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| Jardín botánico de Valencia |
ECOS DE SHERWOOD
Encerrados en la caja
esperamos nuestro turno sumisos.
Sobre la tarima flotante
surco de pasos en precario equilibrio.
Pies huérfanos, ápteros,
recorriendo huellas anónimas.
Con los ojos vago,
busco una escapatoria.
Territorio hostil, paisaje amenazante:
vajillas, edredones, cacerolas,
cuchillos (volantes)...
Podría ser El Corte Inglés,
la semana del menaje.
Anuncios de viajes,
de subastas…
De las paredes se desconchan pedazos de paraíso
a la baja.
Dónde la tierra prometida,
el sueño hipotecado de este pueblo elegido
que clama en el desierto
y deambula sin rumbo fijo.
La hilera se agita, se revuelve.
Eppur si muove;
la ventanilla abre sus fauces.
Avanzamos como borregos al despiece,
como pollos al desplume.
Sólo servimos para saciar el hambre:
carne
Huir, dinamitar la sucursal,
cerrar la caja de Pandora definitivamente:
violar el orden…
Robarle a los ladrones para resarcir a los pobres:
“Manos arriba;
Soy Robin de Loxley”.
Abandonar para siempre la fila
y correr libres por los bosques.
(S. G. I. Madrid a 31 de octubre de 2011)
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| Jardín botánico de Madrid |
Para escuchar a Supertramp interpretando Logical song
http://www.youtube.com/watch?v=ueRhuI2w13w
http://www.youtube.com/watch?v=ueRhuI2w13w
Así es tal lo cuentas: tu robas o atracas un banco y pasas el resto de tus días en prisión, ellos roban a un millón de personas y el estado los mima.
ResponderEliminarChorizos... la verdad es que yo con estas cosas me pongo enfermo...
Cuantas tentaciones...Cuantas provocaciones hay hoy en día para escuchar la llamada de los bosques y vivir en libertad. Magnífica como siempre.Saludos
ResponderEliminarEsa lengua, caballero, esa lengua... Siempre tan impetuoso, tan... fenómeno de la naturaleza. Menos mal que luego (inmediatamente) ese temperamento se sujeta a la razón (o al corazón). A veces te observo y me digo "cuánto se parece este muchacho a otro gran maestro, a un protagonista de mis relatos"... Pues sí, precisamente ese pintor que me gusta tanto: el prodigioso Caravaggio. Que sí, que sí, que Ribera también hacía con sus pinceles milagros... Besos.
ResponderEliminarCuántas amenazas, cuantos desencantos acechan, querido Miguel. Afortunadamente el hombre es un ser gregario, porque a veces cuesta tanto seguir creyendo en el semejante (¿semejante?). Pero no nos rindamos: que no sean los bosques el retiro forzado del ermitaño, sino el paraíso perseguido del hombre implicado con su especie, primitivo sólo por esencial. Sumerjámonos en ellos con el ánima limpia y luminosa, sin máculas de rencor o amargura. Y si ello no es posible, sean los bosques la cura, el paño que borre la negra mancha. Besos.
ResponderEliminarLeí en Tristán Tzara, fundador de la vanguardia dadá, que "La resistencia se organiza en todas las frentes puras"
ResponderEliminarEn ello estamos, apreciada amiga, si bien prefiero una resistencia personal y solitaria. Me contenta leer tus cosas...
Me sucede algo muy similar, querido Manuel. Y es que, aún así, reconforta saberse comunidad en la distancia. Además tiene tan poca importancia la distancia física para algunas cosas... Besos.
ResponderEliminarVerdaderamente no necesito amenazas para ansiar siempre la libertad y el bosque. Ayer estuve por la montaña, el Valle de Núria en los irineos........ no conozco un lugar que logre apaciguarme, ver claro y pensar como una caminata por la montaña mirando el espacio infinito...
ResponderEliminarUn beso!!
En ningún lugar como perdido en el bosque, querida Laura, consigue uno encontrarse tan fácilmente a sí mismo. ¿Sólo paradójas, tirabuzones de la retórica? No diría. Besos frondosos.
ResponderEliminarSiento pena por los bosques que desaparecen pero, lo peor de todo, es la lástima que siento por quienes los hacen desaparecer.
ResponderEliminarPobre especie humana…
Saludos Salomé.
No sé, Javier, no soy dada a la ira. Y sin embargo, cuando veo carbón a mi paso... Besos.
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