TODOS FUIMOS HERIDOS EN WOUNDED KNEE
Tu yugo mi cuello oprime,
tu llanto mi pupila empaña.
Conciencia no perdona:
el escozor no pasa.
Tu sangre a mi sangre clama.
Mientras tú sufras,
no está,
hermano,
no está,
la deuda saldada.
Se humedecen las calles en Siria
y las rosas se ajan.
(S. G. I, Madrid, 8 de diciembre de 2011)
Para escuchar Bury my heart at Wounded Knee
http://www.youtube.com/watch?v=mFqbyvgAkPY&feature=related
Para escuchar a los Redbone interpretando We were all wounded at Wounded Knee
http://www.youtube.com/watch?v=2VB2LdOU6vo
Para escuchar a Ana Belén y Antonio Flores interpretando Sólo le pido a Dios
no, jamás aprenderemos 'por esa sobrevaloración que nos autoinflingimos: somos inteligentes'
ResponderEliminarsaludos
Siempre somos heridos cuando mueren inocentes... la historia de la humanidad está, por desgracia, plagada de muertes inocentes.
ResponderEliminarBello poema y hermosas propuestas musicales.
Un beso!!
preciosa entrada, con tu permiso se la dedico a todos los apicultores de Valero, muy cerquita de Hervás, que con la omnipresente crisis lo están pasando bastante mal
ResponderEliminarun cordial saludo
Raúl
cuadernodeentresierras@blogspot.com
Aprender de las abejas o simplemente aprender del pasado. Iluso de mi, miré en la Real Academia Española si la palabra fratricidio había sido descatalogada, pero sigue vigente, es más, es una de las palabras que más apadrinados tiene.
ResponderEliminarBesos Salomé.
Es tan importante, querido Omar, la capacidad crítica... Y más aún, la capacidad de autocrítica. Besos.
ResponderEliminarSí, querida Laura. Y está empedrado, además, por el sacrificio voluntario de seres lúcidos y consecuentes. No aprecio el valor inconsciente -que para mí se convierte en otra cosa-, pero el otro... Besos.
ResponderEliminarPues vaya también para Valero, Raul. El campo ha estado y sigue estando -sangrante e incomprensiblemente, cada día incluso un poco más- muy maltratado. El desamparo entre personas que trabajan duro, sometidas a una enorme incertidumbre, es casi total. Besos.
ResponderEliminarNo voy a negar la evidencia, querido Johnny. Pero, al tiempo, el hombre es capaz de la mayor generosidad y entrega. Con esa luz quiero quedarme dentro. Incluso a la hora de denunciar las sombras. Besos grandes.
ResponderEliminarQue bien lo haces.
ResponderEliminarEl perdón vale, vale perdonar y perdonarse ?.. hay fuerza suficiente en uno según lo que tenga que perdonar... ..
Las abejas son ciegas.
un beso.
Hola Salomé.
ResponderEliminarGracias por visitar el mi blog.Sus comentarios siempre son valiosos y bienvenidos.
Un abazo desde Italia.
Estoy de acuerdo; desgraciadamente, es inherente a la naturaleza humana el infligir daño, aunque como contrapunto hay que decir que también lo es la capacidad de obrar con la mayor generosidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Te dejo mi paz interior ¡abriga tanto!...y mi afecto
ResponderEliminarHola amiga, tremendas las fotos y ese poema que lo acompaña, que te puedo decir, precioso, si señor. Un besote.
ResponderEliminarMuy agudo, querido Marce. Nadie conozco menos rencoroso que yo, y sin embargo desde hace ya algunos años no ofrezco el perdón tan inconscientemente como hacía antes. Resulta peligroso; alienta malos hábitos. No creo demasiado en el arrepentimiento, sino en el espíritu de enmienda. No me valen las palabras (y mira que para mí tienen un enorme peso y nunca las uso en vano) si no van respaldadas por los actos. Por supuesto que sólo alguien insensible sería capaz de negar verbalmente el perdón a quien lo pide explícitamente. Pero ¿acaso ese acto en sí sirve realmente para algo? Quizá sí. O quizá no. Eso sólo se puede constatar con el tiempo, cuando surjan nuevas oportunidades de demostrar que uno está realmente dispuesto a no cometer los mismos errores. Perdonar... Al fin y al cabo, quién soy yo para ofrecer perdón. No, yo no soy Dios. Todos tienen mi perdón sin necesidad de pedirlo, pero a cada uno está demostrar después que es realmente merecedor de él. Besos.
ResponderEliminarY tanto que abrigan, querido Manuel, ambos. Ves, ya ni noto la ola de frío de las últimas horas. Besos gordos.
ResponderEliminarHola Salomé. Bonita entrada, con unas buenas fotos y un dramatico poema; siempre morimos un poco con el sufrimiento de los demás. Un abrazo
ResponderEliminarHermoso poema.
ResponderEliminarConocí Damasco y sus gentes y, como tú, siento mío su dolor.
Enhorabuena.
Belas fotos, bela poesia e um vídeo espectacular....
ResponderEliminarCumprimentos
No entiendo nada de poesía pero al leer la tuya me ha tocado algo de mi interior.
ResponderEliminarGracias Salomé
¡Hola Salomé!
ResponderEliminarUna entrada dura y real como la vida misma. Que sirva para la reflexión, encontrarnos con nuestra conciencia o nuestro verdadero ser, es la única forma de descubrir que todos estamos hechos de una misma materia. Muchas veces queremos ver culpables donde no los hay.
Besos.
En cuatro saltos me puse yo en Abril, desde diciembre. No le importa la crisis a mi brote, ni el frío que pueda venir de aquí hasta Abril.
ResponderEliminarSaludos y un beso. Naturalmente
Hola Salome, una gran entrada, y que razón tienes con el abandono que sufre el campo.
ResponderEliminarDesamparo entre personas que trabajan duro, en beneficio de unos pocos propietarios....
Saludos.-
En efecto FJavier, son tierras imposibles de olvidar. Pero en general, se me viene a la cabeza el maravilloso relato de García Márquez "El ahogado más hermoso del mundo". Y me digo que tanto los muertos como el dolor humano carecen de patria: que nos pertenecen a todos. Al menos, a todos los hombres de buen corazón. Abrazos.
ResponderEliminarNada puede hacer más feliz a un autor, Javier. Siempre he pensado que llegar al otro es indicio de honestidad durante el proceso creativo. Besos.
ResponderEliminarEs que, querido Fernando, cuesta mucho aceptar las propias responsabilidades. Igual que, a menudo, resulta incómodo escuchar la voz de la propia conciencia. Besos.
ResponderEliminarTe alabo la voluntad de retoñar, Marcelo. No obstante sería una pena saltarse el invierno, mi estación preferida en la montaña. Es fascinante caminar entre la nieve, el frío y la niebla: un esfuerzo catártico. Abrazos.
ResponderEliminarSí, Enrique, hay muchas cosas que cambiar aún. Hay mucho trabajo por hacer en pro de la verdadera igualdad, de la solidaridad y la cohesión social. Besos.
ResponderEliminarTambién valoro sobremanera el valor consciente y generoso.
ResponderEliminarBsts
Si les hiciéramos caso a las abejas....otra historia existiría....un beso desde Murcia..seguimos...
ResponderEliminarAnte todo agradecerte tus comentarios en mi modesto blog. Una entrada preciosa esta que nos presentas con unos versos magnificos. Saludos.
ResponderEliminarReconozco que he aprendido muchas cosas, no sólo de las abejas, sino de todas las criaturas que habitan este maravilloso planeta.
ResponderEliminarLo que tengo muy claro es, que no aprenderé a trabajar duro como las abejas si gran parte de mis beneficios va destinado al bienestar de tanto parásito, tanto de la política como de la burguesía en general y, desgraciadamente, incluso, para las armas que nos oprimen.
Saludos.
Sí, querido Javier, nos oprimen -mucho- desde fuera. Pero también nos oprimimos gratuitamente desde dentro. Causan tantos daños en el organismo -individual y colectivo- la apatía y la indiferencia... Besos.
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