Pareja de asnos, por Alfredo Enguix |
SI JUAN RAMÓN LEVANTARA LA CABEZA
Hace poco
celebrábamos el centenario de Platero y
yo, pero a escasos días de Navidad nos despertamos con la noticia de que un
salvaje ha causado la muerte de un burrito de meses en Lucena. A cuanto parece,
para algunos esto es el espíritu navideño. Obviamente al “gracioso” que protagonizó
la hazaña de saltarse la seguridad del Belén del que el animalito formaba
parte, la obra de Juan Ramón Jiménez ha de traerle al fresco: la ternura de la
bestezuela no le produce ni calor ni frío. Pero el verdadero problema, lo
realmente grave, no reside en sus gustos literarios, sino en la absoluta
insensibilidad ante la vida animal, que no deja de ser vida ajena. Cómo se
puede sentir una persona normal al saber que ha causado la muerte de un ser
vivo que apenas comenzaba a dar sus primeros pasos, un animal que no ha podido
superar el trauma de los golpes y el esfuerzo, el peso de una mole de ciento
cincuenta quilos sobre una espalda aún endeble. La cuestión es que una persona
normal nunca haría algo así. A una persona normal, en un país normal, se la
habría educado en el respeto: en el respeto hacia las normas que dictan no
saltarse una barrera y en el respeto hacia la naturaleza, que dicta no masacrar
cuanto nos rodea. A una persona normal, en un país normal, se la habría educado
para intentar convivir en el respeto hacia otras formas de vida. Pero en
nuestro país aún hay muchos individuos que desprecian cuanto no comprenden, que
cosifican a los animales y, por tanto, los maltratan sin pudor ni
remordimiento. Qué más da la muerte de este bebé de pollino, si el héroe ya
tiene en su móvil la foto que buscaba a toda costa: orondo y obscenamente
sonriente a lomos del Platerillo, tan blando por fuera como hecho de algodón,
que moriría horas más tarde.
Por motivos
obvios, en los medios de comunicación las fotos se muestran veladas, pero de
seguro bastaría mirar los ojos de ambos protagonistas para descifrar sin ayuda
cuál es la víctima y cuál el verdugo.
Mientras
sigamos permitiendo y justificando el maltrato animal, disfrazándolo a veces
incluso de fiesta tradicional, no podremos considerarnos un país desarrollado.
Monje con asno, por Antonio Casanova Estorach |
George Harrison and Eric Clapton, While my guitar gently weeps
Con esos 150 kilos de peso hubiera sido ideal que se sentara en un zarzal de los de ribera, así, con la misma bestialidad del palurdismo tordesillano.
ResponderEliminarAbrazos
Nunca he sido partidaria de la teoría de que la letra con sangre entra, pero probablemente tienes razón: a grandes males, grandes remedios; lo mismo llegados a determinados extremos, la sensibilidad sólo se aprende cuando la brutalidad se experimenta en carne propia. Besos.
EliminarHola guapa.. Yo también te deseo unas felices fiestas en compañía de tus seres queridos y que en el próximo año se cumplan todos tus deseos e ilusiones. Un abrazo. y Feliz Navidad.
ResponderEliminarYo diría que el próximo año sólo se puede mejorar... Besos.
EliminarTotalmente de acuerdo con tu entrada, difícil cuestión saber quien era más burro.
ResponderEliminarFeliz año próximo (sin mentar a Murphy).
Salud
Eso, mejor dejar a Murphy tranquilo, que últimamente la realidad supera con creces la ficción más apocalíptica. Besos
EliminarMe uno a tu denuncia. Una auténtica animalada :-((
ResponderEliminarUn beso.
Con perdón de los animales, claro. Besos.
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