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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

La importancia de sentarse a contemplar cómo crece la hierba


La política, noble arte —cuando quiere ser noble— sienta las bases de nuestra convivencia en comunidad, funda polis —con todo lo que ello implica: debate, consenso, acuerdo… En definitiva, diálogo y, por ello, progreso—. La política que persigue el bien común, la grata convivencia, es o debería ser una de las actividades generosas por excelencia y, por ende, una de las principales actividades vocacionales. Vocación de servicio, no vocación del medrar y manipular, ejerciendo un poder que emana del pueblo y detentándolo torticeramente en contra de su propio patrón.

La política desligada de la Filosofía se convierte en un arma tremendamente peligrosa, y de ello hemos tenido sobradas pruebas ya desde la más remota antigüedad. Cuando la política se desvincula de la ética y la moral todos vivimos bajo permanente amenaza.

Cuando una sociedad llega a un extremo tal que la crítica política hacia un contrincante consiste en echarle en cara a su condición de filósofo —Según determinadas mentes, incompatible con el desempeño digno de un cargo público—, cuando se le recrimina que su única experiencia como gestor haya consistido en dirigir una universidad pública —y no pequeña—…, significa —Además de manifestar que la ignorancia, siempre tan atrevida e imprudente, campa a sus anchas sin mostrar pudor alguno— que hemos tocado fondo.

Pero, no nos equivoquemos, los políticos que discurren de ese modo no son distintos de los ciudadanos de a pie que los votan, del ciudadano medio en general: sus posicionamientos éticos y morales no difieren gran cosa de los que cada uno de nosotros adopta en su vida privada. La vida pública no deja de ser un reflejo de lo que sucede de las puertas de nuestras casas hacia dentro. Por eso toleramos y consentimos, porque, en el fondo, en nuestro fuero interno, aunque no tengamos el valor de reconocerlo públicamente —cuando sabemos que el discurso o el acto es a todas luces reprobable—, nos identificamos y compartimos. «Y quién no lo haría de poder», sostienen algunos en círculos de confianza.

Da igual a quién votes, si no lo haces de forma consciente y razonada tu voto carece de valor alguno.

Cuando en una sociedad la frase «a mí no me interesa la política» se hace del uso común entre jóvenes y adultos, significa que hemos tirado la toalla: hemos mandado a la basura un patrimonio de siglos y hemos renunciado, libre e insensatamente, a lo que hacía la condición humana más humana.

Así que emplazo a los ciudadanos, y mucho más especialmente a los políticos y cargos públicos, a repasar la historia del pensamiento desde la antigua Grecia hasta nuestros días, centrándose sobre todo en la aplicación práctica del hecho filosófico al ámbito político y la «cosa pública». Encontrarán múltiples ejemplos de grandes filósofos que dedicaron sus esfuerzos y sus vidas a pensar cómo mejorar la existencia de las personas. Justo los ejemplos que, por el bien común, debemos seguir.


La escuela de Atenas, Rafael Sanzio


Dead Can Dance, How Fortunate the Man with None



5 comentarios:

  1. Hay que diferenciar la política de los políticos.
    A estos últimos, como a los sacerdotes o iniciados, no les gustan los que van por libre, los que practican el noble arte de la duda permanente. Para ellos está prohibido pensar.

    Abrazo.

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    1. Ése es precisamente el problema, que el ámbito político está terriblemente degradado. Y, por nuestro bien, ahí debían acabar los mejores: los más formados, los más brillantes intelectualmente hablando y, también, los más éticos... ¿Había dicho ya que además soy escritora de ciencia ficción? Ay, Señor, no nos quites el sentido del humor. Que, al menos, nos quede eso. Besos

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    2. Yo no sé, de que soy escritor, pues te aseguro que no me gustan las etiquetas, también ante eso dudo.
      Besos.

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  2. He leído con mucho interés lo que has escrito y he visto el vídeo. Pienso que no se cultiva ni la filosofía, ni el espíritu crítico, parece que vimos en una sociedad manipulada, precisamente ahora que hay tantos medios para informarse, no se valora el razonamiento, el respeto al que piensa diferente, enseguida te etiquetan y te condenan si no coincides con lo que ahora se debe opinar. En mi caso tengo un grave problema, cada vez tengo más dudas, de eso sí estoy seguro, me gusta contrastar y leer, no me conformo con lo primero que oigo y eso provoca que muchas veces permanezca callado. Gracias por ayudar a pensar y reflexionar. Un saludo.

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