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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

PARA WARLOCK: LA VIDA, DE COLOR DE CROCOS


Es de hace algo más de un año, tomada cerca de los pilones del Pinajarro, pero la recupero ahora por arte de magia para dedicársela a Don Warlock, a ver si se le pasa el nublao que gasta. ¿Observa, caballero? Como le decía, el mundo, que por supuesto no es o blanco o negro, tampoco es gris, sino de colores. Quizá a partir de mañana empieces a ver la vida de color de… crocos. Una idea: ¿por qué no colocar la foto como salvapantallas?
Recuerdo que, al poco de sacarla, se la mandé a un amigo con debilidad por el gris. Entonces le aconsejaba también a él el truco del salvapantallas, que permite la cómoda meditación sobre imágenes placenteras capaces de hacer nacer sentimientos positivos, como ésta. No obstante, por si lo suyo era un rollo un poco menos zen y algo más hard, también le sugería la posibilidad de recurrir al salvapantallas móvil, que parece combinar muy bien con el colorido psicodélico que nos ocupa. Temo que él debe de ser bastante desastre para la informática (entre otras cosas), por lo que (presumiendo que esto del salvapantallas móvil le superaría) le sugería la posibilidad usarlo como salvapantallas fijo pero de liarse a dar vueltas, a vertiginosa velocidad, sobre su silla giratoria ante el ordenador. Colocando al tiempo, por supuesto, un disco (riguroso vinilo) de Genesis, The Moody Blues o Pink Floyd. Como si estuvieses en plenos sesenta o principios de los gloriosos setenta. Y sin necesidad de recurrir al LSD. Porque las neuronas son siempre sagradas. Y los viajes, mucho mejor caminando que “volando”.
Si esto no funciona para introducir el color en tu vida, yo ya no sé qué hacer. Pero lo sigo pensando y fijo que se me ocurren más ideas… Y yo siempre cumplo mis amenazas.

Los verdaderos protagonistas estan aquí