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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

QUISIERA SER COMO JASON BOURNE



Quisiera ser como Jason Bourne, que reparte hostias como panes con soltura y sin remordimiento. No deja que los malos abusen de él o de una conciencia pésimamente entendida. Quien la hace, la paga. Si lo buscan, lo encuentran. Sin exageraciones, sin revanchas. Ecuánime. Simplemente acción-reacción, en su justa medida.
Quisiera ser como Jason Bourne, que se cae como cada hijo de vecino, sí; pero cuando sucede, lo hace de pie, como los gatos. Y se levanta. Da igual lo grande que haya sido el trastazo: él, como si tal cosa, se levanta.
Quisiera ser como Jason Bourne, que se entiende con todo el mundo porque habla todas las lenguas aunque no recuerde haberlas aprendido. Yo ni siquiera logro entenderme con quienes comparten mi lengua materna. Y no es que no lo intente, que voluntad de diálogo me sobra. Sin embargo, a menudo sospecho que chapurreo otro idioma, uno con el que no consigo capturar el único interés que me interesa.
Quisiera ser como Jason Bourne, al que las heridas le resbalan. No es que el tipo haya nacido con la camisa, como dicen en Italia —lo suyo no es cuestión de simple suerte—; muy por el contrario, todos lo persiguen con aviesas intenciones. Lo hieren. Lo hieren con saña. Apenas nadie muestra piedad por él: lo acosan como a un animal, casi parece que intentasen privarlo de su condición humana. Y, sin embargo, sus heridas restañan a una velocidad envidiable. Sus cicatrices no lo marcan, ni siquiera lo afean.
Quisiera ser como Jason Bourne. Seguro que también él se siente terriblemente solo cuando analiza su situación, y probablemente se acurrucará hecho un ovillo buscando el consuelo que los demás le niegan. Posiblemente Jason Bourne también llore cuando nadie lo ve; pero, a él, en público, los regueros de rímel no lo convierten jamás en un patético oso panda. Nunca sucumbe al desaliento.
Quisiera ser como Jason Bourne: impermeable, inmune, indestructible. Aunque yo, sin embargo, soy simplemente humana. Pero todavía no estoy muerta.


Judith, Gabriel Ferrier


Pink, I'm not dead


Los verdaderos protagonistas estan aquí