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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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COMPAÑEROS DE VUELO

     Como a estas alturas muchos de vosotros sabréis, el pasado domingo se celebró en Trujillo el II encuentro de blogueros extremeños II Jornada Extremadura en la Red: Las grullas como recurso turístico. Muy a mi pesar me resultó imposible asistir físicamente. No obstante, mientras desempeñaba mis obligaciones muy lejos de allí, pensé frecuentemente en mis compañeros. Gracias a todos vosotros por la generosidad con la que os dais cada día en vuestros espacios. Gracias también a aquellos que, sin saber de mi imposibilidad para acompañaros ese día, me buscasteis infructuosamente entre la multitud. Pues, según me cuenta Atanasio –el imprescindible Anastasio Fernández García–, el éxito del evento fue tal que a él asististeis 80 de “los nuestros”.
     Ahora os preparáis para homenajear a las grullas y recibir a quienes las admiran, y sé que lo haréis no sólo con dignidad, sino con excelencia: Extremadura es tierra hospitalaria y sus gentes, que fueron antaño conquistadores, saben seguir seduciendo a su modo, con mayor sutileza que un tiempo. Pero saben también nuestras gentes dejarse conquistar por el peregrino. Mucho daréis en estos días, como a lo largo del año desde hace muchos años, y mucho recogeréis en justo pago. Tampoco podré estar con vosotros en esta ocasión, pero una parte de mí –quizá la que más cuenta– migrará a las latitudes donde sus afectos naturalmente la conducen; buscará el calor del hogar junto a sus compañeros de vuelo. Sed generosos con el caminante como sólo vosotros sabéis serlo. Es para mí un orgullo teneros cerca, aun en la distancia.
     Mi agradecimiento a todos los organizadores y en especial a Anastasio Fernández García, que se encargó de proponerme la participación en Las grullas como recurso turístico en Extremadura, la obra que se distribuyó entre los asistentes al acto del pasado domingo y que servirá también para acompañar al III Festival de las Grullas en Extremadura 2011 (4 y 5 de diciembre).
     Como sois muchos quienes por aquí pasáis y no mantenéis una relación directa con Extremadura, considero una obligación y un privilegio al tiempo compartir con vosotros el texto con el que contribuí a dicha publicación. Espero que, de una u otra forma, os dote de alas.


ES EL INVIERNO MIGRACIÓN DEL ALMA
VARIACIONES SOBRE UNA ESTAMPA ETERNA
Salomé Guadalupe Ingelmo

Dejará el alma su polvo turbio.

Desnuda cabalgará por los aires del cielo[1]


Mujer escribiendo un rollo (Kitagawa Utamare)

Ha llegado a convertirse en el mayor experto de Shodō[2]. Más reputado aún que su ilustre maestro. Todos alaban la armonía de su obra, la seguridad y la elegancia de sus movimientos. Su caligrafía es, dicen muchos, como el vuelo de un ave. Ha llegado a descifrar el secreto misterio que anida en el universo: se ha convertido también en el mejor poeta de su tiempo.
Tiene siete años. Él guía su pincel pacientemente. “Un día mi mano temblará como los copos sobre el hielo. Temblará en mi invierno. Pero ese día de tus dedos florecerá la primavera. No hay vida sin muerte: no hay blanco sin negro. No temas a la naturaleza, no temas a tú naturaleza. Busca la armonía más allá de la ventana, porque sólo así la encontrarás dentro”.
Nunca ha olvidado las palabras de su maestro.
La mano experta traza sinuosos vuelos. El poeta escribe disciplinadamente. Escribe y piensa en las palabras del maestro, se sumerge en ese recuerdo. Escribe y mira por la ventana. Mira por la ventana y escribe. Una vez más las plumas cruzan los cielos en busca de otro hogar: las estaciones se han ido sucediendo. En su obra queda grabado todo cuanto es: lo de fuera y lo de dentro. Ya no tiene miedo a la muerte –ni a la vida–. Ése es su secreto.

Los copos caen pesados:
un año más
el monte viste su cándido manto.
Silueta de una grulla que levanta el vuelo…

De nuevo el alba le ha sorprendido escribiendo. La llama es ya muy débil: el aceite se ha ido consumiendo. Más allá del cristal la silueta de una grulla anuncia la tregua[3]. Por un momento su mano tiembla en el aire, su rostro refleja un hondo padecimiento. Son sólo unos segundos: se desvanece como una bandada rauda que acepta sabiamente el cíclico destierro. Esa noche el animal le ha visitado en sueños. Portaba una perla en el pico, una perla que posó en su pecho[4]. Sin rencor ni amargura mira fuera de nuevo. Otra vez invierno; las plumas ejecutan virtuosas piruetas en el aire. Las aves alzan el vuelo. Al oeste, por donde el sol se pone, les espera el calor: no hay blanco sin negro. Desde que emprendió el camino muchas veces han caído las estaciones de los árboles: pronto también él levantará el vuelo.
Sabe que nada ha de temer; se siente sereno. Moja el pincel en la tinta y, mientras la luz se apaga, acaba sus versos. Deja sus pisadas sobre la nieve: no hay blanco sin negro. En su obra queda grabado todo cuanto es: lo de fuera y lo de dentro. Ya no tiene miedo a la muerte –ni a la vida–. Ése es su secreto.

Los copos se deshacen sobre el hielo:
es la cima de mi invierno.


La dehesa está muda; sobre ella aún no se ha derramado el día. La hierba se perla de llanto; la tierra presiente su partida. En breve el sol sorprenderá a los amantes: ahuyentará a la noche con la que hasta hace poco el suelo yacía. Mientras el mundo duerme sereno, oculta sutil gasa el último beso. El hombre, enmudecido testigo, asiste a la despedida consciente de su privilegio. El milagro eclipsa todo; su presencia pasa inadvertida. Entre la niebla espía reverente los picos eternos, las nobles siluetas que brotan entre las encinas. Campos de grullas flemáticas aguardan la amanecida: ángeles de piedra, almas desvestidas.
Migrarán como cada año apenas despunte la estación fría... Pero volverán como retoña la savia que yace hasta la primavera escondida. Ellas se erguían antes de su llegada, y aun velarán su partida. Estampa que triunfa sobre espacio y tiempo, anuncio de una promesa cumplida.


[1] En referencia a los versos de Omar Khayyam “Porque si el alma puede dejar su polvo turbio, / y cabalgar desnuda por los aires del cielo / ¿No es, acaso, vergüenza, no es un fatal disturbio / habitar por más tiempo en este vil suburbio?” (El vuelo del alma).
[2] Arte de la caligrafía japonesa.
[3] Se sobreentiende con la propia alma y con el mundo. En Japón la grulla es símbolo de paz, pero también de sabiduría y esperanza.
[4] Según una leyenda un discípulo de Confucio salvó una grulla de la muerte. El ave, en agradecimiento, volvió a visitarle más tarde llevando una perla, símbolo de la sabiduría, en su pico.


Para escuchar a Zhou Wei interpretando con su erhu, en concierto,  
Moon Reflected on Erquan Pond
http://www.youtube.com/watch?v=L_K54nEqfSo 

Los verdaderos protagonistas estan aquí