YO YA HABÍA PREVISTO MI SUERTE
Caían las hojas del calendario.
No quedaba tiempo para el rencor
ni lugar para el arrepentimiento.
Había aceptado mi suerte,
la de la babosa:
vivir sin concha
como un caracol huérfano,
bestia vagabunda de los caminos
privada de hogar y de consuelo;
dejar por única herencia
estelas sutiles de plata,
lenguaje en tinta incolora,
evanescente testamento.
Corría el otoño;
caían de las copas los sueños resecos.
Yo ya había previsto mi suerte:
no esperaba visita,
no llegaría el caballero.
Arropada por el bosque
plácidamente dormía en el regazo del sueño.
De repente,
en la estación imprevisible,
soplaron nuevos vientos.
Aún siguen volando las hojas:
pronto hará casi un año
que me despiertas con un beso.
(S. G. I. Madrid a 1 de noviembre de 2011)
Para escuchar a Evanescence interpretando Bring me to life
uma bela foto com uma poesia linda
ResponderEliminarabraço
Milton
Me encanta la imagen que has escogido, la Flaming June aunque técnicamente corresponda más al verano que al otoño, destila paz y tranquilidad después de...? como el precioso poema que has escrito con final esperanzador.Un beso.
ResponderEliminarMe alegra que la hayas disfrutado, querido Milto. Pobre pago es por lo mucho que disfrutamos los demás con tus maravillosas fotos. Besos.
ResponderEliminarCierto, querido Johnny. Aunque el otoño no es sólo una estación del año sino también del alma, una estación que suele coincidir con un determinado periodo de la vida que me atrevería a colocar alrededor de los cuarenta. Pero no está todo perdido; también hay árboles de hoja perenne. Además se trata de una estación tan imprevisible... Besos
ResponderEliminarHello, Salomé Guadalupe Ingelmo.
ResponderEliminarThe graceful sense wraps your artworks.
It's excellent and lovely...
The season of colored leaves, heartwarming atmosphere.
The traditional celebration, kimono infants.
The prayer for all peace.
Greetings.
From Japan, ruma ❀
Es verdad mi querida amiga, el otoño es una sensación en la parte de atrás de los ojos. Donde se funden las imágenes nuevas con las que empiezan a difuminarse.
ResponderEliminarGracias por tu poema.
It's very kind of you, Ruma. Peaceful photos, tender chilhood: better future...
ResponderEliminarEn primavera las yemas estarán siempre alimentadas por la misma savia, pero las hojas serán tiernas. Aunque creo, querido Miguel, que han de pesar más las nuevas visiones que las que nunca -afortunadamente- llegarán a difuminarse. Éstas han de ser guía. Las otras, camino. Besos.
ResponderEliminarSalome, el otoño, tras otoños, reaparece con su vientos con sus colores, con su olores, grises, blancos, gotas de agua como lagrimas, una estación triste y melancólica pero que tiene ese algo que la hace diferente y tierna a la vez.
ResponderEliminarSaludos.-
Acogedora, liberadora, diría yo, querido Enrique. Besos.
ResponderEliminarHola Salomé,el otoño es una estación mágica , llena de tonos ocres y mil colores mas,hojas secas caídas, es una estación romántica..como este poema tuyo..
ResponderEliminarme encanta
un abrazo
Preciosas líneas, pero no olvides que siempre vuelve a florecer la primavera, siempre. Muy buen blog. Besos
ResponderEliminarUna estación realmente hermosa y sin la bisoñez de la primavera.
ResponderEliminarUn saludo
Estoy de acuerdo contigo,Valentina: es una estación mágica. Me quedo sobre todo con el verde mortecino de los campos de rocas que se acumulan en las cumbres, un verde como el de los líquenes de las lápidas. Quizá porque yo no identifico el otoño con el romanticismo, sino con la melancolía, con la solidaridad en la melancolía. Besos
ResponderEliminarDonde mejor se advierte es en la montaña, Thunderstruck. En realidad la primavera no se va nunca del todo si sabes descubrirla bajo las ramas aparentemente secas, ni siquiera en invierno. La vida dormita, no desaparece. Basta saber mirar y tocar para advertirla. Abrazos.
ResponderEliminarSi he de elegir, Xurde, me quedo con el invierno y el otoño (por este orden). No obstante el comienzo de la primavera es un periodo emocionante que poco tiene de bisoño. Está lleno de sensaciones que trascienden los sentidos: es prueba evidente del milagro. Eso por no hablar de las huella físicas, del olor penetrante a tierra y corteza húmeda, a hierba. Abrazos.
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