Pulcritud en el alma
Los principios
son impermeables a enjuagues circunstanciales o simplemente no son. De hecho,
una vez ensuciados, resulta inútil pretender lavarse las manos. Puedes
restregar con ahínco; a la conciencia pertenecen siempre las manchas más
tenaces.
Salomé
Guadalupe Ingelmo
Diógenes con su linterna buscando un hombre honrado, por Jacob Jordaens |
Slash & Myles Kennedy, Sweet Child O' Mine
Guns N' Roses, Sweet Child O' Mine
Pienso lo mismo que tu escrito. Besos Salomé.
ResponderEliminarQue apropiada la imagen de Diógenes buscando un hombre honrado...
ResponderEliminarBesos
Hay muchos más de lo que pareciera últimamente. Es otra de las faltas imperdonables: que los indeseables hayan robado, también, la fe en la propia naturaleza humana, lo más sacro. Besos.
EliminarQue te traiga todos tus deseos. Besos.
ResponderEliminar