EPITAFIO
El derecho a decir la verdad
me lo he ganado con creces:
de un tiempo a esta parte
trasudo pesadillas
de escamas frías
como los peces.
Es una crueldad
plantar nomeolvides
junto a las losas,
regar pensamientos marchitos
sólo por ver
si los líquenes brotan.
Una mujer de mi edad
el descanso eterno
ya se lo ha ganado
con creces.
A la tumba no me llevéis
coronas.
“Me he ido a tomar
café.
Vuelvo
en unas horas”.
(S. G. I. Valencia, 4 de febrero de 2012)
Para escuchar a Moby interpretando In this world
epitafio
ResponderEliminarUna palabra griega
no se tiene la humanidad gfiati de la luz elllada y el conocimiento.
una mujer de su edad directamente de la poesía es una diosa que se las arregla para vencer al tiempo.
un abrazo
Gracias por la galantería, querido Stratis. Pero lo cierto es que mantengo una excelente relación con el tiempo: él me ha dado una buena parte de lo poco que tengo, la que más valoro, y aunque su obligación sea aparentemente quitar un día, sospecho que en realidad ofrecerá un trueque. Un cuerpo puede pasar por muchos estados; imaginémonos una mente o un ánima... Firmemente creo que algo quedará, además de las palabras de los privilegiados que las escribimos. Abrazos.
EliminarPReciosa entrada!!
ResponderEliminarGracias, Allek.
EliminarTus versos claman para que los jardines del cielo echen raíces en la carne de los hombres, en la vida de los hombres, en la casa de los hombres.
ResponderEliminarSalud!
Qué bella forma de expresarlo, Funambulus. En efecto me gustaría considerarme una suerte de jardinera. Besos.
EliminarCet épitaphe est un véritable poème. Loin de nous tirer des larmes, ces lignes donnent une vision très poétique de l'hôte de ces lieux.
ResponderEliminarEn France aussi, nous avons de petits chef-d’œuvre sur les tombes.
Mais tu as encore le temps de penser à cela pour toi, Salomé et aussi le temps de nous ravir par tes surprises.
Belle journée à toi et à bientôt.
Amitiés,
Roger
La tuya es siempre una deliciosa visita, querido Roger. Sí, ha de haber aún mucho tiempo para dar. Pero para dar bien, nunca está de más cincelar el propio epitafio. Aunque sea sólo para que los demás se paren a leer (con suerte incluso a comprender) en lugar de pisarnos sin miramientos la tumba. Besos.
EliminarVuelve, te esperamos
ResponderEliminarSólo ahora caigo, querido Roig, que podría interpretarse de otra forma... En realidad no es mi intención ausentarme: a veces los espacios que han de reconquistarse no son exteriores sino interiores (aunque indudablemente en buena medida ambos van ligados). A veces, por poco que nos guste, es necesario reconstruir algunas tapias que salvaguarden el buen estado del cementerio. Besos.
EliminarBorges escribió su epitafio:
ResponderEliminar"No tengo miedo"
Creo, querido Manuel, que es una gran fortuna poderse marchar cualquier día sin demasiada melancolía. Sobre todo, sin arrepentimiento. Quedarán siempre proyectos en el tintero; lo importante, creo, es poder mirar atrás sin sospechar que has perdido el tiempo. Y es eso lo que, más que pedir, se exige: treguas, acuerdos, respeto... En definitiva, tiempo muerto sobre el tablero de juego. Besos.
Eliminarpreciosas aguileñas... mejor que coronas
ResponderEliminarbesos
Siempre mejor las flores vivas, enraizadas en el camino, querido felino. Besos.
EliminarCoronas? yerbabuena que alegra los corazones!!! Pienso que el descanso eterno no se gana por la edad, si no por el número de heridas cicatrizadas en los corazones marchitos y ajados de tanto vivir.
ResponderEliminarBesos Salomé.
Exacto, querido Johnny. Siempre que hablo de la edad me refiero en realidad al tiempo vivido. Un poco la filosofía de mi padre: no estoy viejo, sino un poco usado. A medida que pasa el tiempo, indefectiblemente, existen más oportunidades de haber sido tocado. Lo importante es no dejarse hundir. Besos
ResponderEliminarBeautiful Salome !
ResponderEliminarPerdone que no me levante; parece que decía Groucho al pie de su tumba.
ResponderEliminarMe ha encantado lo de los pensamientos marchitos y el nacimiento de los líquenes: las flores en su " tiempo " debido, no me olvides en vida y, esas preciosas Aquilegias, ahora.
El tiempo somos nosotros, si algo se desgasta y, lo vivido es todo lo que llevamos a Ítaca.
besos, Salomé.
Muy bello Salomé y gran epitafio. Saludos
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