La llamativa Tremella mesenterica crece sobre la rama muerta de roble. Crece ufana, sin conciencia del otro, sin memoria solidaria, sin remordimiento. Bebe cuanto puede del agua que cae del cielo. Se sacia sin pudor, ignorando las hojas secas que tapizan el suelo. Y crece, prospera, se hincha sin medida. Se pavonea en el bosque aún congelado, arropado por un vulgar manto pardo: un modesto paisaje que, no le cabe duda, no la merece. Y cuanto más lo piensa, más se ahueca y enciende. Es sin duda hermosa, pero al tiempo fría y viscosa. Está hecha sólo para la vista; no es más que apariencia. A un leve toque, la ilusión se deshace entre los dedos.
Es la Tremella mesenterica. Quizá, un hongo de nuestro tiempo.