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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

CASTAÑAR DEL DUQUE A 27 DE DICIEMBRE. PARA LOS AFICIONADOS A LA ORNITOLOGÍA


Hoy amanece con una luz especial. En cuanto salimos de casa, a eso de las 8:20 (cuando empieza a verse algo), nos encontramos con un cielo inusualmente rojizo. Es domingo y, excepto algunos cazadores que se oyen por las pistas, todo Hervás duerme. Hace un frío que pela, quizá incluso más que el día 20, cuando subimos al Pinajarro. Hoy nos vamos a mantener en cotas infinitamente más bajas, pero aún así caminaremos todo el tiempo por caminos en tierra absolutamente congelados. Esta noche ha caído una helada considerable y esto nos obligará a tener mucho cuidado al transitar la carretera hasta tomar la pista que conduce a Gargantilla a través del castañar. Especialmente a la vuelta, cuando realicemos el recorrido en bajada. A eso de las once de la mañana, entre el arroyo Juan Pinto y la entrada del Sendero del Castañar (el tramo que atraviesa la Pista Heidi y desemboca en la antigua piscifactoría de San Andrés), no se advertía nada de hielo sobre el asfalto (únicamente parecía más negro de lo normal, como ligeramente mojado), pero se patinaba incluso caminando despacio y con botas de buen agarre. Por ello, y porque ya sabéis que yo odio las carreteras, os recomiendo transitar por pista siempre que sea posible. La foto con los carambanitos de hielo colgando del musgo fue tomada en este tramo de la carretera, en la cuneta.
Aún así, hoy circular en tierra se hacía muy incómodo; el suelo estaba demasiado congelado. Precisamente, cuando finalmente ha salido el sol, a pesar de que no calentaba apenas, la evaporación de ese hielo ha provocado la aparición de la niebla en la montaña que nos ha regalado hermosísimas vistas a lo largo de casi todo el día. Las pistas en tierra congelada, a diferencia del cemento o la carretera con placa de hielo, raramente resbalan (si no pasáis por encima de piedras o montones de hojas con escarcha encima). Pero si la tierra está especialmente dura como hoy, las piernas pueden llegar a cansarse bastante más de lo normal.
Ya sabéis que en este recorrido carecéis de puntos en los que abasteceros de agua, así que tendréis que cargar con toda la necesaria desde casa. En la carretera de Gargantilla, antes de tomar la pista en tierra, hay un gran pilón de dos caños, pero no mana agua de ninguno de los dos. Os indicaba ya este verano que en las escasas fuentes que hay por encima de San Gregorio suele suceder lo mismo. De hecho, incluso la fuente de los cuatro caños de la plaza de toros, donde tradicionalmente los habitantes del pueblo van a coger agua, está seca. Por cierto, hace muy poco una persona de confianza me comentaba que la fuente de San Gregorío está bajo sospecha de haber sufrido también las consecuencias de la progresiva contaminación de los acuíferos…
El paisaje que os ofrecerá el castañar en esta época de año, sin llegar a ser tétrico, si se puede considerar bastante melancólico o incluso triste. Os decía hace no mucho que los castañares no son nunca monótonos porque el sol da lugar a juegos de luces entre las hojas de los árboles. Sin embargo en este periodo encontraréis sólo troncos sin hojas, ya que en este recorrido no hay más que castaños y muy poco roble (a diferencia de las pistas que, aunque están pobladas mayoritariamente por roble, tienen pinares dispersos). Yo no considero el paisaje exactamente monótono, pues el musgo y los líquenes confieren a cada árbol una personalidad especial. No obstante quizá resulte más interesante no hacer todo el recorrido hasta Gargantilla en esta época del año, salir por ejemplo a la carretera del Puerto de Honduras por encima de Juan Pinto. Eso nos permite visitar a los tres enormes castaños ancianos que podéis ver en las fotos. Aunque parecen más muertos que vivos, aún resisten tenaces y dan algunas hojitas verdes en primavera.
Yo os aconsejo que recorráis un trecho de este castañar en invierno. No sólo para vivir en primera persona los efectos del frío en este tipo de bosque, también para que os llevéis una grata sorpresa. Y es que, paradójicamente, comprobaréis que, a pesar de parecer en ocasiones un cúmulo de troncos muertos, éste es uno de los paisajes más vivos en esta época del año: en cuanto empiece a haber la suficiente luz, diversos tipos de pájaros comenzaran a cantar desde las copas desnudas. Este bosque es, curiosamente, el más ruidoso de Hervás en invierno. En la Pistas Heidi o la del Pinajarro os acompañará el silencio o, como mucho, el ruido del viento entre los pinos a medida que comenzáis a ganar altura, pero aquí serán los pájaros los que amenicen vuestra marcha.

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