Por un momento
le pareció escuchar su voz, un eco llegado de muy lejos. Entonces, en un
destello de lucidez, desconectó el cable de su cabeza.
MEMENTO, HOMO
Salomé Guadalupe Ingelmo
No
creáis nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen;
creedlo después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la
conciencia. Buda
La
muerte no es más que un sueño y un olvido.
Mahatma Gandhi
Tiempo atrás su
ojo habría lagrimeado, pero la cámara que lo sustituye ahora no se conmueve
ante el sol. Impasible, el soldado Lazarus17 repta sobre la arena ardiente. En
sus antebrazos, gruesas cicatrices. No tiembla. No recuerda una circunstancia
similar: el estallido, los jirones de carne… Los doctores han hecho bien su
trabajo.
Un fracaso
tras otro: los inhibidores de la memoria y el miedo sólo empeoran los trastornos
de personalidad en los veteranos. Como si sus mentes, aun ofuscadas, estuviesen
dispuestas a autodestruirse para evitar la invasión del enemigo. Quizá hayan
subestimado las defensas del cerebro... Dieciséis intentos fallidos hasta que
finalmente nació él, el soldado perfecto, el modelo a partir del cual crearían
el resto: hombres libres de recuerdos y ataduras, inmunes a los incómodos
sentimientos, leales sólo a sus superiores, capaces de obediencia ciega… Sin
más hogar que el nuevo ejército. Declarados oficialmente muertos, a las casas
llegaban telegramas escuetos: “sentimos comunicar…”. Habían hecho lo correcto.
A quién más podían servir esos despojos psicóticos. Sus familias estarían mejor
sin ellos. Pero convenientemente
reparados, el afán colonizador de la Coalición podría encontrarles uso en los
frentes abiertos.
Su zoom vigila
la trinchera sin esfuerzo. En las manos enemigas, por única arma, una foto de
familia: mujer y dos hijos. No cumple con su misión; aniquila con saña.
El soldado
Lazarus17 se revuelve en su camastro. Por primera vez, no consigue conciliar el
sueño. Bajo la placa de metal que refuerza su sien, una uña escarba insistente.
No deja de pensar en el hombre de la trinchera. Siente hacia él una envidia
rabiosa. Cada noche extrae la foto de su escondite y la observa. Al poco, las figuras
le hablan. Especialmente, ella. Y un día, de repente, esa lengua deja de
parecer extranjera.
Sobre el
camastro, su petate: a casa volverá sólo el hombre cuyo nombre le ha revelado
la desconocida. Sigilosamente, deja la foto bajo la almohada de un compañero, uno
muy joven. A él le costará menos encontrar el camino de regreso
Memento, homo, fue publicado
en la revista digital miNatura. Revista de lo breve y lo fantástico 120,
julio-agosto 2012, p. 23-24.
Dante y Virgilio en el Infierno, William Bouguereau |
Para escuchar a Phil Collins interpretando Don’t lose
my number
Eres todo un abanico de sentimientos. Hermosas palabras Salomé.. Un abrazo.
ResponderEliminarMe queda la duda de saber si realmente Lazarus17 finalmente entendió lo que es verdaderamente importante en esta vida. Besos Salomé.
ResponderEliminarQue no te quepa duda, querido Johnny. Quizá tome su tiempo a veces, pero ciertas cosas siempre llegan. Besos.
EliminarDesde luego como escribes, Salomé. Saludos desde mi Terruño.
ResponderEliminarBom dia , gosto muito do que vc escreve, um texto muito interessante
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