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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

THE GREAT STONE FACE

"En el país de los jamones" (El Pardo, Madrid)

Hoy en día, en pleno siglo XXI, lo inmovilista, rancio y anticuado es la esclavitud. Cuando unos seres humamos, considerados de segunda categoría por su nacimiento, pertenecían a otros que se aprovechaban de su trabajo y les robaban la dignidad, el pan, la salud, el acceso a la cultura e, incluso, la vida si así lo deseaban. Cuando los esclavos habían de mendigar la mísera existencia, padecer e incluso morir en silencio. Para no molestar.
Pasaron los tiempos en los que sólo se podía contestar "sí, bwana". Yo lo entiendo. Pero el hombre blanco que no acepta que se le cuestione cuando hace las cosas mal y las dice aún peor, no. No puede porque quedó anclado en una visión social del pasado. O, depende de cómo se mire, muy del futuro ‒a este paso, próximo, me temo‒: así como de 1984 o de Farenheit.
O sea que lo rancio es oponerse a la privatización... No me suena. Diría que desde que Espartaco llegó a la conclusión de que ya estaba bien de jugarse el pellejo para divertir a los de arriba, que si querían entretenerse bien podían comprarse un mono; desde que Jesús pegó el primer zapatazo, o más bien “sandaliazo”, en el suelo del templo para recordar que había que recuperar lo que a cada uno correspondía por legítimo derecho, en adelante, los revolucionarios, los visionarios de ideas innovadoras y perseguidas, han estado siempre en el otro lado de la moneda: en la cruz, en la que no pertenece al césar. Que sea de Dios o no, ya dependerá de cada quien. Aunque, no me cabe duda, Dios, de existir, está justamente de ese lado y no del otro. Diría que lo avanzado ‒no me gustaría llamarlo "moderno" porque se me hace frívolo‒ son las conquistas sociales. Ésas de las que, viniendo de tanta represión, dictadura y caciquismo, logramos pocas con mucho esfuerzo. Y de las que cada día vamos conservando menos.
El capitalismo no supone ninguna innovación a estas alturas de la película. De hecho, como la realidad cotidiana demuestra, es un sistema muerto. Tampoco hay que alarmarse más de la cuenta: nada es eterno y un sistema incapaz de pensar en el mañana, basado en pulirse los recursos de todo tipo sin control aunque eso signifique al tiempo autofagocitarse, todavía menos. No es la primera ni será la última vez que una forma de organización o régimen llega a su fin. No implica el Apocalipsis. Al menos no para el ciudadano medio, el que está habituado a vivir modestamente y cultivar pocas pretensiones; el acostumbrado a arrimar el hombro y emplear su creatividad para construir de nuevo.
Sin embargo, evidentemente, hay quien, menos resignado y peor acostumbrado, se aferra desesperadamente a los despojos, disputándose los últimos pedazos con ferocidad. Nada que objetar si estuviésemos en un documental del National Geographic. El problema es que su supervivencia no peligra ‒aquí de lo que se habla es de mantener un estatus alcanzado con métodos ignominiosos; de acaparar riqueza a expensas de los más necesitados mientras aún se pueda, y caiga quien caiga‒ y los huesos que pretenden mondar hasta el tuétano son de otros seres humanos que luchan denodadamente por sacar adelante a sus propias familias: enfermos, ancianos, niños... Ya no hay caramelo que robar de boca infantil a la puerta del colegio; el sueldo no da para “chuches”. Así que ahora se conforman con mangarles a los críos el bocata de chorizo ‒si llega para eso. El pan, en los peores casos‒ bajo las narices de sus impotentes padres. A los que, además, ningún empacho impide llamar vagos, poco previsores o egoístas: si no les llega para pagar los estudios de sus hijos, seguramente será porque deciden destinar sus pingües ingresos, quizá los del subsidio de desempleo ‒puede que obtenido, como en buena parte de los casos, defraudando ‒, a otros fines, como comprar teles de plasma o hacer viajes al Caribe. Y en tal caso, se lo tienen merecido. Para citar a otra de las muchas mentes preclaras de nuestro tiempo: “que se jodan”. Es que nuestros ideólogos y pensadores, nuestros prohombres y promujeres, nuestros autodenominados “barones” ‒aunque, en su mayoría, cueste encontrarles la nobleza por algún sitio‒ poseen un vocabulario muy amplio.
El copago es, en definitiva, "una medida feliz"... "Feliz"... Ah, ya. Se ve que, en según qué mentes, Huxley caló muy hondo.
Pero claro, qué vamos a esperar de alguien que define el copago farmacéutico ‒es decir, volver a pagar lo que el ciudadano paga ya, presuntamente, con sus impuestos. Ésos con los que se dobla el presupuesto a la financiación de partidos mientras se deja en la mitad los fondos destinados a la Dependencia‒ como "justicia social".
Y uno se pregunta si llegará el día en que nos levantemos y, durante veinticuatro horas, sólo veinticuatro cochinas horas, ningún cargo público haya metido la pata en el charco. Es, por supuesto, un eufemismo, porque ellos no se dan por satisfechos si no chapotean y se rebozan bien en el lodazal. Cada uno responde a su propia naturaleza, es comprensible.
Así es normal que al que todavía se puede permitir desayunar mojando una magdalena en el café con leche, se le encasquille la masa en la garganta. Es que hay cosas que, claramente, no se pueden tragar.

Recolectores de algodón - William Aiken Walker
Recolectores de algodón, William Aiken Walker

Para escuchar a El Koala interpretando, Opá, yo vi acé un corrá 

SI HEIDEGGER LEVANTARA LA CABEZA...

"Clama al Cielo". Cruz del Humilladero, Salamanca


Está claro que todos tenemos un cerebro. Sin embargo no todos lo usamos, ni somos todos animales racionales. Ya sobre la sensibilidad y cualquier otra cualidad que dependa de una parte más espiritual e intangible del ser humano ‒supuesto que sea humano‒... mejor ni opinar: se vuelve todo demasiado difícil de medir, calibrar y pesar. Aunque algunos se empeñen en tener la báscula perfecta para ponernos cuarto y mitad de solidaridad, repulsa, indignación o afecto. Según exijan las circunstancias y convenientemente envuelto en papel encerado, para que conserve por más tiempo su espejismo de frescura.
Tener y ser no es, claramente, lo mismo. Por mucho que en las últimas décadas hayan querido confundirse los términos. Yo aconsejaría la lectura de Fromm, en concreto su Del tener al ser. Para quien pueda o quiera entenderlo, claro.
Como la Filosofía, a vueltas con el mismo problema desde hace siglos, pone de manifiesto, tampoco ser y estar son lo mismo. Y aquí aconsejo la lectura de, por ejemplo, Heidegger (Ser y tiempo) y Sarte (El ser y la nada). Definitivamente, para quien pueda entenderlo. Por lo que, a todas luces, quedan excluidos, para empezar, determinados cargos públicos. Básicamente esos que tachan de ignorantes, sin más, a quienes se atreven a exprimir sus propias meninges y discrepar, después, de ellos.
Dice una insigne voz de nuestro tiempo, un fiel reflejo de los vientos ‒racheados: ahora digo y, donde dije, Diego. Ya sea ante los micrófonos, los votantes o los jueces; en esto, sólo en esto, sí somos democráticos‒ que corren, que "lo importante es estar". No, que va, lo importante es ser. Que no es lo mismo.
De hecho, si hacemos caso a Descartes y su cogito ergo sum... Y ya si nos metemos en conceptos más farragosos como el Dasein, "ser-en-el-mundo", de Heidegger; si nos planteamos que el ser, en el ámbito humano, se convierte necesariamente en ser-para-otro, en Miteinandersein o en un estar-junto con otros en una relación de reciprocidad indisoluble de lo humano... Entonces, habría que deducir que ser, lo que se dice ser, somos sólo algunos. Ahora, estar... Eso ya es otra cosa.

 
El buey desollado, Rembrandt


Para escuchar a Joan Manuel Serrat interpretando Algo personal

HABLA, CHUCHO, QUE NO TE ESCUCHO

"Tú, disimula"

La táctica de taparse ojos y orejas mientras se profieren sonidos ininteligibles (o "ininteligentes") en el vano intento de (con)vencer, con escaso éxito, de que no nos enteramos de cuanto sucede a nuestro alrededor, o al menos de aquello de lo que no nos interesa enterarnos... Hombre, cuando éramos críos todavía tenía un pase; pero en cargos públicos hechos y derechos (nunca mejor dicho)... da más pena que risa. Y no, desde luego no consigue provocar como pretende. Más bien hace sentir una nostalgia infinita de aquellos tiempos en los que aún existían figuras de altura en el panorama político de nuestro país, hombres y mujeres de ideales (compartidos o no) a la par que de cultura: Niceto Alcalá-Zamora, Emilio Castelar, Antonio Cánovas del Castillo, Clara Campoamor, Vicente Blasco Ibáñez, Manuel Azaña…. Luego fueron viniendo poco a poco las vacas flacas, las devaluaciones, los recortes... hasta que nos quedamos con esto. En fin.
Una pena que sobre tanta autosuficiencia mientras se anda deficitario de eficiencia. Qué ejemplo de lucidez y humildad el de Sócrates (en boca de Platón) cuando decía aquello de “sólo sé que no sé nada”. Pues, entonces, cómo estarán los demás, esos que ni siquiera logran advertir –o reconocer– sus propias y enormes carencias. Y por cierto, hay quienes ocupan cargos de responsabilidad y ni siquiera parecen tener aprendidos los conceptos más básicos para andar por el mundo. No me extraña que el informe PISA nos ponga esas notas tan catastróficas: escuchando las declaraciones públicas de algunos de nuestros “representantes”... Hasta yo, que soy de Letras, sumo con discreta eficacia si me dejan usar los dedos. Y dos y dos, lo mire como lo mire, me salen siempre cuatro. Pero, extrañamente, las sumas no dan el mismo resultado si se dejan en otras manos. Probablemente porque ésas están más acostumbradas a la sustracción que a la adición. Es curioso como las matemáticas más básicas, que parecieran una ciencia exacta[1], se han convertido en un misterio insondable, dogma de fe (mala, evidentemente), en poder de según qué personajes. Claro, las cosas han cambiado tanto desde que yo estudiaba... Y más que van a cambiar como no pongamos coto a los abusones que pretenden adueñarse de todo el patio para convertirlo en su cortijo particular. Segregar -los chicos de las chicas, los ricos de los pobres...- es, el general, muy mala praxis. Acostumbrémonos a multiplicar más que a dividir; a jugar todos juntos. Para no tener que ver la baraja hecha pedazos definitivamente mañana.


[1] A los de Ciencias que estáis ahí: sí, ya sé que resulta más que discutible; pero por el momento tenemos bastante trifulca en marcha como para ponernos tiquismiquis también con esto. 


Ecce Homo 13, Thomas Demuth

Para escuchar a La Trinca interperando La patata

NO ME MIENTAS, QUE NO TE OIGO

"Lo estamos perdiendo" (pino medio seco en Peñalara, Madrid)


Día 21 por la mañana, llamo para pedir cita en el otorrino. En el centro médico más próximoo dan fecha para dentro de cuatro días (resulta que el especialista está sólo los jueves). Me parece mucho esperar, tras el fin de semana, sin tener noticias del mundo por un oído, así que llamo a mi siguiente opción más cercana. Allí me ofrecen un hueco el día 29. Sigo la ronda…
La historia, al final, termina bien: sin necesidad de tener que acabar saliéndome de la provincia, encuentro una clínica en la que, por intervención divina, estoy segura, alguien ha cancelado su cita para mañana.
Pero no, no se han producido recortes en sanidad en este país. Y mucho menos en la siempre eficiente Villa y Corte, ese pequeño reino ajeno que lleva de rodillas tanto tiempo.
Por cierto, que no cunda el pánico; la cita no era para mí –vista de águila y oído de lince–. No, yo sigo viendo y oyendo con claridad tan meridiana como escalofriante.

¿De verdad vamos a aceptar la perdida sin más? Mi comprensión, agradecimiento y solidaridad para docentes y profesionales de la medicina, para aquellos que, por verdadera vocación, siempre han estado más cerca de sus congéneres y más se han implicado en el bienestar de éstos, aún a costa de las repercusiones en sus propias vidas.

Triste herencia-Joaquín Sorolla
Triste herencia, Joaquín Sorolla

Para escuchar a Phil Collins interperando Against All Odds

MUJER FATAL

Gárgola salmantina (Casa de las Conchas, Salamanca)

HA NACIDO UNA ESTRELLA
(LA NOVIA DE FRANKENSTEIN)

Gárgola de pedernal inflamable,
hidra de siete cabezas,
medusa de mirada mortal
y venenosa melena.
De su boca incontinente:
ríos de palabras hueras,
improperios e injurias
como única respuesta.
"Donde no hay mata
no hay patata",
decía mi difunta abuela.

Simulacro de mujer fatal,
se enamoró del espejo.
Para cruce entre Jessica Rabbit
y Margareth Thatcher estudió
con más empeño que éxito.
Qué garbo, cuántos arrestos.
Derroche de ponzoña 
en botella tan pequeña.
Pues recortes y remiendos
nunca traen buenas consecuencias.
Con paso firme y marcial,
avanza pisado fuerte (cabezas).
De tener unos centímetros más,
la confundiríamos con una modelo
y no con la pregonera.

Qué carácter, qué revés
(sin necesidad de raqueta).
Si parece la reencarnación del dóberman
liberado de su cadena.
Y pensar que, hasta hace poco,
se habría dicho mujer común,
una prudente y austera;
una a la que el puesto
no se le subiría a la sesera.
Una que haría los deberes en silencio.
En definitiva, una niña buena.

Ahora vuela por las noches
sobre su escoba oficial
y sueña pasar de copiloto
a llevar las riendas del percal.
Ya no tiene corazón,
tampoco le queda cabeza.
Le pusieron una gorra de plato
y de repente perdió la chaveta.
Planea en círculos viciados
fiel a su torpeza.
No sabe dónde está el norte,
ni siquiera le interesa;
parece que le nubló el poder
las últimas entendederas.
                                                      (S. G. I, Madrid, 20 de octubre, 2013)


Lady Lilith-Dante Rossetti
Lady Lilith, Dante Rossetti

Para escuchar a The hollies interperandp Long cool woman (in a black dress) 

EN UNA ISLA A LA DERIVA

Amanecer en Peñalara, desde donde el cielo está más cerca

NANA PARA UN NIÑO AHOGADO
Naufraga el sueño
al despuntar el alba.
En isla de piedra encallo;
imposible atravesar sus murallas.
Yo buscaba lejanas sirenas
atraído por falso canto;
cegado por brillantes escamas,
tentadores doblones piratas.
Pero ellas no tienen corazón;
por treinta míseras monedas
han vendido sus almas.
Yo no sabía del mundo:
con eso yo no contaba.
Eran sólo simulacros de chocolate:
baratijas para niños hambrientos
que entretendrán peces y algas.
Cuna de coral, sonajero de ostras.
Cántale, tú que puedes,
 nana eterna,
caracola.
¡Mi niño es el rey del mar!
¡Mi niño ya tiene patria!
Mi niño es señor
de cuanto sus cuencas vacías abarcan.
Duerme, mi niño muerto,
y sueña volar sobre manta raya:
salir de tu reino mudo
a lomos de alfombra mágica.
                                                                                                             (S. G. I, Madrid, 15 de octubre, 2013)


Ulises y las sirenas, Herbert James Draper

Para escuchar a This Mortal Coil interperandp Song to the siren 

Para escucharla interepretada por Robert Plant (obsérvense los elogios a Tim Buckley)

Para escuchar la versión original de Tim Buckley 

PICHI, ES EL CHULO QUE CASTIGA

Dragón narcisista (Real Sitio de San Ildefonso)


Salen baratas las palabras en este país –más incluso que el cine, que ya es decir–. Salen baratas resulten falsas o ciertas. Perdón, rectifico: las falsas suelen tener muchas menos consecuencias. Y no deja de ser paradójico, porque cada vez que ciertos personajillos –sí, lo digo por su escasa talla. A la intelectual me refiero (siempre he sostenido que un título no necesariamente certifica algo), que no a la física, claro. No porque no pudiéramos, sino porque nosotros sí tenemos modales y no nos gusta discriminar. Ni siquiera a los que discriminan– hablan, sube el pan –aunque bajen los salarios–, llueven las plagas, tiembla el misterio…y, de paso, el resto.
Y así se diría que, con el beneplácito de lo más alto, quienes no debieron estar muy atentos cuando pasaban Barrio Sésamo, confunden arriba y abajo, fuera y dentro, mucho y poco… Y vamos, chicos, a contar… murciélagos. A mí, la verdad, me gustaba infinitamente más el original.

Conde Draco ascendido a los altares

Para escuchar a Phil Collins interpretando I don't care anymore

BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN

Olivar de Granadilla, pero podría haber sido Getsemaní


A LA IZQUIERDA DEL PADRE
Para ti que ya has ganado el reino
hoy transmuto esa corona
de espinas
en flores silvestres y espigas
Tuyas son promesa y semilla
La espera te ha sembrado
amapolas en el rostro
que ni el roce de la suela ha sabido doblegar
Los ojos a lo alto la frente orgullosa
Pues nada merece la tierra
incapaz de celebrar al hijo pródigo
que ha de regresar en hueso o espíritu
muy pronto
Entre tanto uno a uno
limo aguijones y astillas
Mudo cada nueva afrenta
que ennoblece la otra mejilla
Para que encuentres el camino libre
cuando inicies la venida.
                                                                                      (S. G. I, Madrid, 13 de octubre, 2013)

Flevit super illam Enrique Simonet
Flevit super illam, por Enrique Simonet

Para escuchar a Paul Carrack interpretando Satisfy my soul
https://www.youtube.com/watch?v=WtKjIaaDb6w 
 

REWIND

Olivar abandonada en las ruinas de Granadilla (Cáceres)


Lo he repetido muchas veces, lo sé. Pero aún he de seguir diciéndolo. Ahora que estamos tan faltos de verdaderos referentes, de referentes verdaderamente honestos, quizá sea hora de que la literatura se pronuncie más que nunca. Más alto que nunca. Más claro que nunca. Este año se nos fue la lucidez que aportaba Sampedro, y en unos días celebramos el aniversario de Delibes… Delibes, el paladín de los desheredados, de los explotados por los terratenientes, de los privados del sacrosanto derecho a una educación e incluso a la más básica dignidad. Y sin embargo esa sociedad casi feudal retratada en Los santos inocentes, que nos parece hoy tan ajena, no queda tan lejos en nuestra historia más reciente. En algunas regiones, de hecho, se diría aberrantemente próxima aún. Basta preguntar a nuestros más ancianos. Esos que, como los demás, ahora ven peligrar el inmenso bienestar conquistado. Quizá, un día no tan lejano, una parte fundamental de esos derechos sociales arrancados a golpe de sudor y lágrimas. A veces, también de sangre.
Y así pasan ante nuestros ojos: Paco con su pierna rota a rastras, haciendo las veces de perro fiel para el señorito; la Niña Chica malviviendo como un animal o un mueble y el Azarías abandonado sin más a su retraso. Como siempre digo, los límites entre realidad y ficción se vuelve a menudo imprecisos para el escritor, y ya no sabes dónde acaban tus personajes y dónde empiezas tú mismo… Ni derechos de los trabajadores, ni asistencia sanitaria a los enfermos o discapacitados psíquicos. Ningún respeto por la vida humana… si ésta pertenece a otra clase, a la clase equivocada. La que siempre queda desamparada. Ciudadanos de primera y siervos. La tácita aquiescencia de las autoridades, o incluso el apoyo manifiesto, a un sistema que sólo sabe acrecentar las desigualdades. Caciques egoístas apegados a sus privilegios, incapaces de sentir un mínimo de empatía o piedad, de repartir siquiera unas migajas. Víctimas a las que sólo queda la vía de la rebelión para deshacerse del opresor yugo.
Porque por mucho que se enseñe a padecer resignadamente a un pueblo, cualquier paciencia tiene su límite. La Historia lo enseña: toda cuerda, si estirada en exceso, acaba por romperse. Aunque para entonces quizá el nudo corredizo haya hecho ya su labor, y el peso muerto que lastra pueda soltarse definitivamente sin ceremonias ni miramientos.
Y así que el Azarías pasó el cabo de la soga por el camal de encima de su cabeza y tiró de él con todas sus fuerzas, gruñendo y babeando, el señorito Iván perdió pie, se sintió  repentinamente izado, soltó la jaula de los palomos y
¡Dios!... estás loco... tu, dijo ronca, entrecortadamente, de tal modo que apenas si se le  oyó y, en cambio, fue claramente perceptible el áspero estertor que le siguió como un  prolongado ronquido y, casi inmediatamente, el señorito Iván sacó la lengua, una lengua  larga, gruesa y cárdena, pero el Azarías ni le miraba, tan sólo sostenía la cuerda, cuyo  cabo amarró ahora al camal en que se sentaba y se frotó una mano con otra y sus labios  esbozaron una bobalicona sonrisa, pero todavía el señorito Iván, o las piernas del señorito Iván, experimentaron unas convulsiones extrañas, unos espasmos electrizados, como si se arrancaran a bailar por su cuenta y su cuerpo penduleó un rato en el vacío hasta que, al cabo, quedó inmóvil, la barbilla en lo alto del pecho, los ojos desorbitados, los brazos desmayados a lo largo del cuerpo, mientras Azarías, arriba, mascaba salivilla y reía bobamente al cielo.
                                                               (Miguel Delibes, Los santos inocentes)


Para escuchar a Molotov interpretando Gimme the power
http://www.youtube.com/watch?v=VTQ8r4HTUyE 
 

CRÓNICAS DESDE LA CARA OCULTA

Ángel Caído Real Academia de San Fernando (Madrid)


RETRATO DE FAMILIA FELIZ
Dos extremos,
somos dos,
de una misma madeja.
Retuérceme,
ponme a colgar del (h)uso,
hazme girar en tu rueca.
Mientras tú lanzas los cuchillos,
yo esconderé la cabeza.
Sabe más la tortuga por cobarde
que por vieja.
Pegado en tu tela de araña,
noto vibrar las cuerdas.
Y qué puedo hacer yo
si en nuestra trampa
ha caído otra presa.
Qué dichosos seremos
los tres,
trapecistas sobre el abismo,
trabajando con tu deshilachada red
como único antídoto
contra el destino.
                                                                                        (S. G. I, Madrid, 8 de octubre, 2013)


Edipo y la esfinge, Gustave Moreau


Para escuchar a Radio Futura interpretando Han caído los dos


NEVERMORE

Río Tormes (Salamanca). Aunque bien podría ser el Leteo
 
EN TIERRA INEXPLORADA

     Sólo los separa el Leteo; casi puede tocarla. El autor se dispone a atravesar la cautivadora corriente, aun a riesgo de quedar aprisionado en el Hades. Pero entonces lee en sus ojos: ella ya no es su Virginia, ya no le reconoce. Súbitamente el grácil cuerpo se pliega. Tras el violento golpe de tos, ella observa el cándido pañuelo con resignación y tibia melancolía. Muestra al desconocido la mancha que se extiende implacable. Le ofrece un adorable mohín a modo de disculpa. Se hace tarde; debe regresar a casa.

A miles de kilómetros, las olas del mar gélido rompen contra los acantilados. Es octubre y hace frío, pero la ventana abierta aguarda el improbable regreso de Annabel.

     “¡No cerréis el ataúd, ella aún vive!”. El escritor despierta sobresaltado. Las lágrimas han fluido inconscientemente mientras dormía sobre su escritorio, y ahora es su último poema el que parece llorar ríos de tinta. Sabe que regresará junto a ella, pero no puede esperar todo un día. Entonces abre el cajón que siempre permanece cerrado con llave y, fingiendo no ver los insidiosos recortes de periódico, extraer el precioso frasquito. Aprieta los labios contra la fría boca y bebe de ese beso lenitivo. Tras algunos minutos, la voz infantil acude acompañada por el lánguido lamento del arpa que ella solía tocar. Revolotea tímidamente por la habitación. Cuando está a punto de posarse en su hombro, el sombrío cuervo grazna “nevermore” y el animalito huye asustado.

     Lo persigue por un Baltimore desierto, entre los glaciares y la bruma de los opiáceos y el alcohol, hasta caer exhausto. No se resiste cuando un vagabundo le propone que intercambien sus chaquetas.

     Siente tanta piedad que finalmente decide entregársele. No ve esas ropas raídas que ni siquiera le pertenecen. Ella sabe quién es él realmente, no necesita leer los recortes de su cajón. Bajo el tupido velo de novia, Edgar reconoce inmediatamente el rostro pálido como la nieve: la ha cortejado desde su juventud. La enorme figura etérea avanza con los brazos abiertos, dispuesta a acogerle en su seno. Esta vez, para siempre.

(Salomé Guadalupe Ingelmo, En tierra inexplorada, en la revista digital miNatura. Revista de lo breve y lo fantástico 103, julio-agosto 2010, p. 26, pp. 21-22.)

Edgar Allan Poe, Salomé guadalupe Ingelmo


Para escuchar a Radio Futura interpretando Annabel Lee

ALEJANDRO CABEZA: “La pintura es memoria humana y fruto”


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La pintura es memoria humana y fruto” Entrevista a Alejandro Cabeza, Colección Contemporáneos del Mundo 29, Serie Indagación sobre la memoria y el juicio, Madrid/México D. F., 2013.  







Sobre “La pintura es memoria humana y fruto”: la escritora Salomé Guadalupe Ingelmo profundiza en algunos aspectos de la entrevista así como en la personalidad del artista

            “La pintura es memoria humana y fruto” se revela una entrevista sobrecogedoramente sincera. Un testimonio que combina magistralmente aspectos conceptuales y vivenciales: contenidos técnicos, dirigidos fundamentalmente a los especialistas en la materia, y otros entrañablemente humanos, anecdóticos y aptos para ser disfrutados por todo género de lectores.

El pintor Alejandro Cabeza es un profesional poco dispuesto a renunciar a sus convicciones, un artista que no se ha dejado seducir por las modas ni las exigencias del momento. Que se ha negado sistemáticamente a adoptar una visión comercial del arte. Su técnica se ha mantenido personal y ha evolucionado al margen de las corrientes imperantes; de esas normas impuestas que, como dice él, valen hoy pero ya no valen mañana. Cabeza huye manifiestamente de esquemas, y más si éstos son arbitrariamente impuestos. Porque, según sus propias palabras, cada cuadro debería tener el derecho de ser una obra original y singular”.


            Y lo cierto es que, a pesar de poseer un carácter artístico tan marcado, Cabeza desconfía de los estilos. Como si temiera anquilosarse con una mera repetición de esquemas en los que refugiarse para sentirse cómodo: Lo que actualmente a menudo se denomina el estilo de un pintor no deja de ser, en realidad, un cúmulo de sus defectos y carencias. La evolución constante, en la que influye la emoción y el sentimiento, lo inesperado, es lo que en realidad caracteriza al estilo. Y no un sistema reiterado y convertido en un estereotipo. Muchas veces confundimos voluntariamente estilo con ismo para justificarnos. […] Malo es cuando el artista se ampara en la originalidad para justificar lo que en realidad son carencias en la profesión –cuántas veces he escuchado decir a un mal pintor “este es mi estilo” si un colega, con su mejor intención, le hacía notar que quizá su trabajo podría mejorarse–; cuando la novedad prima sobre la calidad y acaba suplantándola. […] Aun a riesgo de discrepar de la mayoría, para mí la originalidad no sirve de nada si no está respaldada por una sólida formación. La originalidad es, sí, un valor añadido para una obra de arte. Un valor cuya presencia yo mismo aprecio mucho cuando el cuadro cuenta también con todos los demás requisitos que hacen de una obra una buena o una excelente obra. La profesionalidad de un pintor no puede estar avalada por apreciaciones puramente subjetivas y aisladas. Y volvemos de nuevo a esa pueril justificación que mencionábamos antes: “es que éste es mi estilo”. Pues si tu estilo presenta serias deficiencias de formación, es que tu estilo es un mal estilo. Eso no es originalidad sino otra cosa. Pero actualmente a menudo se confunden los términos. […] No existe libertad sin formación previa. […] La formación siempre está presente o habría de estarlo; nos acompaña en todo momento. No se deja de asimilar y de aprender. El intercambio de opiniones nos enriquece. La observación nos enseña. La experiencia nos hace más sabios. El oficio nos da más seguridad. Todas estas cualidades, y la capacidad de estudio e investigación personal, nos ilustran como individuos profesionales de una disciplina. Pero luego hemos de concedernos ese margen de libertad y creatividad que los pintores siempre intentamos salvaguardar. Se pasa por innumerables etapas; no acaban nunca a no ser que uno se hunda en el conformismo más radical, cosa muy frecuente en los tiempos actuales […]”.

Para Alejandro Cabeza imponerse retos parece una forma de evitar encasillarse, de huir del conformismo que tanto le asusta. Quizá por eso, a pesar de ser especialmente conocido por sus elegantes retratos, ha tocado todos los géneros y argumentos, siendo muy apreciados también sus paisajes y sus marinas. Por eso y porque, según él, el conocimiento de los géneros es importante; la práctica y estudio de cada uno de ellos, de todos. Unos géneros enseñan lo que otros no pueden. Cada uno tiene sus propias virtudes, y de esta forma se complementan. Así, mediante el aprendizaje en todos ellos, un creador se perfecciona y ahonda en el estudio pictórico. Un pintor es más valioso, más completo, cuanto más consigue abarcar. La excesiva especialización, la anulación sistemática de determinados géneros, nos carga de carencias; nos hace menos ricos en recursos. Y entonces nos convertimos en autores pobres […]”.

Los verdaderos protagonistas estan aquí