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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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Σας ευχαριστώ από τα βάθη της καρδιάς μου



Afirmaba William Drummond: “Aquel que no quiere razonar es un fanático, el que no sabe razonar es un tonto y quien no se atreve a razonar es un esclavo”. Buero Vallejo persiguió siempre la luz de la razón, indisolublemente unida al bálsamo de la mesura y la tolerancia. Fue esencial para una sociedad herida y maltrecha. Desde la disciplina teatral, trabajó para liberar al hombre de las tinieblas que lo atan y ofuscan, tan a menudo alimentadas por un poder corruptor, ni legítimo ni noble. Si hacemos un recorrido por su fecunda obra, si observamos a sus personajes, ya sean héroes o antihéroes, el eco de una reconfortante reflexión de Henry George resuena en nuestros oídos: “Quien quiera que sea y dónde sea que esté, el hombre que piensa se convierte en luz y potencia”. Pues Bien, Buero iluminó y sigue iluminando hoy en día: él aportó luz y potencia a un mundo que sin su figura y su obra hubiese seguido siendo infinitamente más oscuro.
                                                                                    Salomé Guadalupe Ingelmo, Sobre Antonio Buero Vallejo




ESCAPAR DE LA CAVERNA
Salomé Guadalupe Ingelmo



A Antonio Buero Vallejo, paladín de la luz



                                                  En el cuarto oscuro de las fotos
                                                 dejo una postal
                                                 con un ciruelo en flor.
                                                          
Niji Fuyuno



                                                  Mantén tu rostro hacia la luz del sol y no verás la sombra.
                                                          
Helen Adams Keller


Se va haciendo una luz tenue. En primer plano, las paredes de un túnel excavado en una roca de cartón piedra inconfundiblemente negra: estamos en una mina de carbón. Al fondo del escenario, un cuerpo aovillado da la espalda al espectador. Se alza y avanza encorvado, torpemente, como si casi hubiese perdido el hábito de vivir de pie, hacia el patio de butacas. Se para más o menos en el centro del escenario. Sus ropas están hechas jirones y, como todo él, tiznadas de negro. La barba entrecana, larga y descuidada. Los ojos, hundidos y ojerosos. Está demacrado; pero su cuerpo fibroso, lejos de parecer quebradizo, se diría correoso e indestructible. Arrastra pesadamente algo, unos grilletes con una bola que entorpece su avance. Al aproximarse al público, éste puede ver que dicha bola es un globo terráqueo.
Sobre la noble cabeza lleva un casco de minero encendido. En una de sus manos sujeta un pico muy desgastado. Ha de ser un esclavo de Roma, condenado por el Imperio a vivir en la oscuridad. Probablemente habrá sido enviado a trabajos forzados por discrepar, por rebelarse y no aceptar sumisamente el destino impuesto por otros. O simplemente, por no haber nacido en el seno de la casta privilegiada.

ESCLAVO:

¿Qué veo al final del túnel? (Ilusionado por unos segundos.) A lo lejos, una luz se enciende. (Súbitamente suspicaz.) Pero podría tratarse de una trampa: son astutas sus artimañas… (Acariciando agradecido la linterna de su casco.) No, debo confiar sólo en la luz de mi cabeza.
¡Yo soy Espartaco! Esclavo me llaman porque de esclavo nací... Eso dicen ellos. Se empeñan en creer que encerrando a un hombre, encerrarán también su pensamiento. Que tratándolo como una bestia, se convertirá finalmente en eso. No entienden que con estas manos, con estas mismas dos manos, sólo con estas manos, un hombre puede cavar su fosa o construirse sus alas. Y salir volando del laberinto. (Mira hacia arriba, hacia un cielo que ni siquiera se adivina, melancólico pero aún esperanzado.) Con las mismas manos. (Con aire soñador, mientras agita la mano en la que no sujeta el pico.) Sus insensibles corazones no quieren aceptar que mi pensamiento es como un pájaro: siempre libre. Sus grilletes no pueden encadenarlo. (Repentinamente combativo.) Se obstinan en tenerlo prisionero de esta caverna oscura: quieren que sus alas se atrofien y su voz clara se quiebre; que deje de volar y cantar para que nadie pueda verlo ni oírlo. (Ahora, melancólico.) Y entonces, piensan, tendrán definitivamente la razón de su parte. (Persuasivamente, como intentando convencerse de sus razones: como si hubiese pasado tanto tiempo allí preso, que empezase a dudar incluso de ellas.) Pero no es razón la razón de la fuerza, sino argumento perverso. Y porque yo aún lo sé y lo digo, me tienen aquí encerrado, cautivo. (Gritando.) ¡No soy un animal! (En sobrecogedores susurros, con la mirada perdida y aterrada: quizá, sopesando la posibilidad contraria.) No lograrán convertirme en una bestia. Son rencorosos; no perdonan. No perdonan porque yo poseo lo único que ellos no pueden comprar con dinero. No me lo arrebatarán: soy dueño de un alma y un intelecto. (Irguiéndose, reconquistando un orgullo casi olvidado.) Y la oscuridad no puede confundirlos; ven con total claridad incluso en estas galerías, enterrados en vida. Ellos dos, sirviéndose de la persuasiva voz de la conciencia, me dictan lo que está bien y lo que está mal, lo que es justo y lo que resulta abominable. (Encendiendo el casco.) No, no he de fiarme de las apariencias: lo único cierto es la luz de mi propia cabeza.
(Soltando el pico y mirando las palmas encallecidas por el duro trabajo y, ahora, crispadas.) Si pudiese excavar en la conciencia ajena, lo haría con mis manos desnudas. (Apretando los puños, con decisión y entusiasmo.) Dejaría las uñas y la vida en ese intento. (Definitivamente desalentado.) Pero temo descubrir lo qué hay debajo: en algunas conciencias cuanto más excavas, más suciedad encuentras. Las hay negras como la pez. Hondas como un pozo sin fondo, por cuyas altas paredes ni la lucidez ni la piedad trepan.
(Apoyando la mano sobre una de las paredes de la gruta.) Hasta esta roca firme, que parece eterna, ha de quebrantarse un día bajo el peso de mi acometida. Si no es hoy, será mañana. Si no es mañana, será otro día. (El volumen de su voz ha ido aumentando, recobrando convicción.) Si he excavado hasta aquí, puedo excavar también hasta alcanzar la huida. La manumisión es sólo cuestión de tiempo, obra de perseverancia.
Del techo se descuelga una reja lentamente, mientras el personaje avanza. Para cuando llega al borde del escenario, ésta se encuentra ya a la altura de su cara. Se aferra fuertemente a los barrotes y mira a lo lejos, hacia lo alto.
(Serenamente.) Pido la voz por derecho. Porque aún me queda, quieran ellos reconocerlo o no, la palabra.
Entonces abre la boca y de ella sale una mariposa blanca de gasa que, enganchada a hilos trasparentes lo suficientemente gruesos como para que resulten bien visibles, revolotea artificialmente en la misma dirección de la mirada. Un foco la sigue en su vuelo mientras se aleja, al tiempo que la luz en el escenario disminuye. Hasta que la mariposa está tan lejos que la oscuridad se vuelve total.

TELÓN



El Pueblo Unido, Quilapayun y Mikis Theodorakis


 
Καημός,  Mikis Theodorakis


TRESCIENTOS

Piedra de molino



Paso de las Termópilas, 480 a.C, un puñado de griegos, a pesar de la traición y aun sabiéndose sin esperanzas, resistían heroicamente impidiendo el ingreso en Grecia. Dos días enteros de batalla, librada tras cinco de dura resistencia contra la poderosa maquinaria del imperio persa. Doscientos setenta mil hombres contra apenas mil quinientos. Cualquier cosa con tal de salvaguardar la dignidad y la libertad de las polis, la cuna de la democracia extendida después por todo el mundo que había de tenerse por civilizado. Leónidas y sus trescientos, así como la mayor parte del resto de soldados griegos, murieron; pero su sacrificio ofreció tiempo y sirvió de ejemplo, infundió valor en su pueblo, que reorganizó sus fuerzas y logró vencer al soberbio Jerjes en Salaminas. Dicen que la historia es un círculo que se repite tercamente. Hoy, más que nunca, me gustaría creerlo.

Nota: El bushidō o "camino del guerrero" es un código ético que exige honor y lealtad hasta la muerte y rige la conducta del guerrero japonés para hacer de él un hombre o una mujer noble, alguien capacitado para comandar y guerrear sin perder la humanidad ni sus valores. Las siete virtudes del bushidō son la justicia, el coraje, la benevolencia, la cortesía, la sinceridad, el honor y la lealtad.


Leónidasen Las Termópilas, Jacques Louis David
Leónidas en las Termópilas, Jacques Louis David


A Way of life (El último samurai), Hans Zimmer



TIERRA QUEMADA





Tal vez si corres lo suficiente

Siempre con prisa por llegar.
O por escapar de repente.
No conseguiste entender:
nunca correrás lo suficiente.
No te diste tiempo a pesar.
Tanto deseabas aligerar…
Ahora tus huellas se desvanecen.

Fría en la mañana,
reposando la última noche:
una botella en la mano,
el cigarrillo entre los dientes.
No renunciaste a volar.
Aún sonríes al pensar
en los que te advertían del accidente.
Desde lo alto de la cornisa,
diminutos,
ves pasar a la gente.
Que el que ríe al final
conserva esa sonrisa para siempre.

Corre, muchacha, corre.
Tal vez si corres lo suficiente,
Logres dar esquinazo
a esa cuenta pendiente.
                 (S. G. I., Madrid, 29 de mayor de 2015)


La Muerte y la Doncella, PJ Lynch
La Muerte y la Doncella, PJ Lynch


107 degrees por Alice Smith


107 degrees por Citizen Cope y Alice Smith 








A LA MAÑANA SIGUIENTE



SOBREVIVIR A LA NARCOLEPSIA

Durmió. Más por hastío que por verdadero sueño. Más por evadirse que por perseguir el inalcanzable descanso. Estaba rendido; se dijo que esconder la cabeza bajo la cobija, abandonarse en brazos de la indolencia, de la absorbente blandura del olvido, sería delicioso y reparador. Reconfortante pausa de la diaria contienda. Parecía tan buena idea… Un día cerró los ojos sin más y cortó los puentes con la realidad. La lucidez apagó la luz y se deslizó plácidamente hacia el lugar más oscuro de la conciencia. Se replegó al bastión inexpugnable de la indiferencia, donde ‒pensaba‒ ya nada podría alcanzarle. Durmió con una contumacia cercana a la muerte. Durmió de un tirón un sueño opresor y adulterado. Un sueño inducido y artificial: un sueño inoculado y dirigido. Un sueño incalculable y de incalculables consecuencias. Durmió, lo suficiente para perder la noción del tiempo, un sueño sin sueños. Durmió, hasta olvidarse de sí mismo, un sueño pegajoso y asfixiante. Un sueño parasitario que le desgastó en lugar de repararle. Y un día, sin más, despertó. Volvió exactamente como se había ido. Abrió los ojos sin saber muy bien por qué, sin causa aparente. Despertó y se descubrió en un paisaje desconocido. De familiar, sólo la profunda huella que su cabeza había dejado en el suelo: un enorme hueco vacío, sima insoslayable, insalvable abismo, único testigo de los años perdidos en un letargo estéril. Alrededor, oscuridad y silencio. Y pudo ver fosa pero vio seno: matriz expectante y prometedora. Se dijo que la nada es también oportunidad para otro comienzo. Y proyectó llenar ese pozo con un mundo distinto al que había conocido, uno mejor concebido y más proporcionado, donde cada elemento tuviese su lugar y éste fuese respetado; donde todo cupiese en armonía. Se desperezó y miró hacia lo alto, pero ya no había sol ni cielo. “He dormido demasiado”, dijo. “Ahora es necesario construir de nuevo”.
                                                                                                                                                                                                                      (S. G. I., Madrid, 26 de mayor de 2015)


Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, Salvador Dalí
Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, Salvador Dalí


Freedom, interpretado por Anthony Hamilton & Elayna Boynton



MIGRAR EN SENTIDO INVERSO

Alejandro Cabeza, Pedro Ávila Montero, Helsinki, Concurso Literario Ángel Ganivet, Salomé Guadalupe Ingelmo, Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet, Concurso Literario Ángel Ganivet, Concurso Ángel Ganivet, Premio Ángel Ganivet, Certamen Ángel Ganivet
Pedro Ávila por Alejandro Cabeza



HOMBRES DEL NORTE
Salomé Guadalupe Ingelmo


Para Pedro Ávila

El horizonte está en los ojos y no en la realidad


Se despertó sobresaltado: en el sueño se ahogaba en un río de palabras contenidas que no alcanzaba a seguir tragando. Abrió los ojos y no vio. Ninguna luz se filtraba por las estrechas rendijas; los días habían ido volviéndose paulatinamente grises. El otoño avanzaba sin remisión sobre los cuerpos, despojándolos como a los árboles. Al otro lado del cristal –tan cerca pero tan lejos– bandadas de plumas blancas emprendían el vuelo. El sudor se le antojó mortaja y añoró el frío de los neveros. Dudó. Sólo por un instante. Miró hacia atrás y no reconoció la tierra. Vio que ya no merecía el esfuerzo. Definitivamente comprendió: estaba a tiempo de migrar en sentido inverso. 



Joan Manuel Serrat, Vagabundear



DIME, ESPEJITO

Salomé Guadalupe Ingelmo, escritora española, ensayista española, crítica literaria




ÉXODO 20:4
Una máscara ensayada,
lo que contemplas en el espejo.
Eres lo que quieres ser;
sólo cae el telón
cuando no te veo.
Fascinado por el brillo embaucador,
hasta tú olvidas que es un simulacro.
Qué importa postrarse con devoción
ante un ídolo fatuo.
Te dejas cautivar con deleite
por tu hinchado reflejo.
Nadie puede negar
que es un bonito espectro.
Humo, aire, apariencia:
ilusión sin ilusión,
prestigio sin prestigio.
La antítesis de la magia
te repta por las venas.
No eres el rey del truco,
sino de la estafa obscena.
                                                      (S. G. I., Madrid, 4 de diciembre de 2014)



¡Pero sí! ¡El “idolum” es la imagen del espejo! Venancio pensaba en griego, y en esa lengua, todavía más que en la nuestra, “eidolon” es tanto imagen como espectro, y el espejo nos devuelve nuestra imagen deformada, que nosotros mismos, la otra noche, confundimos con un espectro.
                                                                                                                                       (Umberto Eco, El nombre de la rosa)



Virgil Elliott
Autorretrato, Virgil Elliott 




Queen, Somebody to love






POR EL MEJOR AÑO DE VUESTRAS VIDAS



Sólo está perdida la batalla que no se libra. Luchad por ser felices.


Salomé Guadalupe Ingelmo, escritora española, ensayista, crítica literaria, escritora para la infancia, autora de literatura infantil, Alejandro Cabeza




Joe Cocker, With A Little Help Of My Friends



PLATERO Y YO

Pareja de asnos, por Alfredo Enguix


SI JUAN RAMÓN LEVANTARA LA CABEZA

Hace poco celebrábamos el centenario de Platero y yo, pero a escasos días de Navidad nos despertamos con la noticia de que un salvaje ha causado la muerte de un burrito de meses en Lucena. A cuanto parece, para algunos esto es el espíritu navideño. Obviamente al “gracioso” que protagonizó la hazaña de saltarse la seguridad del Belén del que el animalito formaba parte, la obra de Juan Ramón Jiménez ha de traerle al fresco: la ternura de la bestezuela no le produce ni calor ni frío. Pero el verdadero problema, lo realmente grave, no reside en sus gustos literarios, sino en la absoluta insensibilidad ante la vida animal, que no deja de ser vida ajena. Cómo se puede sentir una persona normal al saber que ha causado la muerte de un ser vivo que apenas comenzaba a dar sus primeros pasos, un animal que no ha podido superar el trauma de los golpes y el esfuerzo, el peso de una mole de ciento cincuenta quilos sobre una espalda aún endeble. La cuestión es que una persona normal nunca haría algo así. A una persona normal, en un país normal, se la habría educado en el respeto: en el respeto hacia las normas que dictan no saltarse una barrera y en el respeto hacia la naturaleza, que dicta no masacrar cuanto nos rodea. A una persona normal, en un país normal, se la habría educado para intentar convivir en el respeto hacia otras formas de vida. Pero en nuestro país aún hay muchos individuos que desprecian cuanto no comprenden, que cosifican a los animales y, por tanto, los maltratan sin pudor ni remordimiento. Qué más da la muerte de este bebé de pollino, si el héroe ya tiene en su móvil la foto que buscaba a toda costa: orondo y obscenamente sonriente a lomos del Platerillo, tan blando por fuera como hecho de algodón, que moriría horas más tarde.
Por motivos obvios, en los medios de comunicación las fotos se muestran veladas, pero de seguro bastaría mirar los ojos de ambos protagonistas para descifrar sin ayuda cuál es la víctima y cuál el verdugo.

Mientras sigamos permitiendo y justificando el maltrato animal, disfrazándolo a veces incluso de fiesta tradicional, no podremos considerarnos un país desarrollado.

Monje con asno, por Antonio Casanova Estorach


George Harrison and Eric Clapton, While my guitar gently weeps 


PUNTOS DE ENCUENTRO




Aquí va, con un poco de retraso pero también con mucho amor, mi participación en la publicación Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, coordinada por nuestros compañeros José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y editada gracias a la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y a la Fundación Xavier de Salas.

Ha sido un privilegio verse rodeada de autores tan especiales. Gracias a todos vosotros por vuestro esfuerzo y entusiasmo. La nuestra es una tierra hospitalaria, siempre dispuesta a acoger al peregrino, y creo que así la hemos pintado.





GRANADILLA
VESTIGIOS DE UN NAUFRAGIO

Salomé Guadalupe Ingelmo


                                        Granadilla: A un mar interior
                                        En las casas abandonadas,
                                        o restauradas,
                                        se adivinan murmullos sin cuerpo,
                                        sonidos amortiguados,
                                        como ahogados por el líquido elemento.
                                        Dicen, de quienes reconstruyen el pueblo.
                                        Pero yo intuyo, sé,
                                        que llegan de otro tiempo.
                                                           (S. G. I., Hervás, 11 de agosto de 2011)


La muralla que separa ambos mundos, pasado y presente, domina sus ruinas: laberinto de callejuelas donde perderse. Pareciera víctima de una sigilosa guerra que todo lo hubiera arrasado sin consideración. Y sin embargo no está vencida; un pueblo se levanta de sus cenizas por voluntad, con trabajo y esfuerzo. Por orgullo y dignidad, se levanta. Quizá agonice, pero nunca muere a manos de otros. O se suicida o anda. Y ella no se ha rendido del todo. Ni a pesar de todo. El hombre es animal que carece de memoria. Por eso continúa allí, en pie. Tozuda, reacia a alimentar el hambre insaciable del olvido: museo vivo, martillo contra el yugo que oprime.
Hace décadas que la quimera del mar le lame los pies. A veces se engalana, cubre sus muros de
conchas… Pero aún se resiste pudorosa a un idilio que intuye insidioso. Ella no olvida: ansía lo que ya no puede tener, la tersa llanura que yace medio ahogada a sus plantas, sobre un fondo en calma donde no habita el sonido. Ansía una piel erizada de tercas encinas y alcornoques, como una barba incipiente: áspera pero familiar. Ya no volverá. No importa cuánto pueda esperar, no secará el pertinaz sol los fluidos derramados. Sólo permanecen los lánguidos eucaliptos, extranjeros nostálgicos de desconocidos continentes a la deriva. En junio, los pétalos ajados de las jaras nievan el duro suelo. Vuela por el aire el canto de un cisne, el último.
Visto por ojos profanos, diríase un paisaje lunar, yermo. Pero los mulos rumian al amor de sus muros, y los lechones juguetean ociosos en el barro. El gamo de mirada tierna observa asombrado la vida que se acelera más allá de las murallas: parecieran cárcel y quizá simplemente sean refugio. Imprevisibles, brotan pequeños vergeles del suelo calcinado: los huertos donan frescor y los frutales, sombra bajo la cual posar unas palabras. En sus recovecos se detiene el tiempo. Los asientos son de piedra: no hay urgencia para el caminante.
Granadilla, fundada en 1170 por Fernando II, desde 1980 declarada Conjunto Histórico-Artístico, fue desalojada en los años cincuenta tras ser declarada zona inundable por la construcción del embalse Gabriel y Galán. Las familias campesinas, despojadas de sus tierras, hubieron de abandonar el pueblo, que se convirtió en un fantasma. Sus olivos soñaban bajo el agua el pronto regreso. Pero las vidas de los últimos resistentes naufragaban en una isla cada día más pequeña: el mundo exterior parecía ajeno a la tragedia.
Desde 1984 Granadilla forma parte del programa “Recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados”. Jóvenes estudiantes lo rehabilitan: lo animan otra vez voces nuevas. No obstante en el Día de Difuntos los antiguos habitantes, los vivos y quizá los muertos, regresan a su tierra.

Texto y fotografías: Salomé Guadalupe Ingelmo 
Paisaje: Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza


Salomé Guadalupe Ingelmo, “Granadilla. Vestigios de un naufragio”, en José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y (Coord.), Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, Dirección General de Turismo Junta de Extremadura – Fundación Xavier de Salas, 2014, pp. 114-118.


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Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza







Gortoz a ran, Denez Prigent & Lisa Gerrard





TRANSPARENCIA




Pulcritud en el alma
Los principios son impermeables a enjuagues circunstanciales o simplemente no son. De hecho, una vez ensuciados, resulta inútil pretender lavarse las manos. Puedes restregar con ahínco; a la conciencia pertenecen siempre las manchas más tenaces.

                                                         Salomé Guadalupe Ingelmo



Jacob Jordaens, Diógenes
Diógenes con su linterna buscando un hombre honrado, por Jacob Jordaens



Slash & Myles KennedySweet Child O' Mine








Guns N' Roses, Sweet Child O' Mine


DE DIOSES Y TUMBAS

Sarcófago de Tabnit (Museo de Estambul)
Sarcófago de Tabnit (Museo de Estambul)


LARGA ES LA SOMBRA DEL FARAÓN
Esa mancha que yo veo
asomando tras afeites
desafiando artificios y maquillajes
se extiende por la retina en catarata
Y es tan grande que aún eclipsa
la ancha sonrisa de tu rostro
infame
Si sólo supieses de pudor
o de vergüenza
Si supieses de lo humano
siquiera de lo divino
sabrías que la historia no perdona
y la conciencia cobra el postrer día
Sin esclavos ya sobra el látigo
con que construir boato
piedra a piedra.
Una pirámide tumba es
al fin y al cabo
donde la carne se descompone
y perece
Qué será de ti
que no tienes alma
Qué será de ti
sin materia que vertebre
Damnatio memoriae
sobre tu nombre
infausto como un Thot
de plumas negras
Nada
Sombra vagando sobre las paredes
solitaria
cual desconchado bajorelieve
                                                                                                                                                  (S. G. I., Madrid, 29 de noviembre de 2014)


William Adolphe Bouguereau
Santas Mujeres en el Sepulcro, William A. Bouguereau


Elton John, The King Must Die


JUSTICIA CIEGA

Granadilla a la puesta de sol


SI YO TUVIERA MANOS
No prescribe el peso de los días
ni la ausencia de los miembros.
Una mano lava a la otra, dicen.
Pero yo no tengo:
ni dos ni una
ni media.
Me falta padrino
que empuje la rueda.
Y tú me crees manco,
Justicia…
La viga te ciega.
                                                         (S. G. I., Madrid, 24 de octubre de 2014)




Unarmed Man by Odd Nerdrum
Unarmed Man por Odd Nerdrum



Armando PalomasCanción del Mutilado


PEDIR UN DESEO

Huerto de Calisto y Melibea en Salamanca
Huerto de Calixto y Melibea, Salamanca



AL FONDO DEL POZO
Tira la llave,
amor,
tira la llave.
Sellado el paso.
Que es tuyo y mío
este universo
donde se mitiga el vacío.
                                                                       (S. G. I., Madrid, 14 de octubre de 2014)



John Anster Fitzgerald
Hadas en un nido de pájaro, John Anster Fitzgerald


Whitesnake, Is this love








Los verdaderos protagonistas estan aquí