Anoche, en un
bar cuyo nombre celaré porque no quiero hacer publicidad, hubo un concierto
recopilatorio de canciones de la movida madrileña. Tres cuartos del local, por
lo menos, no habían nacido aún en los 80. De los músicos, sólo el bajista. Casi
seguramente ninguno, a excepción de mí, ha nacido en Madrid. Miro a los que
rebasan una cierta edad y cantan y, como cuando los animales se reconocen en el
campo, algo intuyo. Las circunstancias pueden ser muy diversas, pero eso a
veces no quiere decir mucho. Y entre copa y copa me da por pensar que hay límites
que, por mucho que te lo propongas, es imposible no rebasar. Y también, que hay
otras fronteras que uno nunca debería violar. Pero lamentablemente aquí
estamos: sábado por la noche, 1:00 de la madrugada. Sólo hemos disparado
nuestro revolver en legítima defensa. Sencillamente supone la diferencia entre
seguir vivos o no. A veces no queda elección; las circunstancias obligan.
Aunque creo que la atenuante no será tenida en cuenta durante nuestro juicio.
Me he ido a
dormir a las 3:00 y me he levantado a las 7:00 para fumigar. Porque este año
hay pulgón y yo aún estoy aquí y no allí. Por eso y porque hay siempre límites
que respetar.
(S. G. I. Hervás, 3 de junio de 2012)
El ángel caído, Alexandre Cabanel |
Para escuchar a La frontera interpretando El límite