.

.

DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

PUNTOS DE ENCUENTRO




Aquí va, con un poco de retraso pero también con mucho amor, mi participación en la publicación Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, coordinada por nuestros compañeros José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y editada gracias a la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y a la Fundación Xavier de Salas.

Ha sido un privilegio verse rodeada de autores tan especiales. Gracias a todos vosotros por vuestro esfuerzo y entusiasmo. La nuestra es una tierra hospitalaria, siempre dispuesta a acoger al peregrino, y creo que así la hemos pintado.





GRANADILLA
VESTIGIOS DE UN NAUFRAGIO

Salomé Guadalupe Ingelmo


                                        Granadilla: A un mar interior
                                        En las casas abandonadas,
                                        o restauradas,
                                        se adivinan murmullos sin cuerpo,
                                        sonidos amortiguados,
                                        como ahogados por el líquido elemento.
                                        Dicen, de quienes reconstruyen el pueblo.
                                        Pero yo intuyo, sé,
                                        que llegan de otro tiempo.
                                                           (S. G. I., Hervás, 11 de agosto de 2011)


La muralla que separa ambos mundos, pasado y presente, domina sus ruinas: laberinto de callejuelas donde perderse. Pareciera víctima de una sigilosa guerra que todo lo hubiera arrasado sin consideración. Y sin embargo no está vencida; un pueblo se levanta de sus cenizas por voluntad, con trabajo y esfuerzo. Por orgullo y dignidad, se levanta. Quizá agonice, pero nunca muere a manos de otros. O se suicida o anda. Y ella no se ha rendido del todo. Ni a pesar de todo. El hombre es animal que carece de memoria. Por eso continúa allí, en pie. Tozuda, reacia a alimentar el hambre insaciable del olvido: museo vivo, martillo contra el yugo que oprime.
Hace décadas que la quimera del mar le lame los pies. A veces se engalana, cubre sus muros de
conchas… Pero aún se resiste pudorosa a un idilio que intuye insidioso. Ella no olvida: ansía lo que ya no puede tener, la tersa llanura que yace medio ahogada a sus plantas, sobre un fondo en calma donde no habita el sonido. Ansía una piel erizada de tercas encinas y alcornoques, como una barba incipiente: áspera pero familiar. Ya no volverá. No importa cuánto pueda esperar, no secará el pertinaz sol los fluidos derramados. Sólo permanecen los lánguidos eucaliptos, extranjeros nostálgicos de desconocidos continentes a la deriva. En junio, los pétalos ajados de las jaras nievan el duro suelo. Vuela por el aire el canto de un cisne, el último.
Visto por ojos profanos, diríase un paisaje lunar, yermo. Pero los mulos rumian al amor de sus muros, y los lechones juguetean ociosos en el barro. El gamo de mirada tierna observa asombrado la vida que se acelera más allá de las murallas: parecieran cárcel y quizá simplemente sean refugio. Imprevisibles, brotan pequeños vergeles del suelo calcinado: los huertos donan frescor y los frutales, sombra bajo la cual posar unas palabras. En sus recovecos se detiene el tiempo. Los asientos son de piedra: no hay urgencia para el caminante.
Granadilla, fundada en 1170 por Fernando II, desde 1980 declarada Conjunto Histórico-Artístico, fue desalojada en los años cincuenta tras ser declarada zona inundable por la construcción del embalse Gabriel y Galán. Las familias campesinas, despojadas de sus tierras, hubieron de abandonar el pueblo, que se convirtió en un fantasma. Sus olivos soñaban bajo el agua el pronto regreso. Pero las vidas de los últimos resistentes naufragaban en una isla cada día más pequeña: el mundo exterior parecía ajeno a la tragedia.
Desde 1984 Granadilla forma parte del programa “Recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados”. Jóvenes estudiantes lo rehabilitan: lo animan otra vez voces nuevas. No obstante en el Día de Difuntos los antiguos habitantes, los vivos y quizá los muertos, regresan a su tierra.

Texto y fotografías: Salomé Guadalupe Ingelmo 
Paisaje: Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza


Salomé Guadalupe Ingelmo, “Granadilla. Vestigios de un naufragio”, en José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y (Coord.), Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, Dirección General de Turismo Junta de Extremadura – Fundación Xavier de Salas, 2014, pp. 114-118.


Azules de Granadilla, Alejandro Cabeza, Alejandro Cabeza, Pintores Valencianos, Pintores de Valencia, Retratos de Alejandro Cabeza, Pintor español, Pintor Valenciano, Pintura Valenciana, Retratista Valenciano, Retratista Español, Maestros españoles del retrato, Retratistas españoles actuales, Pintores españoles
Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza







Gortoz a ran, Denez Prigent & Lisa Gerrard





Los verdaderos protagonistas estan aquí