Zoo de Madrid |
JUBILACIÓN ANTICIPADA
Hastiado contempla sobre la pantalla
como los días pasan todos iguales.
Al séptimo
la cabeza descansa
de la conciencia ajena:
la voz se calla.
Le basta.
Ha aprendido a conformarse,
a esquivar a la demencia
lanzando, miga a miga, anécdotas
lanzando, miga a miga, anécdotas
a las palomas.
Bombarderos de la paz
reemplazan círculos de pequeños cuerpos
sin alas:
a nadie interesan ya las batallitas
pasadas.
Ahora el zoo es su mundo.
Apenas se asoma afuera:
¿Dónde el antiguo horizonte
tras las rejas?
Si levanta los adoquines de la celda
del mar ni rastro encuentra.
El viejo oso cede
ante el peso de la materia:
traicionado por su manada,
traicionando antigua naturaleza,
acepta el imponente animal su sino
y, manso,
se convierte en estática estera.
Para que otros,
bien acomodados,
sigan lanzando leños a la chimenea.
(S. G. I. Madrid, 3 de marzo de 2012)
San José, carpintero, Georges de La Tour |
A todos los que disteis, conscientes de las consecuencias, cuanto teníais a cambio de un futuro robado. Sabed que la generosidad no se olvida. Y la traición tampoco. El mundo no será el que soñasteis, pero vuestros hijos os agradecen la herencia igualmente.
Para escuchar El invento, de Joan Bautista Humet (Te echamos de menos, hasta los que no te conocimos: andamos escasos de voces claras y mentes lúcidas)
Toda una oda a la resignación. No se sabe que es peor si la resignación proveniente de la esclavitud forzosa o de la voluntaria.
ResponderEliminarBesos Salomé.
En realidad creo que muchos de mis protagonistas no se han resignado, a pesar de todo. Siguen mucho más vivos y (re)activos que muchos jóvenes. Pero la traición duele, claro, y a veces les cuesta sujetar la melancolía. Sería hermoso poderles ofrecer una nueva revolución. O la antigua con un final diverso del que otros les ofrecieron. Besos.
EliminarY cuando somos oseznos dichosos jugando con las colmenas... miramos con osadia al tiempo, huimos de nuestro futuro, ignorando al oso abandonado que algún día, todos llegaremos a ser!!
ResponderEliminarO no, querida Eva, o no... Besos.
EliminarQué triste sino de rejas y mancedumbre
ResponderEliminarsaludos
Como mi admirado Lawrence de Arabia, yo no creo en más destino que el que escribo personalmente... Besos.
EliminarNo sé que decir al sentir el leño en la chimenea, como prende fuego sobre él y, el monte sin su piel que anda olfateando de pie el cañón que rezuma pólvora seca.
ResponderEliminarun abrazo, Salomé.
No dejemos que otros quemen los últimos troncos. No asistamos resignadamente a la barbarie. Besos.
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