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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

LA NIEBLA: UN APRENDIZAJE DEL ALMA


Las fotos fueron tomadas en Collao de Enmedio, en Gargantilla, el veinte de este mes. ¿Recordáis aquella salida en la que se me concedió, como casi siempre, absolutamente todo?

A pesar de la lluvia torrencial e ininterrumpida, aún puedo tocar la nieve al llegar a lo alto. Los últimos bastiones helados ceden: se deshacen bajo la caricia paciente de la lluvia. Que, a fuerza de gotear con tesón, a pesar de no resultar particularmente cálida, logra derretir la última resistencia. La respiración confundida, entrelazada, fundida en indisolubles nupcias con los vapores. Aliento de la montaña mezclado con aliento del caminante en un batallado beso.

No hay nada tan acogedor, tan protector, como la niebla. Solas Ella y yo: fingiendo ser las únicas, las últimas (o las primeras) pobladoras de nuestro particular Paraíso.

Descubrí los efectos que la niebla tiene sobre mí por primera vez de camino al Pinajarro. Pero a veces se vive por primera vez en un lugar y sin embargo se descubre en otro. O quizá se descubra cada vez. Y sin embargo hay veces más reveladoras que otras. La niebla, para mí, permanece ligada al trayecto que conduce a Collao de Enmedio. Y allí la busco, y hasta allí la persigo cada vez que intuyo su visita. Es galante y solícita: nunca me hace esperar. Al menos no más de lo estrictamente necesario para avivar el deseo. Esta vez es particularmente densa, como si hubiese entendido. La más densa que me haya abrazado jamás. La más intensa.

La niebla no embota los sentidos, antes bien los agudiza. En ella suele reinar el total silencio. Tal es su embrujo que hasta las aves más indiscretas callan aturdidas, fascinadas por el misterio.

La niebla impone sus propias reglas. Es un aprendizaje emocional que enseña, sobre todo, a hacer uso de la confianza. Confianza en uno mismo: para avanzar a ciegas, palpando sólo la etérea gasa. Confianza en lo que habita fuera: porque no es fácil quedar, voluntariamente, a merced de otras manos.

Y así se camina, tras un cierto entrenamiento, seguro: haciendo uso de la memoria, recordando dónde estuvo cada piedra del camino antes de ser cubierta. Se avanza sabiendo que algo podría haber cambiado de lugar inadvertidamente, que podríamos tropezar y caer. Pero confiando a un tiempo en que el amor, capaz de hacer echar raíces a las más duras rocas, nos sostenga.

En la niebla se busca. Se busca permanentemente. Y siempre se encuentra.



Para escuchar I will find you (parte de la banda sonora de El último mohicano), interpretada por los Clannad

 
 
 





10 comentarios:

  1. Sobre todo inherente, preciso, reconciliador.

    Un abrazo

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  2. Saber disfrutar de estos momentos, es identificarse con la propia naturaleza que somos. Es volver a nuestros orígenes.

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  3. No me gusta la niebla que te cala y te inunda de humedad y frio... pero qué bonita es y qué bien la describes y la sientes.... tengo tentaciones de saborearla y apreciarla desde tu punto de vista, esas fotos me provocan, son preciosas.
    Me haces ver las cosas desde otro punto de vista y eso me encanta.

    Un abrazo con niebla cálida.

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  4. Siempre me han gustado las fotos con niebla, las da un aire nostalgico y un poco siniestro.
    Un abrazo y buen fin de semana

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  5. Ya que la vida es perpetuo movimiento, si he de elegir, escojo el movimiento convergente. Me alejo siempre, a veces incluso mucho, de casa; pero al final del día regreso siempre. No podría ser de otra forma: he decidido que sea ése mi hogar. Y un hogar se remodela de vez en cuando, se reinagura, pero no se abandona. Porque es cierto que nuestro hogar nos pertenece, pero nosotros también le pertenecemos. Los lazos atan siempre, y tiran, en ambos sentidos. Así que si he de escoger, escojo ante todo “reconciliador”, que implica un movimiento convergente. Abrazos

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  6. Totalmente de acuerdo, Fernando: es armonizar con nuestra naturaleza, también con nuestra naturaleza interior. Yo añadiría que implica además caminar, serenamente, con la paz firmada, hacia nuestro futuro.

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  7. La humedad y el frío, Laura, te ayudan también a recordar la llama que arde dentro. Y es entonces, al contrastarla con las sensaciones que sobre la piel te deja el paisaje, cuando esas otras sensaciones y certezas se subliman. Aprovecho mis salidas en muchos planos diversos, cuantos sé encontrar: el intelectual, el espiritual, el emotivo… Pero mucho, muy intensamente, en el plano sensual. Y creo que, habida cuenta de cuanto ofrecen en ese plano, sería una pena desaprovecharlo. Conviene avanzar con los sentidos despiertos, con todos los sentidos ávidos por recibir. Deberías, y más ahora que te tienta, salir a buscar la niebla. Detente a sentir la leve caricia en los párpados tiernos, los dedos gélidos entre los cabellos, el beso húmedo y restaurador en los labios… De la niebla es muy difícil no enamorarse, Laura. Mi consejo es que te dejes seducir; yo siempre lo hago y el idilio nos dura aún. Tengo por cierto que nos durará siempre. Creo que le soy fiel más que a ningún estado del tiempo, y también del alma. Beso enorme.
    PS. No, mejor la niebla fría, que es la que más hace arder por dentro.

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  8. A mí también me causa el mismo efecto, Ana. A veces pienso que determinados paisajes con niebla habrán de parecer incluso amenazadores. Y curiosamente es ahí donde yo siento mayor seguridad y empatía, son los que más me cautivan. A lo mejor porque siempre me ha atraído el contraste entre apariencia y esencia. Y quizá la niebla es el elemento que más la pone de manifiesto. Besos y buen "finde" también para ti.

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  9. ¡Preciosas fotos! Los días con niebla tienen algo especial. Yo nunca he conseguido unas fotos tan hermosas como las que has publicado.
    Un saludo

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  10. Eso es sólo mérito del paisaje… Iba a llamarte bwana, pero me vas a permitir que no lo haga. Mejor, en lugar de emplear tu “apellido”, te llamo por el nombre, Jambo. De todas formas la niebla hay que aprender a invocarla y a perseguirla. Cuando existe ya mucha compenetración con ella, puedes llegar a intuirla antes de que te alcance. Y entonces, en esas ocasiones en las que la presientes, puedes pararte a esperarla en el lugar en el que desees recibirla y vivirla. Es una experiencia incomparable el momento en el que llega la nube densa y te envuelve de repente, en el que el paraje despejado va siendo conquistado por ella, contigo dentro. Es, sin duda, mi momento preferido. El que más veces intento vivir. Espero que tengas la oportunidad de descubrirlo tú también: fuera y dentro. Abrazos

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