A menudo digo que la montaña me ofrece en cada salida algo nuevo y maravilloso. Aquí tenéis un ejemplo: mi regalo de Navidad. Yo en los bosques, en lugar de encontrar setas, encuentro seres excepcionales. ¿Serán gnomos o hadas? No, pero no son menos mágicos. Se trata de tres miembros del grupo de andadores de El Convento (Hervás). Perdón, rectifico: se trata de cuatro miembros del grupo de andadores de El Convento. Los caballeros son, de izquierda a derecha, Luis, Manolo, Juanjo y, por pupuesto, en segundo plano, el mítico Morgan. Y digo mítico porque, a pesar de ser el más bajito de los cuatro, sus cortas patitas dan para mucho. El infatigable y entusiasta Morgan, el intrépido Morgan a veces, lleva maravillosamente sus trece gloriosas primaveras. Excelentes caminadores, no menos excelentes conversadores, amantes respetuosos de la naturaleza: unos incomparables compañeros de viaje. Es notorio mi hábito de salir en solitario. Siempre vivo las salidas como experiencias místicas, y esa espiritualidad me resulta muy difícil de compartir. No obstante encuentros como el de hoy ensanchan, y no poco, el alma.
Como ya veíamos en nuestra última entrada sobre la Chorrera, para acceder al conocido paraje en estas fechas será necesario mojarse los piececitos. Con esta grata compañía el agua apenas parece fría, y atravesarla supone una experiencia vivificante.
El 25 de diciembre es un buen día para encontrar personas maravillosas por las pistas y caminos. Encuentros que harán de las fiestas unas fechas aún más entrañables y dignas de ser recordadas. Quizá este año ya lleguéis demasiado tarde. Pero ahora que lo sabéis, no dejéis escapar la oportunidad para el próximo. Las montañas están llenas de personas generosas. Quizá a veces resulte un poco difícil dar con ellas, porque las montañas son muy grandes. Pero si salís lo suficiente, antes o después acabaréis encontrándolas.
Ha sido una excelente mañana gracias a ustedes, caballeros. Y también a las personas que nos hemos ido encontrando por el camino: cada uno por su lado y con su propia meta, pero en absoluto indiferentes a los demás. Mi humilde homenje a ustedes, a todos vosotros. No me puedo imaginar compañía mejor para compartir una Chorrera helada. Bajo ese cielo que nos cubre a todos, que a veces parece estar tan cerca, volveremos a encontrarnos. Y el reencuentro será, por supuesto, motivo de fiesta.
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