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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

ES AÚN PEQUEÑO. PERO ESTÁ VIVO Y CRECERÁ




Mi pequeño baobab llegó a casa, procedente de Francia, hace ya cinco años. Medía sólo cinco centímetros. Porque, como bien decía el Principito, Los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos. No tenía hojas. Llegó con las raíces descubiertas y sin dar signos de su anhelo por la tierra ni por la vida. Se habría dicho un muñón triste, nostálgico de un cuerpo nunca visto. Sin embargo se mostró casi inmediatamente un superviviente nato. Aunque no mide ahora mucho más que entonces: al tratarse de árboles de enorme tamaño, su crecimiento es muy lento.

Estas latitudes son, en realidad, demasiado frías para mi compañero. Yo, por supuesto, lo he protegido siempre de la crudeza exterior. Pero los seres vivos, las plantas y los animales no son estúpidos: él advertía inmediatamente cuándo las condiciones no eran las apropiadas, cuándo el clima era artificial. Entonces, durante los inviernos, perdía las hojas y se arrugaba ligeramente, como si se hubiese secado. En realidad reservaba sus fuerzas en espera de momentos mejores. Y así, cada primavera, brotaba de nuevo reclamando otra vez agua y atenciones. El primer año fue una grata sorpresa: sólo mi testarudez natural y mi exacerbada fe evitaron que lo tirase antes de la llegada del calor. Después dejé de preocuparme cuando él parecía morir; formaba parte de un proceso inquietante pero natural, que ya no me asustaba.

Cuando él llegó a mi casa hace cinco años, no se vivía un buen momento. Hacía ya demasiados años que no era un buen momento, independientemente de las casas y las ciudades que se habitasen. A lo largo de estos cinco años algunas cosas fueron cambiando, por supuesto. Aunque él fingía no percatarse o no concederles demasiada importancia. Pero las plantas son muy sensibles. Este último invierno, tras tanto entusiasmo por la vida, pareció rendirse ante la evidencia: lo vi claudicar y abandonarse a su suerte, al hielo que lo cercaba a pesar de mis intervenciones. Su aspecto no era diverso del de otros años, en realidad. Y sin embargo me bastó una mirada para tener la certeza de que esta vez no volvería a la vida, de que ésta era la definitiva, que no volvería a levantarse: que se había cansado de vivir en letargo una vida que quizá, en efecto, no fuese ni siquiera vida. Que puede que fuese muy joven aún sí, pero había perdido ya las esperanzas. Esas que ni siquiera la indestructible plaga de indeseables ácaros que lo atacaron hace dos años lograron minar. Ya no quería seguir adelante. Lo dejé en el baño. Procuraba no verlo durante las inevitables visitas. Aunque siempre se me escapaba alguna mirada furtiva. Y cada vez me dolía el corazón por lo que había perdido.

Hace pocos días, mientras de nuevo fingía no mirar, descubrí que, contra las funestas certezas que me habían arraigado dentro, contra todo pronóstico quizá, había vuelto a brotar.

La savia circula de nuevo enardecida por sus venas. Las hojitas son aún muy pequeñas, pero podéis apreciarlas en las fotos, junto a las secas del año pasado. Que no he querido quitarle para que recuerde quien es y lo que ha superado. Para que no olvide de lo que es capaz si de verdad lo desea.

Es mi pequeño baobab que aún vive, y se abre a la primavera.
                                                                   (S. G. I. Madrid, 17 de marzo de 2011)


 
AMOR MÍO TE OFREZCO MI CABEZA EN UN PLATO


Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato:
desayuna. Te ofrezco mi corazón pequeño,
y una vena fecunda que tu lengua de gato
ha de lamer, ya claras las arrugas del ceño.

Otra copita y basta: Amor mío, qué rato
más feliz tu mordisco, como un nudo de sueño,
Yo escalo las paredes, tú apacientas un hato,
y yo balo en la sombra como cabra sin dueño.


Para ti no es la sombra, para ti es sólo el día,
mi Amor nunca tocado por un dedo de bruma,
mi Amor nunca dejado por la indemne alegría.


Te ofrezco un dedo rosa y unos labios de espuma,
Amor mío; te ofrezco la lengua que tenía
cuando dije tu nombre y era el eco una pluma.
                  (Antonio Carvajal "Tigres en el jardín" 1968)



Para escuchar a Jethro Tull interpretando (en concierto, 1982) Fallen on hard times



FALLEN ON HARD TIMES                      HUNDIÉNDONOS EN TIEMPOS DUROS

Fallen on hard times                                     Hundiéndonos en tiempos duros
But it feels good to know                              Pero sienta bien saber
that milk and honey's just around the bend.      Que las vacas gordas están a la vuelta de la esquina
Running on bad lines                                   Aplicando malas soluciones

We’d better run as we go,                              Deberíamos correr tal como vamos
Tear up, tear up the overdraft again.                 Rompamos, rompamos el descubierto de nuevo.
Oh, dear Prime Minister, it's all such a mess.    Querido primer ministro, está todo hecho un desastre
Go right ahead and pull the rotten tooth.           Tire recto y arranque la muela podrida
Oh, Mr. President, you've been put to the test.   Señor presidente, ha estado poniendo a prueba
Come clean, for once, and hit us with the truth.  Juegue limpio, por una vez, y golpéenos con la verdad
Looking for sunshine                                     Buscando la luz del sol
Oh but it's black and it's cold                          Pero está oscuro y hace frío
Yet, you say that milk and honey's just round the bend.    Aún, dices que las vacas gordas están a la vuelta de la esquina
Giving us a hard time, my friend                      Dándonos tiempos duros, amigo mío
handing us the same line again.                        Pasándonos la misma solución otra vez.

Fallen on hard times                                       Hundiéndonos en tiempos duros
And there's nowhere to hide                             Y no hay donde esconderse
Now they've re-possessed the Rolls Royce and the mink.   Ahora han retenido el Rolls y las pieles
Turning on the peace sign                                Encendiendo el signo de la paz
And it's back to the wood.                               Está de vuelta al bosque
Soon there will be raised a holy stink.                Pronto se levantará un santo escándalo
Somebody wake me. I've been sleeping too long.    Alguien me despertó. He estado durmiendo demasiado tiempo.
Oh, I don't have to take this lying down.             No he de tomar este camino
You can keep your promises. Shove `em where they belong.  Puedes mantener tus promesas. Enséñales a donde pertenecen
Don't ask me to the party, won't be around.         No me invites a la fiesta. No estaré por aquí.



Y por si alguien empieza a preguntarse inquieto "esta mujer... ¿hoy habla de dentro?.. ¿De fuera?". Como alguna vez le he dicho a mi querida Laura Uve, un texto tiene siempre muchas lecturas. Y no es sólo que todas ellas sean válidas, sino que a veces todas ellas son correctas a un tiempo. Es decir, a veces el autor las ha previsto todas. Aunque normalmente los lectores tienen una infinita e impagable capacidad de sorprender. No hay neta división entre dentro y fuera hoy. Quizá no la haya nunca, al menos en mi caso: siempre he tenido enormes problemas con las fronteras. Creo que es justo; un escritor ha de estar en el mundo. Y encima yo siento debilidad por mis congéneres, in cluso en los días malos.

10 comentarios:

  1. Me voyyyy de finde a mi "pueblo" que es ciudad... No me da tiempo a comentar sobre el baobad (tendré que mirar cómo es ese árbol). Pero sí quiero decir que me encanta cuando veo que una planta reverdece y veo que vive.

    Buen finde y un enorme abrazo (cuando vuelva te leo bien).

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  2. He leido tu entrada y me ha recordado del Principito, creo que fue uno de los primeros que lei. Una imagen muy tierna y un texto que me ha gustado mucho, espero que baobab viva muchos años.
    Un abrazo y buen fin de semana.

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  3. Disfruta mucho, Laura, aunque sea ciudad. Es un árbol magestuoso: fuerte y poderoso, pero generoso también. Es el denominado árbol del pan. Seguro que leerás bien, Laura; tú siempre lees maravillosamente. Besos enormes.

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  4. Me alegro de que hayas conectado con él, Ana. En efecto el principito es imprenscindible: los adultos se deberían acostumbrar a leerlo. A leerlo en serio. Yo también espero que viva mucho, que sea eterno. Besos y buen "finde" para ti también.

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  5. Hola Salome ,si que aguanta tu Baobab. Lo cierto es que como tu dices el clima de tu tierra no es nada propicio para este árbol pero la naturaleza nos sorprende y resiste lo que no esta escrito.
    Suerte para tu árbol y que ojala te crezca sano y fuerte. Saludos

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  6. ..."testarudez natural y mi exacerbada fe".Está claro que tienes lo fundamental para intentar la proeza de mantener un baobab en Hervás. Imagino que en invierno el agua ni la verá. Espero que haya suerte.

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  7. Amiga, así es la naturaleza, un texto excelente, muy bueno, que decirte, un buen trabajo. Un besote.

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  8. Y se regenera lo que no está escrito. Muchas gracias, Trotasendas. Tuvo un momento de verdadero desaliento, algo inaudito en él; pero sí que lo veo con ganas de crecer, como bien dices tú, sano y fuerte. De hacerse vigoroso y fecundo, firme, estable y protector. Besos

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  9. Lo cierto, Alberto, es que no está en mi casa de Hervás, sino en la de Madrid (¡qué lío! Como esta mujer tiene casi el don de la ubicuidad…). O sea que peor me lo pones, incluso. Porque aquí los inviernos son… Por supuesto está siempre protegido hasta que llega el buen tiempo: mi terraza está cerrada. No, en invierno está tan seca la tierra que parece mentira que nada pueda sobrevivir en ella. Él me avisa de cuándo ha decidido que vuelve a querer “mimos”. En cuanto se despereza echando las primeras botijas, empiezo a regar de nuevo. Doy por supuesto que él mismo, mejor que nadie, sabrá cuál es el momento apropiado. Yo también espero que haya suerte esta vez, Alberto. Espero que haya mucha suerte. Porque la voluntad y el esfuerzo son fundamentales, es cierto, pero se necesita también una buena dosis de fortuna para que las cosas florezcan. Besos.

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  10. No creo que se pueda resumir con más acierto, Salvador: así es la naturaleza... Besos.

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