Como algunos de vosotros quizá recordéis, el pasado 14 de octubre se declaró un incendio en la sierra de Hervás. El fuego tardó varios días en ser extinguido y, como consecuencia, se quemaron más de 300 hectáreas de monte. La alta pendiente de la zona afectada y su cercanía al cauce del Horcajo, que abastece al pueblo, hizo temer que las lluvias y arrastres invernales provocasen una amplia erosión y que los residuos del incendio llegasen hasta la presa del Horcajo.
Por si hay personas que piensan que un incendio es algo puramente anecdótico, que el monte se regenera sólo sin demasiadas dificultades, para aquellos que nunca hayan experimentado la desolación de circular por cumbres devastadas por el fuego, hoy quiero dejar el testimonio de algunas fotos tomadas hace un par de días desde la Pista Heidi, en la zona que se extiende entre Gargantilla Honda y el río Horcajo. Quizá quienes no están acostumbrados a circular por los montes pelados por el invierno no perciban tan claramente los daños a primera vista, por lo que aconsejo aumentar las fotos. Al final observaréis el paisaje apocalíptico que ofrece la presa del Horcajo, la que normalmente abastece al pueblo, totalmente vacía y blanqueada por la escarcha.
DEVASTACIÓN
Negro cielo.
Negra tierra.
Negro es el carbón.
Negro, el color de la ausencia.
Negros, los pozos sin fondo
de la conciencia.
Negra, la ceniza que nieva
enturbiando los pensamientos
del poeta.
(S. G. I. Hervás, 27 de diciembre de 2011)
Para escuchar Dios de la lluvia, de El último de la fila