Nos encontramos en el periodo más atractivo para recorrer la pista, vestida ahora por todos los colores: el verde invicto de los pinares, el amarillo de los perezosos castaños, el marrón de los derrotados robles, el perpetuo negro de la tierra, el inquietante ceniciento de los severos campos de rocas, cubiertos ahora por los líquenes... De acuerdo, nos falta el atrevido violeta de los brezos en flor. Pero regresará antes de que nos demos cuenta, como regresa cada año la primavera.
Recorrer ahora la Heidi es muy práctico: es éste el momento en el que encontraréis más puntos de agua para abasteceros (si bien Félix Guillén debería ser limpiada, pues se está perdiendo) y podréis aún atravesar con facilidad los arroyos que saltan por encima de la pista. Con todo lo que está lloviendo, en breve esto dejará de ser tan sencillo. Aunque no hay nada imposible para los pies del hombre.
A aquellos que sois aficionados a la fotografía, os recuerdo que, muy especialmente si perseguís los días nublados y lluviosos como yo, deberéis llevar bastantes pañuelos de papel. Al final es éste el mejor sistema de mantener el objetivo mínimamente limpio. Aunque, como algunos de vosotros ya sabréis, obtener buenas fotografías bajo la lluvia allí arriba se vuelve complicadísimo.
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