SIEMPRE NOS QUEDARÁ EL HADES
Cómo no acudir
si con artes me has invocado.
He sido invitada al banquete.
Transito un páramo yermo:
hoy, sólo espinas
donde ayer florecían vergeles.
Bajo el emparrado,
verborrea de avispas.
Codician el único licor,
esta sangre estantía:
en las ramas, impúdicos frutos,
acerbos, corrompidos,
granadas podridas.
A mis pies
ya sólo crecen ortigas.
Anuncian los ecos al anfitrión.
Un desconocido irrumpe
altivo sobre el navío:
guirnaldas en el pelo
de cano vestido.
Te veo bajar en brazos de la corriente.
Más que arrastrado,
mecido:
descansado, tranquilo.
Caronte te ofrece su espejo;
te miras.
Te miro.
El reflejo se ha tornado frío.
En la superficie amnésica
siniestro presagio percibo;
ya no me falta la ausencia
ni me aguijonea el descuido.
Si fuese tu imagen de cera,
no engendraría menos brío.
Sobre el lago árido, Narciso,
que enmarca tu vanidad
con un halo ficticio,
te veo bajar en brazos de la corriente.
Más que arrastrado,
mecido:
descansado, tranquilo.
Caronte te ofrece su espejo;
te miras.
Impasible, te miro….
Y es el Estige un anillo
que nos desposa en su círculo.
(S. G. I. Madrid, 5 de octubre de 2011)
Para escuchar a los Cream interpretando White Room