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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

LA CHORRERA A 25 DE DICIEMBRE

No, no estoy intentando daros gato por liebre, y ya sé que esto no es la Chorrera. Esto es, sencillamente, lo último que veréis si os dirigís a la Chorrera en este periodo del año, el non plus ultra, muchachos. Si circuláis por el canal, a la altura de aquella hermosa y apacible charca poblada por alisos, de aquel remanso del río que os enseñaba en las fotos veraniegas de este recorrido, encontraréis ahora un espectacular salto de agua. El río ha crecido tanto que impide el paso.
Por si a alguno de vosotros se le ocurriese seguir río arriba entre la maleza hasta encontrar un punto en el que vadearlo (cosa totalmente desaconsejable dada la fuerza de la corriente y la propia morfología del cauce. Por no hablar del peligro de resbalones sobre la maleza húmeda o escarchada), os advierto que una vez pasado este tramo la situación se puede volver aún más peligrosa. Más adelante, dónde el canal ha sido remodelado menos veces, éste ha sido totalmente desbordado por el agua en varios puntos, arrastrando el poco terreno en el que normalmente se pueden colocar los pies.
Probablemente alguno de vosotros estará pensando “y si tú tampoco has pasado, ¿cómo sabes lo que hay al otro lado?... Digamos que tengo la buena costumbre de fijarme mucho en lo que me rodea. A menudo os he repetido que fijarse es fundamental para prevenir accidentes, para tomar decisiones o no tomarlas. Fijarse no basta, pero sí es un primer paso, un paso esencial. Luego también resulta fundamental saber rendirse a tiempo. Y eso lo dice alguien muy pero que muy testarudo.
Aunque no lleguéis a la Chorrera, visitar estos paisajes merece la pena también en invierno. Como siempre, convenientemente equipados. Aunque en este recorrido, lógicamente, notaréis bastante menos frío que por las pistas.
Extremad la atención al subir las vueltas desde la Luz. A no ser que haya llovido de forma desmedida en los días anteriores a vuestra marcha, no encontraréis el terreno más removido que en verano. De hecho, una lluvia ligera a veces sirve para asentarlo y hacer que las piedras estén menos sueltas. No obstante, debéis evitar los montoncitos de hojas de roble, que puede llegar a resultar extremadamente resbaladiza con la escarcha. Además, en el primer tramo de las vueltas tendréis que esquivar varios troncos de roble que han dejado en mitad del sendero durante las últimas cortas, así que tened cuidado para no perder el equilibrio.

























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