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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

ESA GENTE QUE SOY Y QUE CONOZCO HA SALIDO A LA CALLE


Castañar del Duque

Contra la barbarie, poesía llegada de El Bierzo. Contra los insultos, palabras secretas. Contra los ladridos de los perros de la guerra, los melodiosos picos de los pájaros.

LA NOSTALGIA ES UN PÁJARO QUE ENCIENDE SU RUMOR EN LA NOCHE
     En una ciudad de provincia. En una ciudad con tiendas de ultramarinos y ángeles que cruzan el cielo en bicicleta. Es una tarde de domingo, a eso de la tibia luz del anochecer cuando aún no han dado las ocho.
Bajo la dulce curva de los soportales las muchachas como yedras fragantes ensueñan el melado torso de los jóvenes.
     Mi memoria advierte esa dicha, el celeste vapor que los labios exhalan entre palabras secretas. Lo que recuerdo es hermoso, como el aceite que resbala de una tea encendida y fulgente se esparce sobre los cuerpos desnudos, sobre el súbito mármol de los amantes dormidos.
     Lo que borda la ternura sobre los valles del Bierzo, lo que lentamente abolido aún palpita como un rubí en el melodioso pico de los pájaros. Así os he sentido, libres y gozosos días donde viví cansado por la luz, radiante, estremecido, hijo de la tristeza y los relámpagos.
     En una ciudad de provincia. En una ciudad con escaparates y jardines y trenes silenciosos. En una oscuridad amenazada por el muro cinerario de la aurora.
     El otoño era bello, nuestros pensamientos tenían la sonrisa del niño que se baña en el río. Como nacidos del puente o de la torre, como la piedra, despacio, el deseo de la aventura fue huyendo de nosotros, como la albahaca de los oteros de junio, como el jaspe que lanzado por la honda silba brillante hacia los cielos.
     Llueve, esa gente que soy y que conozco ha salido a la calle, al céfiro suave de los dialectos del monte. La noche ha puesto lámparas apagadas en los nidos vacíos, solitarios pastores en las tristes cañadas del otoño.
     Ya lo sabéis, como esa postal borrada por el sol que guarda en su zurrón un cartero celoso.
                                       Juan Carlos Mestre (Antífona del otoño en el valle del Bierzo)

Mineros, Mariano Moré

Para escuchar a Amancio Prada interpretando Valle del Alba, de Juan Carlos Mestre (Antífona del otoño en el valle del Bierzo)

5 comentarios:

  1. Très beau texte d'une grande force poétique.
    Amicalement,

    Roger

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  2. Precioso poema en prosa. A tu pregunta sobre las luciérnagas te digo: ¡Están salpicando de brillantes a tu aurora!

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  3. Querida Salomé, escalofríos me han entrado cuando te estoy leyendo, y eso que hace calor. Un beso fuerte.

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  4. Pues no queda otra que defender en la calle lo que nos arrebatan en los despachos. Y que pena que aplaudan y se burlen y digan que nos "jodamos"......... toda una diputada...

    Besos!!

    pdt: un bello texto

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  5. uno en realidad ve,
    paisajes entrañables
    saludos

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Los verdaderos protagonistas estan aquí