EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.
Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.
Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.
Hace frío fuera. Pero las caléndulas de mi jardín aún florecen tercas; no se rinden ante la inclemente estación. Se resisten a dejar de iluminar los pequeños soles. Las flores con vocación de astro, inexplicablemente, todavía calientan. Saben que todo pasa. También, que todo llega.
Que el nuevo año os traiga casi todos vuestros deseos. Todos no. Sólo, casi. Que quede en el tintero ese otro casi, medida necesaria de ilusión, esperanza y afán de conquista. Que quede en el tintero ese otro casi que es espuela de lucha y resistencia. Para que así, cada año venidero, la estación se revele menos cruda y el frío, menos intenso.
Annie Lennox interpretando God rest ye merry gentlemen
Existen, siempre, muchas vías para hacer escuchar nuestra voz. Toda mi gratitud para quienes han depositado en mí su confianza y me han permitido hacer escuchar la mía de la forma que más me gusta, a través de la narrativa: a la CIINOE y Ediciones COMOARTES, y en particular modo a José Víctor Martínez Gil que lo ha acompañado decisivamente en el proceso editorial. Así mismo, un recuerdo muy especial, lleno de afecto, para todos los compañeros que tan solidariamente han tenido palabras de fraternal aliento hacia esta antología y su autora, sobre todo para Fátima Martínez Cortijo, escritora, profesora y narradora oral escénica, Premio Iberoamericano "Chamán", y para Fernando Rodríguez Sosa, periodista y crítico literario, Premio Nacional de Periodismo Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba. Prometo trabajar cada día con mayor ahinco hasta estar en un futuro a la altura de su generodidad.
“LA IMPERFECCIÓN DEL
CÍRCULO: INTROSPECCIÓN Y
REVELACIÓN”
Ediciones
COMOARTES, como una de las acciones más relevantes en 2012 de sus cinco años de
fundada, presenta conjuntamente el primer libro de cuentos de la escritora
Salomé Guadalupe Ingelmo (España) y una entrevista a esta autora, dentro de mi “Indagación sobre la
narrativa” en la Colección Contemporáneos del Mundo, la más extensa hasta ahora
en dicha serie y, de hecho, por su número de páginas y excelsitud, un libro en
sí.
Los
títulos: La imperfección del círculo,
de Salomé Guadalupe Ingelmo, trece cuentos en antología de la propia
autora y a mi pedido expreso: once con diversos y significativos
reconocimientos literarios internacionales y nacionales, y dos inéditos
–apertura
y cierre–; y “La narrativa es introspección
y revelación” / entrevista a Salomé Guadalupe Ingelmo,
volumen titulado con una brillante afirmación de la escritora, de quien Ediciones
COMOARTES ya ha publicado, entre más, su excelente cuento inédito “Sueñan los
niños aldeanos con libélulas mecánicas” –para un primer cuaderno independiente–
en Los Cuadernos de las Gaviotas 6, Madrid / México D. F., España / México,
2010; y a quien ha incluido en la selección, realizada por el Director
Ejecutivo de estas Ediciones, el escritor José Víctor Martínez Gil: Antología de cuentos iberoamericanos en
vuelo (treinta autores de trece países).
Es
La imperfección del círculo una
antología rica, y de la belleza y la minuciosidad. Marcada por el ejercicio de
la escrupulosa composición, por un lenguaje cuidado al extremo, se advierte de
principio a fin una preocupación desmesurada, inusual, por las palabras. No
sólo por lo que éstas dicen, sino también por lo que sugieren en un plano
racional y emotivo. Su autora se revela experta en apelar al inconsciente del
lector, logrando implicarlo y conmoverlo con una prosa que, desde una poderosa
convocatoria, tantas veces destila lirismo; una prosa siempre emotiva, de la
más elevada sensibilidad.
Y
todo ello aderezado con una concepción absolutamente moderna del relato en
tanto estructuras, con unos tiempos casi cinematográficos que hacen extremadamente
fluida y amena su lectura. Unas formas que la revelan hija de su tiempo y
heredera de grandes directores, sin renunciar por ello a la inestimable herencia de los
imprescindibles autores clásicos, de los que la escritora claramente ha sabido
nutrirse.
Se
puede afirmar que esta antología es un ejercicio de sinceridad y honestidad. Y,
desde los múltiples argumentos tratados, es al mismo tiempo, libro de gran cohesión
y coherencia; donde la autora nos revela muchas de sus preocupaciones respecto
al mundo actual. Respecto al ser humano: el de ahora y el de siempre. Porque como
su propio título indica, parecemos dispuestos a cometer los mismos errores una
y otra vez hasta el fin de los tiempos. Tras el texto, y sin fatalismos, se
vislumbra una mano intencionada a plantar batalla por las causas que considera
justas; aún dispuesta a confiar incansablemente en la capacidad de redención
humana.
Desde
la literatura como arte, esta colección de relatos es, a la par que riesgo
narrativo de virtuosismo y brillantes convocaciones de la expectación, una llamada
a la reflexión. Al cambio. Abrimos
la puerta, que ella primero ha abierto con su talento, a una autora franca, sin
disposición a fariseísmo alguno para ganarse el favor del lector; a una
escritora comprometida con la literatura, pero también, muy seriamente, con su
propia especie. Damos satisfechos en nuestras Ediciones la bienvenida al primer
libro –como lo hicimos a su primer cuaderno– de un ser humano que lucha tenazmente
contra el escepticismo respecto a su especie. Sin duda alguna, con La imperfección del círculo, Salomé Guadalupe
Ingelmo rubrica su compromiso con la que a todas luces, en lo más íntimo,
considera su causa: mejorarse y mejorar al tiempo a sus semejantes.
Una
serie de retratos de Salomé Guadalupe Ingelmo realizada por el reconocido
pintor español Alejandro Cabeza en http://www.alejandrocabeza.net/
permite completar la visión de la
autora de La imperfección
del círculo desde la poderosa personalidad y diversas facetas que
transmiten las imágenes creadas con maestría.
Y
completamos la presentación con una entrevista a la escritora que
se inscribe
en un conjunto ya extraordinario, el que he logrado reunir
interaccionando con prestigiosos escritores, en mis series “Indagación
sobre la dramaturgia, la narrativa, la poesía”.
Ediciones
COMOARTES
CONTEMPORÁNEOS DEL MUNDO
No. 22
INDAGACIÓN SOBRE LA NARRATIVA
ENTREVISTA A
SALOMÉ GUADALUPE INGELMO
(España)
"LA NARRATIVA ES
INTROSPECCIÓN Y REVELACIÓN"
De las
preguntas:
–Si tuviera que indicar
siete puntos indispensables
a los que debe responder como arte literario una obra narrativa,
¿cuáles señalaría?
De la
respuesta a otra pregunta:
"La narrativa nos permite reorganizar el mundo,
darle un sentido a
nuestra presencia en él.
Nos ayuda a
descifrarnos y comprendernos,
a enfrentarnos a
nosotros mismos
y perder el miedo;
a ser más libres.
Nos concede más
elementos de juicio y más argumentos.
Y por ello nos
hace también más indulgentes y tolerantes:
nos ayuda a
preocuparnos por entender a los demás.
Nos permite
descubrir otras vidas y vivirlas
cuanto menos en nuestra imaginación.
A veces, con un
poco de suerte,
incluso nos ofrece
ejemplo y alternativas
para cambiar
realmente la nuestra.
La narrativa nos
recuerda que no estamos solos.
Por eso, en una
sociedad cada día más incomunicada,
resulta esencial
para conservar nuestra humanidad,
para no acabar de
olvidar que somos seres gregarios.
La narrativa
apacigua esa soledad que a menudo nos corroe.
(…)
Salomé Guadalupe Ingelmo por Alejandro Cabeza
SOBRE LA IMPERFECCIÓN DEL CÍRCULO SE HA ESCRITO
Salomé Guadalupe Ingelmo es
mujer de densidades, de manejo soberbio de la palabra, de exploración de
la naturaleza y de los cuerpos y sus mentes. Desde ahí, sus cuentos del
libro La imperfección del círculo se sumergen en imágenes que
pudiéramos tildar de oníricas pero que parecen apoyarse en recuerdos,
lecturas y descubrimientos personales (un fragmento familiar, una imagen
pictórica, un retazo de historia, un juego simbólico...). Ha bebido de
los grandes y juega con sus imágenes literarias, se ha dejado impactar
por sus huellas. Sin embargo, cautiva por sus sugerencias y
atrevimientos. No se frena, no se contiene, no compendia, sino que se
desborda y presenta cuadros de pinceladas profundas donde el suceso es
mínimo y los colores son protagonistas. A veces la intensidad extrema
marca la estructura, y en ocasiones el desenlace no importa tanto como
el arranque vital e
indiscutible: Con sus textos el lector se ha de entregar para entender,
no debe suponer, sino confiar y, claro es, no puede ser un lector
primerizo, porque el hermetismo de algunos pasajes y el conocimiento de
los antecedentes es condición sine qua non para disfrutarla. Su creación
es para no perdérsela.
Fátima Martínez Cortijo, escritora y profesora, narradora oral escénica: Premio Iberoamericano "Chamán".
En La Habana, a 16 de diciembre de 2012
Salomé Guadalupe Ingelmo
se me ha develado ahora, gracias a Ediciones COMOARTE, en su real alcance y trascendencia.
No sólo me han llegado sus relatos, verdaderas joyas narrativas de cuidada e
impecable factura, textos que cuentan de las realidades y conflictos del ser humano
y su mundo. He conocido, también, quizás como necesario complemento a sus
historias de ficción –y conducido por el inteligente cuestionario formulado por
el maestro , las ideas, los puntos de vista, las
opiniones, que, sobre el arte de narrar, preocupan y ocupan a esta talentosa escritora
española. No se equivoca, por ello, cuando categóricamente afirma que la narrativa
nos ayuda a no olvidar, a recordar o a descubrir quiénes somos; a forjar y defender
nuestra identidad. Salomé Guadalupe Ingelmo está convencida de la certeza de sus
palabras y, quien lo dude, que lea estos cuentos antologados en La imperfección del círculo.
Fernando
Rodríguez Sosa, periodista y crítico literario, Premio Nacional de
Periodismo Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba. En geometría, el círculo es la base de todo elemento gráfico a realizar. Es hermoso, definitivo y preciso. A partir de él nace cualquier otra forma. El libro La imperfección del círculo de Salomé Guadalupe Ingelmo es una precisión de la escritura, por su desbordante capacidad creativa y por la fascinación perfecta que desata en los ojos que desgranan sus historias. Historias con una base humana y emocional incontestables. La imperfección del círculo es la obra de una arriesgada e inmensa artista de la literatura, que nos lleva irremediablemente cual sombra de nuestro ser, a perseguirla hasta que nos damos cuenta de que es parte nuestra. Además, en un mágico descubrimiento, al leer el índice con los títulos de sus textos, descubrí una increíble historia, como si su creadora no hubiese querido que la obra finalizara con el punto final del último cuento. La imperfección del círculo es la precisión maravillosa de la emoción y de las palabras. José Víctor Martínez Gil, escritor y artista oral, Director Ejecutivo de la CIINOE, Premio Iberoamericano “Chamán”.
Pongo la televisión y veo a un policia abriéndole la cabeza con una porra a un menor de trece años. Agrediendo después a su familia, que intenta pedir ayuda, mantenerle a él y a sus compañeros, algunos de los cuales tampoco encuentran escrúpulos para usar la violencia, alejados del herido. No es Somalia o Afganistán, sino Tarragona.
El menor no es ni siquiera un manifestante –lo que tampoco hubiera justificado la brutalidad gratuita– sino lo que "ellos" probablemente definirán como un "daño colateral"; un chiquillo cuya familia cometió el terrible error de salir a pasear. Es decir, a mí me sueltan la cadena y yo agredo a bulto; la cosa es saciar mi sed de sangre. Porque alguien quiere recordar a todos que la calle es suya, y no desea que quede ninguna duda al respecto. Por eso, ahí estoy yo para hacer el trabajo sucio.
Me pregunto si este individuo será igualmente valiente a cara descubierta, sin el uniforme de antidisturbio, sin su escudo y su porra. Me pregunto si se atrevería a enfrentarse a esa madre de paisano, desarmado –doblemente desarmado por carente de razones–. Y sinceramente lo dudo. El valor suele ser inversamente proporcional a la agresividad. Si luego ésta se ejerce sobre los más débiles e indefensos... En efecto resulta aún más repugnante.
Me pregunto si el susodicho individuo –y los compañeros que le secundaron sin empacho– conoce el significado de la palabra remordimiento. Aunque me extrañaría. Me pregunto si tiene familia. Si mañana podrá mirar a los ojos a sus hijos, a su mujer, a su madre... Me pregunto si los suyos podrán mirarle a la cara a él.
Existen muchas formas de violencia, toda detestable: explícita o, mucho más inquietante, encubierta y enmascarada. Existe, también, la violencia institucionalizada. Un género que, justamente, ha costado gobiernos en el pasado, incluso en el reciente.
Métodos propios de otros funestos periodos, de otros abominables régimenes, ¿no nos dan mala imagen en el extranjero? Porque entiendo que en este país para algunos, como siempre, los ajenos –o según qué ajenos, según su estatus– cuentan más que los propios. Y la imagen, mucho más que las ideas. Que en ese sentido, las convicciones resultan siempre un incómodo lastre.
Yo, por supuesto, puedo recibir órdenes. Pero como individuo independiente que soy, tengo conciencia. ¿Acaso no nos repugnan los crímenes contra la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Acaso no reprobamos a quienes los cometieron, los mismos que se justificaron diciendo que sólo cumplían órdenes de sus superiores? Un soldado se deshonra antes desobedeciendo a la más elemental humanidad que a sus mandos.
Quizá haya llegado el momento de decidir de qué parte está cada uno, dónde ve la justicia y su causa. Hace muchos años ya, en 1917, otros seres humanos que podrían haberse escudado tras el mismo razonamiento, que podrían haberse limitado a actuar cumpliendo órdenes, se plantearon la misma pregunta. No es cuestión de colores; hay personas de buena voluntad en todos los ámbitos políticos y religiosos. Es cuestión de algo mucho más básico e irrenunciable: de dignidad, honestidad y fidelidad a principios que están por encima de nosotros mismos.
Samaritana, Julio Romero de Torres
Para escuchar al grupo Quilapayún interpretando La muralla
Quilapayún tuvo su primer concierto en Madrid en el añorado pabellón del Real Madrid. Era una sala enorme, lo que preocupó a los organizadores. Fue lleno total. El ambiente, fraternal y conmovedor. Puedo dar testimonio porque yo esta allí. No era mi primer concierto. Corría el 1977, yo tenía cuatro años, pero curiosamente lo recuerdo. Recuerdo en concreto cómo participaron todos los asistentes en esta canción. Lo recuerdo como si fuera hoy. Quizá por según qué cosas no pase el tiempo.
En estos
últimos días, por motivos que no vienen al caso aunque existen –nada sucede
porque sí, aunque algunos se empeñen en hacernos creer lo contrario– he releído
una novela descubierta hace muchos años, cuando aún vivía en Italia. No soy
aficionada al género policíaco, pero aprecio la buena literatura más allá de
los géneros y los argumentos. Por eso recomiendo El silencio de Dios, de Gilbert Sinoué, a los
amantes de la novela policiaca. Pero también, en general, a todos aquellos
seres dispuestos a no dejarse aniquilar por la ciega y sorda ortodoxia; a
quienes cultivan la duda constructiva, la reflexión esclarecedora y
enriquecedora –si bien no exenta de dolor–. Jamás, el devastador escepticismo.
Son tiempos
para reflexionar sobre el libre albedrío. Porque en lo más íntimo cada uno de
nosotros sabe lo que está bien y lo que no. Por eso es necesario aprender a
despojarse de miedos o intereses; hacerse responsable de los propios actos y
sus consecuencias. Es necesario no cerrar la puerta a la propia conciencia.
Atravesará un
camello el ojo de una aguja antes de que la ausencia de escrúpulos pise el
reino de los cielos. Estoy segura. Es estrecha la ranura para quienes no aman
ni respetan a sus semejantes. Da igual en lo que digan creer, porque resulta
demasiado fácil leer en sus corazones… de piedra.
Ángel de la Revelación, William Blake
Para escuchar a Florence and the Machine interpretando No Light, no light
Ya está disponible el programa definitivo del III Edición de Extremadura en la Red, el encuentro de los blogueros
extremeños. Este año, dedicado a Las Villuercas.
Muchas gracias a conferenciantes y organizadores, sin cuyo esfuerzo nada de todo esto sería posible. Es
un privilegio tener raíces en una región activa en la protección del medio
natural, sus gentes y tradiciones. No sé si un día lograremos una sociedad más
respetuosa y justa, aunque confío. Si ese día llega, vuestra aportación habrá
sido de gran peso. Toda mi admiración y reconocimiento para vosotros y para
todos los participantes y asistentes. En general, para todos los que, de forma activa o sencillamente como espectadores concienciados, se implican en esta noble causa.
Monumento a los perros, Ayuntamiento de Canencia al fondo
Con tal de dar la razón a quien
conviene, mintamos, tergiversemos, usemos argumentos torticeros…
Insultemos, además, a las
víctimas, que muriéndose nos han fastidiado el negocio y nos han puesto –¡qué desfachatez!– en un
aprieto: los muchachitos mueren porque son unos borrachos. No
sé qué es peor, si un alcohólico –suponiendo que lo sea–, al fin y al cabo, un
enfermo, o un mentiroso patológico que pretende manipular a toda costa, a
sabiendas. Qué creen estos personajillos que se autoproclaman periodistas –señores,
no basta con un diploma firmado por el Rey, su disciplina exige un determinado
acercamiento a la realidad del que ustedes son del todo incapaces– que obtendrán
defendiendo, permanentemente, lo indefendible. O qué obtienen en efecto.... ¿Dormirán
por las noches? Una cosa les alabo, esa falta absoluta de complejos: porque
decir según qué cosas con los cadáveres –metafóricos o reales– aún frescos y
que no se te caiga la cara de vergüenza… Claro que a lo mejor he confundido los
términos y lo que no tienen, sencillamente, son principios.
Existe un dicho muy castizo, no
demasiado elegante pero trágicamente cierto. Pues sí, además, apaleados. Siento
vergüenza ajena. Y ganas de pedir perdón por otros a quienes han perdido a los
suyos. Porque todos somos responsables, yo la primera, si, callando, hemos
permitido que estos individuos sin escrúpulos hayan creído que todo vale y que
son intocables; que nada de cuanto digan o hagan tendrá consecuencias. Basta ya
de falsos profetas por boca de los cuales hablan siempre instancias más altas,
que no superiores. Al menos, por cuanto respecta a moralidad y ética. Se da el
caso que sólo se puede enseñar de lo que se sabe: a aprender, de nuevo, a la
escuela.
Mentira, Salvator Rosa
Para escuchar a Joan Manuel
Serrat interpretando Yo me manejo bien
con todo el mundo
La discreción
es un don precioso que no abunda. Hay personas que nacen con esa cualidad, pero
la discreción también se aprende. La dan, además, los años y la experiencia. O
al menos así sucede normalmente. La discreción es, en palabras pobres, esa
lucecita de alarma que se te enciende en el cerebro cuando estás a punto de
traspasar las fronteras del compromiso, explícito o tácito. La discreción es la
oportunidad preciosa, incalculable, de cerrar la boca a tiempo. De cerrarla
para evitar, por ejemplo, que en un arranque de insensatez ofendas a terceros.
O para evitar que hayas de tragarte tus indiscretos comentarios más adelante.
Entre otras cosas porque, como decíamos ayer, pedir perdón, pedirlo
sinceramente, no resulta sencillo a la mayor parte de los mortales. Y si bien
es signo de humildad, verse obligado a realizar ese sano ejercicio demasiado a
menudo también puede resultar indicativo de otras cosas. Porque lo cierto es
que, a mis años, ya no creo en el perdón sino en el sincero arrepentimiento. Y
éste, como caminar, sólo se demuestra con el andar… del tiempo. A mi edad, la
verdad, ya no creo en las palabras que no se ven justamente avaladas por consecuentes
actos. Para resumir, no creo demasiado en las peticiones de perdón, sino en el
propósito de enmienda. O más bien, en los actos para resarcir y enmendar.
La
comunicación, como la confianza, se puede comparar con un tejido delicado. Para
que no se rompa, una regla básica consiste en pensar antes de hablar:
reflexionar sobre si lo que digo en efecto expresa correctamente lo que quiero
decir, y sobre cómo afectará esto a mi interlocutor. No pensar en cómo recibirá
el otro mi mensaje es signo, cuanto menos, de egoísmo. Puede que también, de
prepotencia.
Únicamente los
puentes nos salvan de la incomprensión, de ser islas, de caer en el tumultuoso
río de la demencia… Hay que tender puentes hacia el entendimiento, la empatía y
la solidaridad. Hay que tender puentes hacia el otro… Si no queremos acabar quedándonos
definitivamente solos.
El grito, Edvard Munch
Para escuchar a Elton John interpretandoMadman across de whater