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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

YO CREO EN LOS MILAGROS



Elijo, aún, seguir creyendo.



Es una foto de la primavera pasada, tomada en la Solana de Andrés.



Acababa de pasar el invierno y el sol, aunque tibio, comenzaba a calentar de nuevo. Al volver la mirada a las cercanas cumbres, a lo alto (porque siempre hay que mirar a lo alto; todavía hay que mirar al cielo), entre las extensiones inmensas de rocas negras, hoscas, ya resecas, veo surgir un árbol de buen tamaño: totalmente blanco. Y resplandece allí, único, en medio de la aridez y la dureza. En un paisaje improbable y de futuro incierto. Pero su blancura es tan impoluta que a penas se puede mirar de frente; su belleza ciega. Como ciegan las lágrimas que arranca su fe terca.

Yo creo aún en los milagros. Yo elijo, aún, voluntariamente, seguir creyendo.

                                                                                       (S. G. I. Hervás, 19 de febrero de 2011)




Pink, Glitter in the air (actuación en directo durante la entrega de Premios Grammy 2010)

16 comentarios:

  1. ¡La vida es puro milagro!, y más sintiéndonos reflejados en cada animal, en cada árbol, en cada primavera, en cada río...

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  2. Cuánta razón tienes, Fernando. Por eso no puedo escindir mi espiritualidad de mi animalidad. Quizá el verdadero sentido de estas palabras logren comprenderlo sólo quienes aman perdidamente la naturaleza. Quienes no alzan defensas en ese amor. Y no tantas personas se atreven a amar sin red. Fuertes abrazos.

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  3. ¡¡Milagrosa naturaleza!! Magnífico árbol, radiante... ¿Y sabes que tipo de árbol era?

    Un abrazo milagrosamente virtual.

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  4. Maravillosa pregunta, Laura. Tiene tanto sentido que la hagas precisamente tú… Yo no parezco muy racional la mayor parte del tiempo, muy probablemente tampoco lo soy demasiado; pero siempre busco los motivos. No para hacer añicos el misterio: el milagro siempre puede quedar intacto, de una u otra forma. Más bien para conocer, para mejorar, para evitar futuros daños, para corregir presentes errores…
    Aunque habría sido complicado trepar ahí, habría podido hacerlo. Ya lo hice el verano pasado en puntos bastante más complicados (a costa de mis rodillas, claro). Sin embargo me estaban esperando y tenía el tiempo justo para volver sin que se intranquilizasen. Así que lo evité. Y ahora quiero dotar a esa circunstancia fortuita de un valor metafórico.
    Aún así tengo mis sospechas. Pienso que podría ser un sauce blanco porque en esas fechas no es raro verlos llenos de yemas nuevas peluditas, cubiertas de una densa capa de pelillo tan blanco que bajo el sol a veces parece de plata: deliciosos. Pero no saldré de la duda si no trepo hasta allí. Y no estoy muy segura de querer hacerlo. A veces el conocimiento en efecto implica dolor, porque implica desencanto. A veces algo te parece mágico y luego, ahondando, descubres que quizá no lo era tanto. Siempre he dicho que yo prefiero la verdad, y es cierto. Pero a veces, ya sabes, no es estrictamente necesario profundizar en ella. Supongo que a determinadas conclusiones llegas con el tiempo y las decepciones. Enormes besos.

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  5. Simplemente, con ver esa foto y acordarme de las flores de almendro que vi esta mañana en la helada La Mancha, uno ya cree en los milagros.
    ¡Qué gran blog!
    Un saludo.

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  6. Muchas gracias, Guillermo. En efecto nos acercamos a una estación en la que rebrotan las esperanzas y se curan algunas heridas. Concuerdo contigo: es un dulce bálsamo el de los pétalos del almendro. Abrazos.

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  7. Hola Salomé. Fantástica foto, mágica, a veces dulce, nunca mejor dicho , no te quisiera romper esa mágia pero que árbol es, ya que a esas alturas, ya pateadas por mi, sólo aparecen dos especies de ese porte, una el tejo y otra ya te la he dicho...
    Besos, que envidia me das todo el día rondando la Heidi.

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  8. Pero qué bien escribe esta chica...
    Es verdad, un gran blog.
    Besos.

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  9. Salomé, soy curiosa por naturaleza, de entrada el árbol me parece precioso y, no creas, con eso ya estoy contenta, pero luego me da por pensar... ¿y qué árbol será? ¿Cómo habrá aparecido ahí? Si puedo resolver mis preguntas, estupendo... si no puedo me quedo con su contemplación mágica y ya está. Sé poco de la naturaleza, he andado mucho desde muy jovén, sobre todo, ya te dije, por el Pirineo... pero me gustaría saber más de todo: plantas, animales, rocas....

    Gracias y, por favor, no subas... La imagen es preciosa. Un abrazo grande.

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  10. Milagro para mí es la parte más audaz de aquello en que no creo y que, llegada la ocasión, puede que hasta crea.

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  11. La naturaleza supera los milagros. Todos sus rincones destilan una agraciada belleza, expuesta para aquellos madrugadores que llegan a contemplarla.

    Te envidio por haber presenciado esa escena (de buen rollito).

    Saludos

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  12. Pues, como el comentaba a Laura, no he llegado a comprobarlo, José Luis. Quizá trepe hasta allí este año. O quizá no… No me da miedo romper la magia porque soy de los que piensan que la magia habita también (mucho) en lo cotidiano. Y tampoco me da miedo subir hasta allí; cosas bastante peores he hecho. No soy precisamente perezosa y uno de los mejores halagos que se me han dedicado hasta el momento (un amigo de Hervás) rezaba “eres recia como las vacas de por aquí, joía”, así que… Pero al tiempo sé apreciar y respetar el misterio, y soy muy dada a los rituales, a mis particulares (y probablemente, en apariencia, absurdos) rituales.
    Por la zona, ni rastro de tejos. Lo que descubrí para mi regocijo hace algún tiempo es que hay una colonia de serbales de cazador. A parte de parecerme uno de los árboles más hermosos de por aquí, no son tan comunes ni mucho menos. Tengo localizados varios, pero están en puntos muy específicos, entre poco y muy poco accesibles. Hay alguno considerablemente grande. Pero evidentemente esta opción queda absolutamente descartada dada la forma y el color.
    Por el color (y he de decir que la foto no le rinde justicia: en directo era de un níveo resplandeciente. Absolutamente sobrecogedor), lo primero que pensé (al rato, claro, porque al principio hubo sólo estupor) fue que podría tratarse de un sauce blanco plagado de yemas nuevas. Éstos sí son comunes en la zona, y en ese periodo sus típicas yemas peluditas resplandecían bajo el sol en otros ejemplares. Además son árboles muy sufridos y te los encuentras, en la pista, creciendo en medio de la mismísima roca. De momento es la hipótesis que más me convence. Pero, en lo que decidimos si subo o no, si a alguien se le ocurre otra, sería muy interesante poder escucharla.
    También rondo muchos otros lugares. El día de hoy, por ejemplo, ha sido muy instructivo en lo intelectual y en lo emocional. Sitios nuevos o no tan nuevos pero vistos de otra forma: con más detenimiento, con todo el mimo que merecen… Iremos descubriendo cosas juntos. De las de fuera y de las de dentro.
    Abrazos

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  13. Ay, Don Warlock, no me malcríe usted, que podría acabar acostumbrándome. Muchas gracias. Especialmente por lo de “chica”. Recuérdame que te llame cuando efectivamente alcance de una vez esos prometidos cuarenta que tanto cacareo pero que en realidad aún no me pertenecen del todo. Así, por si de repente se me pasase por la cabeza apropiarme de la tan traída y llevada crisis. Aunque yo creo que no hay peligro: mis crisis no son de edad, sino más bien de otra naturaleza. Besos enormes.

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  14. Me parece una estrategia muy inteligente, Ventana indiscreta. En efecto creo que es importante aceptar el cambio. Y también (aunque mucho más difícil aún) el propio cambio. Uno no es más sólido ni más sabio ni más seguro de sí sólo por aferrarse a algo en lo que en realidad ya no cree, que le parecía correcto o justo o cierto antes, pero no ahora. Y tampoco implica necesariamente un error: eso era así entonces, pero ya no es así ahora. Lo realmente sabio es reconocerlo. Porque además temo que lo contrario (obstinarse en algo en lo que ya no se cree) ha de ocasionar un terrible desasosiego interior. Saludos.

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  15. Ya, Laura. Lo podía imaginar. Las personas, y más determinadas personas, han de ser inquietas. A pesar de que eso suela tener consecuencias (de todo signo y tipo, por supuesto). Yo también soy un animalito curioso. Nada cotilla, pero sí muy, muy curiosa. Suele ser productivo que el acercamiento a la naturaleza se ejecute en un plano teórico y uno práctico al mismo tiempo o casi. Quizá primero una visita a los libros de consulta que se estime oportuno, sin desesperarse demasiado si a uno no se le queda todo lo que quisiera, y luego nos lanzamos a la montaña: a observar, oler y sobre todo tocar todo (a ver, con un poco de cabeza, claro. Que podríamos acabar con algún problema). Y es entonces cuando las cosas se graban de forma imborrable. Y cuando se pueden analizar los motivos de por qué cada cosas es como es. Porque en realidad la naturaleza resulta bastante lógica. No sé si subiré o no, pero no has de preocuparte; aunque lo haga no perderá en absoluto el encanto. De hecho que suba o no dependerá, cuando llegue el buen tiempo (tampoco soy tan descerebrada de intentarlo antes de que se sequen bien las rocas. A veces hago cosas un poco…, pero hasta ahí no llego), precisamente de eso. Si rebusco dentro y veo que en efecto una parte del encanto se desvanecerá, por supuesto sacrificaré la curiosidad. Creo que este tipo de inteligencia (emocional) se adquiere con la edad: probablemente de jovencita, tipo apisonadora, habría subido sin más: sin pensar que el conocimiento podría quebrar cosas. Besos enormes.

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  16. No me cabe la menor duda de que viniendo de ti ha de ser de buen rollito, Javier. Pero el árbol sigue allí. Da la impresión de que, afortunadamente, seguirá allí por mucho tiempo. Así que ya sabes. Aparecemos en todos los mapas de la región. Allí somos un punto sin demasiada personalidad ni encanto. Pero cuando uno se acerca, las cosas siempre se ven de otro modo. Es todo cuestión de óptica. Nosotros de cerca ganamos mucho. Abrazos.

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