El tren dejó de visitar Hervás hace ya muchos años.
De su paso quedó sólo una cicatriz en la tierra, una huella dura hoy desgastada por las inclemencias del tiempo. Los raíles, paralelos, dormitan arropados por la maleza. Soñando, quizá, un romántico encuentro que no habrá de producirse.
De vez en cuando me gusta mirarlos. Me coloco en el centro, entre ambos, y recuerdo la emoción que sentía de niña cuando había que atravesarlos para llegar a determinados paraísos. Cuando sabía que el animal de hierro aún podía llegar de improviso. Me coloco en el centro y miro a lo lejos, al horizonte. Miro hacia el punto en el que ambas líneas se unen finalmente: en el que, metal contra metal, se funden en un cálido abrazo. Ahora soy una adulta, y sé que se trata sólo de una ilusión: sólo un efecto óptico. Ahora soy una adulta y sé que las líneas paralelas no pueden juntarse jamás; lo prohíben las reglas de la geometría. Lo he comprobado ya personalmente; lo sé por experiencia. Y aun así, me gusta colocarme en el centro y fingir, aunque sea sólo durante unos segundos, que el espejismo en ocasiones puede hacerse realidad.
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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS
(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)
EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.
Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.
Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.
Muchas gracias por tus comentarios y tus visitas. Me alegra mucho que te gusten tanto mis experiencias acuarelisticas. No tengo mucho tiempo para comentar en otros blogs, pero el tuyo me lo apunto porque tus textos son para saborearlos con calma. Para empezar vives en uno de mis lugares favoritos para perderme... EXTREMADURA es una joya que tengo la suerte de conocer bastante pero sorprendentemente nunca he estado en Hervás. Me lo apunto :)
ResponderEliminarUn saludillo desde la marisma
No tienes que agradecer nada; mis visitas a tu casa son siempre un placer. Me honra poder devolverte una pequeña parte recibiéndote en la mía, y espero estar a la altura como anfitriona. Pues esa imperdonable falta hay que subsanarla. Ya sabes, preguntando se llega a Roma. Y preguntando también se llega a Hervás.
ResponderEliminarVivir, vivir, como os aclaro a menudo, vivo más en Madrid... Bueno, espérate, que a lo mejor tenéis razón vosotros. Sí, en efecto, en Madrid paso más tiempo, pero es en Hervás donde más vivo. Aunque tampoco es exacto: es en la montaña de Hervás donde más vivo. Varios sitios han sido mi casa; algunos lo será siempre incluso si jamás vuelvo a ellos. No obstante, si tuviese que elegir sólo uno, mi verdadera casa, sin duda, es ésa. Yo la he elegido a ella, pero ella también me ha elegido a mí. Es así como deben funcionar las cosas del corazón. Abrazos.