Las actuales
circunstancias me empujan a una reflexión muchas veces hecha, quizá de forma
menos directa: las modernas democracias, que tanto se han jactado de ser escrupulosamente
solidarias y respetuosas con la igualdad de oportunidades, se han seguido alimentando
durante décadas del sudor y la sangre de los de siempre. Dónde el patrimonio
que la familia Franco expolió a este país y que ha permitido a sus
descendientes seguir siendo unos privilegiados, sólo por poner un ejemplo de la
tolerancia que el sistema prodiga a abominables dictaduras.
El mismo perro
con otro collar. El mismo perro dominado por las garrapatas de siempre.
Lo triste es
que nos quisimos creer el espejismo. Y muchos, convencidos, incluso defendieron
fieramente su dudosa honorabilidad. No habrían faltado quienes, generosamente,
hubiesen dado la vida por esa quimera. Por un sistema pútrido y corrupto que,
fiel heredero de otros de infausto recuerdo, ha prosperado cual parásito a
costa ajena.
Tras el baile
de máscaras, sólo queda el cadáver de la ingenuidad. Rígido y frío, irremediablemente
yerto.
Duelo después del baile de máscaras, Jean-Léon Gérôme |
Brother Dege (AKA Dege Legg), Too Old To Die Young