Mi muy estimado D. José Miguel:
Para empezar, expresarle mi hondo pesar por no haber podido escribirle esta carta antes y ofrecerle mis disculpas por no haber estado en condiciones de pedirle información personalmente sobre los árboles cortados en el cauce del río Ambroz, en las proximidades del puente de El Batán. El día en el que otra persona amablemente accedió a pedirle a Ud. información en mi nombre, yo andaba recorriendo nuestra hermosa montaña, ésa cada día un poco más despoblada de árboles.
De hecho el motivo de la presente es contestar a la pregunta que dirigió Ud. a nuestro intermediario. Me ha referido el mismo que, al preguntarle si había concedido Ud. el permiso para cortar esos árboles, su respuesta fue “sí, hemos dado nosotros el permiso; eran chopos ¿Es que le molesta a alguien?”. Dado que ahora mismo no estoy en Hervás, por la presente le hago saber que, en efecto, le importa a alguien: a mí me importa. Me importa mucho, especialmente dado el estado desastroso en el que ha quedado el cauce del río. Y para ser sinceros, también me inquieta su respuesta, en la que no añadió ningún tipo de explicación al vecino de Hervás que se interesaba por el hecho. Presumo, por tanto, que no está Ud. habituado a dar explicaciones, y quizá ni siquiera a que se las pidan..
Me importa porque he escogido esta tierra, que fue de mis antepasados, como mi hogar, y siento el amor que vierto en ella correspondido. Me importa porque bajo ella duermen sueños profundos mis ancestros, algunos de los más queridos, y todo cuanto a ellos habría podido turbar, me turba a mí también. Me importa porque las fotos que adjunto han sido tomadas a unos treinta y cinco metros del puente de El Batán, y este paraje habría de ser considerado, justamente, un patrimonio natural de carácter histórico. A él todos los niños que hoy tenemos una cierta edad íbamos a jugar, a coger ranas en las tardes estivas o a ser bañados por el sol que se filtraba entre las hojas hoy inexistentes. Desde ese puente se lanzaba al río de niño mi tío Paco, cuando aún el agua corría y al acercarse al lecho el caminante no se arriesgaba a contraer una infección, ni los pobres anfibios agonizaban en pozas minúsculas.
En definitiva y para no aburrirle más, como puede usted observar, me importa. Me importa mucho como tantas otras cosas que de momento quedan en el tintero. Es una fortuna porque así habrá ocasión de futuros encuentros. Así habrá, muy probablemente, ocasión para conocerse. Esperemos solamente que el Eclesiastés no tenga razón, que no se haga buena la máxima según la cual quien aumenta su conocimiento, aumenta su dolor.
Quisiera sólo añadir que, ya que usted dice que se cortaron sólo chopos, no seré yo quien ponga en duda su palabra. Ni siquiera me he entretenido en revisar los troncos cortados que aún yacen, muchos tirados de cualquier forma, entre las huellas de maquinaria pesada que mancillan la tierra, en el cauce del río. Su palabra es suficiente. Ahora bien, como podrá usted observar en la primera foto, al menos un castaño ha sufrido serias heridas en el tronco.
Me limito a recordarle que ésta será siempre su casa. Aquí será bienvenido cualquier comentario que desee hacer público, y verá la luz siempre íntegro; yo sí creo firmemente en la libertad de expresión. Así mismo estaré siempre a su entera disposición me encuentre en Hervás o en Madrid, desee Ud. hablar en persona o cambiar impresiones por escrito.
Reciba un atento saludo
Salomé Guadalupe Ingelmo
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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS
(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)
EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.
Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.
Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.
CARTA ABIERTA A DON JOSÉ MIGUEL SILLERO BLANCO, AGENTE DE MEDIO NATURAL
SECCIÓN:
DEDICADO A,
SOS NATURA
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Hola Salomé ,valla faena os han hecho con esta ejecución masiva de chopos. Es una lástima que tengáis como responsable medioambiental a este señor que aparte de su criterio para ejercer su profesión. Demuestra por su contestación bastante descortesía, soberbia y falta de respeto por los árboles. ¡¡Solo chopos!! ni que estuviera hablando de malas hierbas ,los chopos forman un ecosistema de ribera muy importante para muchos animales y plantas. Lo siento Salomé , saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Trotasendas. La empatía hacia nuestros semejantes, pero también hacia el resto de seres que puebla nuestro mundo, es tan importante, ¿verdad? Es la base de la solidaridad, de la compasión, de la ternura… En definitiva del amor. Y habría de ser también la base de la humanidad, creo. Ya sé que cuando tú lo sientes, lo sientes en toda la dimensión de ese verbo tan cálido y humano si no se usa a la ligera, si no se le despoja de su contenido repitiéndolo mecánicamente. Es una lástima que no todo el mundo se preocupe por atender a su propio aprendizaje sentimental. Reinaría mucha más tolerancia, armonía y misericordia en el mundo. Besos y gracias de nuevo.
ResponderEliminarEstupenda carta, me temo que hablas otro lenguaje que el de este señor... pero si te contesta, será digno de leer cómo no te entiende.
ResponderEliminarUn abrazo grande grande.
Yo espero que sí me entienda, Laura. Los seres humanos han de estar destinados a entenderse los unos a los otros. Si no, ¿de qué serviría vivir? No quiero ni pensarlo. Aunque en efecto cada día se hace un poco más difícil no pensarlo. Las relaciones humanas y la comunicación se están volviendo mayoritariamente… Pero lo mismo tiene razón Don Warlock y mi fe en el hombre no conoce límites. Que nos entendamos. Que nos entendamos entre nosotros y también con la naturaleza. Que haya siempre respeto por ambas partes. Beso enorme.
ResponderEliminarBueno en el lenguaje actual de la administración eso se llama “acondicionamiento de riberas”, “recuperación de riberas” o, lo peor de todo; “limpieza del río”. Así, a secas.
ResponderEliminarEn mi pueblo, situado en un alto del Valle del Río Mesa; un río que antes lo poblaban todas las especies habituales como cangrejos, truchas etc, especies todas habituadas a las aguas bien oxigenadas, están ahora llenas de plásticos, botellas, todo, todo lo imaginable en porquería, está en sus aguas. Lo irónico, y lo que hace que me lleven los demonios, es cuando dicen de limpiar el río cuando se refieren a destrozan la vegetación. Desnudan sus riberas y la basura se queda sujeta en sus orillas.
A quién corresponda no creo que le cambie el color de la cara, porque tienen más colores que un camaleón.
Así está la naturaleza española.
Saludos
Veremos si alguien quiere dar algún tipo de explicación, Javier. Porque lo cierto es que hasta mis (agudos) oídos, por otros canales (como en otras ocasiones), han llegado más datos, otros detalles que no menciono porque no los tengo contrastados. Y yo nunca hablo por hablar. Abrazos
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