Esta mañana he vuelto a ir a Gargantilla por los castañares (aunque mi destino último era bastante más difícil de alcanzar y me dará pie para proponeros otra ruta en días sucesivos) y, una vez allí, he recibido la iluminación: ¿porque no proponer la piscina natural de Gargantilla como alternativa a la de Hervás?
Como podréis observar en la entrada publicada ayer sobre la ruta del castañar, no resulta tan difícil llegar hasta Gargantilla. Ésta sería una buena forma de combinar el ejercicio con un alegre día de relax.
Para llegar hasta la piscina, atravesad el puente que encontráis de frente en cuanto efectuáis la bajada. Entonces giráis a mano izquierda y camináis unos 200 m.
Aunque he parado poco allí (al menos en el pueblo, porque he pateado bastante la sierra), sólo tengo elogios para Gargantilla. Me parece un lugar pequeño pero muy coqueto, lleno de encanto y sobre todo de personas deliciosas. He encontrado una extrema cordialidad por parte de vecinos, comerciantes y personal del Ayuntamiento. En definitiva, sus habitantes me han parecido excelentes anfitriones. Por eso no dudo que os encontraréis en grata compañía si os decidís a visitar su piscina. Hoy a las 13:00 el ambiente parecía muy animado, aunque no había demasiados bañistas (otro aliciente es que no creo que llegue a estar nunca llena).
Como veis, he vuelto encantada de mi paso por este pueblo. Además, me he llevado la sorpresa de encontrar, al comienzo de mi ruta por sus montañas, a un hervasense de nacimiento residente desde hace años en Gargantilla, de donde es su mujer. No deja de parecer una coincidencia llamativa que de las dos únicas personas que he encontrado fuera del casco urbano, una fuese precisamente de Hervás.
Dado que ambos pueblos no distan tanto, ¿por qué no aprovechar vuestra estancia en Hervás para conocer este lugar adorable? Seguro que os harán sentir como en casa.
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