable). En efecto antiguamente La Fábrica de la Luz abastecía de electricidad al pueblo, y por eso se le dio tal nombre.



¿Cuándo se acaban las vueltas?

Está pregunta es quizá la más recurrente y te la suelen proponer con la lengua fuera y entre resoplidos. El tramo de las vueltas en realidad no es largo, pero en efecto resulta empinado y deduzco que quienes no están acostumbrados a hacer ejercicio o fuman lo deben de sufrir bastante. Yo siempre digo lo mismo: el canal os anuncia cuándo estáis llegando. Cuando el camino se bifurca entre el que sube a La Chorrera y el que sigue de frente hasta llegar a las Charcas Verdes, vosotros veis claramente la gran tubería por la que baja el agua del canal. Luego la vegetación os la oculta. Pues bien, cuando comience a hacerse claramente visible de nuevo, quiere decir que ya estáis llegando a lo alto.



¿Cuánto se tarda en llegar desde la Casa de la Luz hasta La Chorrera?

Esta es otra de las preguntas que más se escuchan y que más gracia hacen. Como os digo siempre, todo depende del ritmo al que andes. Yo puedo decir lo que tardo yo, pero también puedo asegurar que muy pocos subirá las vueltas en el tiempo que suelo emplear en verano. En los planos que encontraréis en la Oficina de Turismo os marcan el tiempo calculado para cada ruta. Me parecen estimaciones exageradísimas que resultan ser en algunos casos, fundamentalmente los trayectos más largos, el doble del tiempo que yo suelo emplear. No obstante quizá quien los realizó tiene más idea de la velocidad a la que suele avanzar alguien que no esté habituado a andar en absoluto.

En cualquier caso, ese tramo no se realiza, como me ha llegado a decir un visitante que le había explicado un amigo (o el amigo era Superman o no había estado en su vida o, como supongo más probable, se tiraba el pisto indecentemente), en un cuarto de hora. En un cuarto de hora, si no te vas parando a cada momento y caminas con un cierto garbo, subiréis las Vueltas de la Luz. En verano, cuando el equipo pesa menos y permite mejor movilidad, yo he llegado a subirlo en siete minutos; pero os digo ya que eso no es humano y supongo que lo aguantan sólo quienes están acostumbrados a correr por montaña. Una vez que estáis arriba, el canal se recorre bien, en algo menos de diez minutos. Si optáis por la vía más segura que os proponía hace unos días, ese tramo os llevará unos cinco minutos más (siempre a buen paso). Si seguís por el canal, el trepar en el último tramo os llevará algo menos de diez minutos para hacerlo con mucha prudencia, como corresponde.



¿Durante el otoño, invierno y primera parte de la primavera, he de mojarme los pies para acceder a La Chorrera?

Obligatoriamente. Si calculáis bien por dónde cruzar el arroyo que atraviesa el canal, serán sólo veinte segundos de dolor cuando el agua está más crecida, y muchos menos cuando el caudal es más moderado. Como os he recomendado en múltiples ocasiones, no intentéis pasar corriendo: podríais resbalar y ser arrastrados. Si lleváis buenas botas de montaña, lo podréis atravesar sin descalzaros. Si existe el riesgo de que se os moje el calzado por dentro, deberéis descalzados y secaros al llegar a otro lado. Aunque aquí estáis a baja cota, en invierno llevar los pies mojados puede resultar muy arriesgado, sobre todo en recorridos largos a mayor altitud.



¿Puedo vestirme de cualquier forma para visitar La Chorrera?

Hombre, si te da por ahí, puedes ir hasta vestido de lagarterana: aquí somos muy respetuosos con las costumbres y libertades del prójimo. Otra cosa es que quizá no sea lo más apropiado. He llegado a encontrar en ese recorrido personas vestidas de calle, como te los encontrarías en la Gran Vía de Madrid, por ejemplo. Incluidos los zapatos. Personas a las que evidentemente nadie se había molestado en explicarles que La Chorrera no es un parque público. Porque un error frecuente es dar por sentado cosas que un visitante no tiene por qué saber.

Resumiendo: el calzado y la ropa han de ser deportivos. NO ROPA DE SPORT PARA CIUDAD, SINO ROPA DE MOTAÑA. Esto implica zapato o mejor aún bota de montaña, y ropa preferentemente técnica. En entradas anteriores hemos hablado ya de la bondad de estas prendas. En el caso de La Chorrera, dado que es una ruta sin complicaciones, a pesar de que sigo aconsejando la bota de trekking, sería posible llevar zapatillas deportivas para correr por montaña (nunca zapatillas deportivas de tenis u otras sin apenas suela y sin suficiente agarre), aunque con la piedra suelta el pie os sufrirá más que con las botas.

Calzar y caminar correctamente no sólo os evitará sufrimiento, sino que evitará también que remováis el terreno suelto innecesariamente. Y esto no deja de ser un gesto de solidaridad para con quienes accederán al mismo paraje después que vosotros. Como hemos repetido en más de una ocasión, la montaña, incluso si habitualmente viajas solo, ha de servir también para aprender a pensar en los demás.



¿Me puedo bañar en La Chorrera?

Pues mira, todo depende de los redaños que le eches al asunto. A ver, en invierno no creo que haya nadie con la suficiente moral, pero en verano es posible. De todas formas yo he visto entrar en el agua con aire de suficiencia a personas que segundos después salían gritando y con partes del cuerpo de un exótico color. Por supuesto por las pistas el agua está aún más fría. En realidad meterse es una cuestión de control mental: si superas esos momentos en los que te parece que los ojos se te van a salir de cráneo y que perderás las partes del cuerpo sumergidas, cuando ya no se siente que el frío del agua quema, la barrera del dolor se ha hecho añicos. Lo traumático son los primeros minutos.

No obstante, La Chorrera no es un lugar para ir a bañarse. Para eso tenéis otras zonas más apropiadas y cercanas.

¿Puedo ir a La Chorrera con niños?

Nunca os lo agradecerán lo bastante. Yo fui la primera vez con cinco años y resultó toda una experiencia. Debéis recordar, eso sí, que la montaña, incluso los recorridos sencillos como éste, no es un juego. Se puede y se debe disfrutar, pero siempre tomándola en serio. Es la mejor forma de evitar disgustos. Especialmente en las zonas más peligrosas del canal, los niños siempre entre dos adultos.


Acabaré con dos ruegos. El primero es que visitéis La Chorrera caminando. No está lejos del pueblo y no es necesario llevar el coche hasta la Casa de la Luz. El coche contamina, incapacita al ser humano (el individuo medio suele gozar de un estado físico que va de lo mediocre a lo lamentable) y ocasiona la muerte de muchísimos animales. No tenéis idea de la cantidad de bellísimas salamandras que perecen aplastadas por los coches desde que se asfaltó el trayecto hasta la Casa de la Luz.

La otra petición es que no dejéis residuos de ningún tipo a vuestro paso. Todo lo que habéis llevado en vuestra mochila hasta allí, en vuestra mochila debe volver al pueblo. Los papeles, latas, envases vacíos, bolsas, pilas y demás no deben quedar esparcidos por la montaña. No es un bonito regalo: afean el entorno y casi todos ellos resultan peligrosos de una forma o de otra para los animales que allí habitan. Recordad que ésa es su casa, y allí nosotros somos sólo invitados. Nos recibe hospitalariamente, así que hay que aprender a ser huéspedes respetuosos.

ENTRE ALGODONES


Para que luego me pregunten que cómo es que me da por salir con lluvia y niebla. ¿Hacen falta más razones que las que tenéis abajo? Yo creo que son de peso. A ver, cuando se sale en estas condiciones, siempre ha de ser a lugares que se conocen bien y correspondientemente equipados. No vaya a ser que se nos pierda alguien o que os pilléis un resfriado. En este periodo del año calculad también que las horas de luz se reducen muchísimo. Nunca está de más llevar la linterna dínamo encima, pero lo mejor es evitar tener que usarla.

Esta tarde hay una lluvia finísima pero densa y constante. De la montaña no queda ni rastro: hasta el borde del pueblo llega el manto algodonoso. Cuando en Hervás tienen esta estampa, lo que se vive dentro de los castañares y más arriba, en las pistas, es esto.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 






































CÓMO INTERPRETAR LAS MARCAS SOBRE EL TERRENO QUE SEÑALAN LAS RUTAS DE HERVÁS


Como nunca te acostarás sin saber una cosa más, hoy descubro que hay personas que no saben interpretar las marcas en el terreno con las que se han señalado diversas rutas clásicas de Hervás. Así que vamos a ello. En realidad es una tontería, pero como os explicaré yo tengo mis objeciones. Luego cada uno…

Los senderos de Hervás aparecen marcados en blanco y amarillo (si se os queda pequeña esta montaña y visitáis la de otros pueblos cercanos, como por ejemplo mi querida Gargantilla, comprobaréis que tienen otros colores). En principio las líneas paralelas indican que el camino es transitable, y la equis que no lo es. Sin embargo en nuestra última entrada sobre La Chorrera aconsejábamos tomar un sendero marcado con una equis… De hecho, una buena parte de los senderos marcados con equis sí son perfectamente transitables y a veces conducen a lugares muy interesantes.

¿Es que acaso los habitantes de Hervás pretenden quedarse con los turistas? ¿Colocan marcas falsas para que los visitantes se pierdan? ¡Pero qué mala uva que tiene esta gente! Pues no, y hay quien todavía hace buenas pitarras, aunque vecinos con una cierta edad afirmen que no alcanzan a las de mi bisabuelo.

Entonces habría que interpretar más bien que las líneas paralelas indican que el camino es el correcto y la equis que no lo es. Y aquí está el meollo de la cuestión porque el camino es el correcto para ir a donde quien lo ha marcado se ha metido en la cabeza que vosotros querréis ir si lo habéis tomado. Según su lógica, por ejemplo, si yo estoy en Marinejo he de querer ir por fuerza a La Chorrera, y por ello me marcarán con equis caminos que podría tomar para llegar a la Heidi y de allí al Pinajarro, por ejemplo. De locos. Y qué sabe nadie a dónde se me mete a mí en la cabeza ir cada día. ¿Veis por qué de vez en cuando me da por abandonar pistas y caminos e ir monte través? Resistencia activa, señores, resistencia activa.

Diría que el sistema nace de la costumbre de decirle a la gente lo que tiene que hacer y cómo. En fin. Personalmente prefiero decidir cómo llegar a donde quiero llegar. Como le decía hoy a un caminante que me pedía indicaciones, desde cualquier punto se puede llegar a cualquier lugar interesante que uno quiera visitar: sólo hace falta conocer lo suficiente la montaña. Otra cosa es que ir a la Tejea pasando por el Pinajarro en lugar de llegar directamente desde el pueblo pueda alargar un “poquito” el trayecto innecesariamente. Pero como sigo pensando que más importante que el objetivo es el camino…

Comprendo que algún sistema tenía que adoptar para facilitare las cosas a quienes no conocen la zona, pero con todos los respetos a veces tengo la sensación de que así se les trata un poco como a ratoncillos de laboratorio. Y según observo, con ese sistema ni siquiera se evita siempre que los turistas se líen. Si quienes optaron por ponerlo en práctica de verdad caminasen a diario por la montaña, se darían cuenta por sí mismos de la confusión que a veces llega a crear y de las decisiones tan arbitrarias que a veces implica sobre las rutas marcadas. A lo mejor se podría haber optado por marcar cada ruta con colores diversos, de forma que en algunos puntos clave, como las Tabladillas o Marinejo, podría haber confluido más de un color.

Se me dirá que es fácil criticar viendo los toros desde la barrera, pero es que esto es como diseñar zapatos de señora: si quienes se obcecan últimamente en colocarles a todos esos tacones imposibles y antiestéticos (sigo diciendo que, al forzar la posición de la pierna, exageran los gemelos: piernas de jugador de fútbol profesional) tuviesen que caminar con ellos, dejarían de hacerlo. Como la vida no es blanca o negra, entre los tacones de veinte centímetros y las manoletinas planas ha de haber todo un mundo por descubrir o recuperar.

CÓMO ACCEDER A LA CHORRERA DE LA FORMA MÁS SEGURA DURANTE LOS MESES DE MAYOR CAUDAL DE LOS RÍOS



Hoy, regresando de un paseito por La Chorrera, encuentro en el canal a un matrimonio con niños muy pequeños que me preguntan si les queda mucho. Me preocupo y decido escribir esta entrada atendiendo a la necesidad de velar por la seguridad de los visitantes, no sólo de los que viajan con niños. Os daré aquí las mismas explicaciones que les he ofrecido a ellos, como a los caminantes que he encontrado poco después e incluso más abajo, ya a la altura del embalse del Horcajo.
Nuestro objetivo hoy es aprender cómo llegar a La Chorrera de la forma más segura, lo que en la práctica quiere decir evitando el canal en el tramo final. Recordaréis quizá que ya en el pasado os expliqué cómo evitar las zonas del canal que habitualmente se desbordan en los períodos de más lluvias o deshielo en las cotas altas, esos tramos viejos del canal que se vuelven particularmente peligrosos por la acción de la erosión hídrica. Entonces os aconsejaba regresar al canal apenas superados estos tramos. Me movía a ello el temor de que perdieseis la senda y os dieseis un susto. Cierto es que si uno sabe dónde queda La Chorrera, aunque sea trepando por el monte (que de todas formas no es especialmente aconsejable en este periodo del año, sobre todo con la resbaladiza hierba seca, las retamas muertas a las que nunca debéis agarraros porque se quebrarán, el rocío semicongelado...) sabrá encontrarla, pero si uno no ha estado nunca antes... No obstante, lo más seguro sería no abandonar la senda hasta bajar al salto de agua, porque ello nos evitaría la etapa del trayecto que resulta más conflictiva: trepar una vez se abandona definitivamente el canal. Además os ahorrará tiempo. Hoy analizaremos las calves que hay que recordar para transitar esta senda sin pérdida posible. Veréis que en realidad es muy sencillo.

Nosotros vamos a partir desde el punto del canal en el que, como veíamos en la entrada sobre la visita del 25 de diciembre, se hace necesario meter los pies en el agua (encontraréis fotos muy elocuentes en entradas aún más antiguas). Para saber cómo llegar hasta aquí podéis dirigiros a las primeras entradas de este blog, en las que se hablaba del emblemático salto de agua.

Una vez hemos atravesado el arroyo, no continuamos por el canal, sino que tomamos la senda que se abre a nuestra derecha, justamente la que aparece marcada en una piedra como no transitable mediante una cruz blanca y amarilla. Es muy estrecha y ahora aparece cubierta por las hojas de los robles, pero en realidad no tiene pérdida porque algunos la seguimos usando incluso en el periodo más frío del año. Deberéis estar más atentos al terreno, eso sí, si subís con nieve, cuando ya no se percibe el rastro de la misma bajo el manto blanco. Al principio iréis tranquilos porque desde la senda seguís viendo el canal, pero como vosotros vais subiendo progresivamente, al final lo perderéis de vista. Nada de pánico. Lo único que hay que recordar es que debéis seguir mirando a vuestra izquierda. Cuando veáis aparecer los restos de unas casillas en piedra, os paráis y os colocáis de espaldas a los mismos. Ahora tenéis a vuestra derecha la senda por la que habéis llegado hasta allí, y de frente veis un muro muy bajo cubierto por el musgo. Si prestáis atención, a la izquierda del muro encontraréis un viejo cierre de alambre de espino. Debéis caminar pegados al muro, siguiéndolo hasta el final. Sencillísimo, ¿no?















Esta senda confluye con la subida desde el canal en una enorme roca marcada con las dos rayas paralelas que indican camino transitable. Desde allí podéis descender tranquilamente para ver de cerca el salto de agua. Al regresar, evidentemente, cuando os encontréis sobre la gran roca, debéis recordar tomar el camino de vuestra izquierda, que es la senda por la que habéis llegado, ya que el de la derecha es el que os obliga a bajar por el terreno suelto y removido hasta el canal.




En cualquier caso, hay que añadir que en este momento el canal es perfectamente transitable en su totalidad; lo he inspeccionado hoy mismo. Si decidís tomar este camino, lo encontraréis cerrado con unos troncos. Pasáis por debajo sin problemas. Recordad que cuando encontréis en medio del canal una piedra triangular de buen tamaño marcada por las dos rayas paralelas, como ya veíamos en si día al explicar pormenorizadamente esta ruta, querrá decir que debéis comenzar a trepar por el terreno removido que queda a vuestra derecha.

Los verdaderos protagonistas estan aquí