Por la fascinación regalada como autor y también como ser humano. Porque me acuerdo mucho de ti cuando estoy allí arriba, cuando la tierra huele a húmedo y vivo. Especialmente si los batracios se cubren de elocuentes puntos y rayas. Sea o no una salamandra, tú −señor de la magia que habita en las palabras− sabrás leer el mudo mensaje que ofrecen sus espaldas. Que el reencuentro no se haga esperar. Y sean, de nuevo, camino fértil las horas entrelazadas.
Para escuchar a Jethro Tull interpretando el fascinante Coronach